San Miguel puso la "fiesta" y Morón se quedó con los tres puntos.
En la anteúltima fecha del torneo de la Primera Nacional, el Gallo volvió al triunfo tras cinco fechas y ni hablar en condición de visitante (algo así como siete meses sin sumar de a tres, lejos de "casa") y complicó las chances de clasificar al Reducido, de un "Trueno Verde" cuya gente esperaba con ansias, un "choque" en Los Polvorines, tras 22 años de no enfrentarse en dicho reducto, y que ellos consideran un "clásico", algo no compartido desde este lado.
Fue un partido vibrante y por momentos de trámite frenético, entre los nervios y la necesidad casi paroxística de triunfo, en el caso del local, y la búsqueda de terminar el campeonato con alguna "sonrisa" y una imagen no tan deslucida, como consigna de los dirigidos por César Monasterio.
Y si bien San Miguel dominó las acciones durante la mayor parte del encuentro, en muchas ocasiones sin demasiadas ideas, más que el centro al área para complicar a la última línea visitante, Morón opuso transiciones rápidas y las oportunidades de contra, con Mariano Bracamonte, una vez más, como el estandarte de la búsqueda del Gallo y Agustín Rufinetti, cada partido más asentado, con intervenciones fundamentales para sostener la resistencia en su propio arco.
Hasta que a los 48' del primer tiempo y tras una fuerte infracción en perjuicio de Gonzalo Berterame, el referido Bracamonte vencería al "inoxidable" Joaquín Pucheta, arquero de San Miguel, con un tiro libre de derecha preciso y precioso, que habría de ingresar por el vértice superior izquierdo del arco local, en un auténtico golazo para el 1 a 0 visitante.
En el complemento, el equipo del "quejoso" Gustavo Coleoni, buscaría arribar a la igualdad de todas las maneras posibles, pero entre las buenas respuestas de Rufinetti y la falta de puntería local, se quedaría con las "manos vacías", ante un Morón que bien pudo ampliar el marcador y no sufrir hasta el "pitazo" final de Sebastián Martínez, con un par de contragolpes que pudieron darle la tranquilidad del 2-0, en los pies de Bracamonte y Nicolás Henry y las corridas solitarias y "picantes" del reaparecido (tras la fecha de suspensión) Agustín Curruhinca.
En definitiva, ganó Morón y le arruinó la "fiesta" a San Miguel, que volvieron a verse las caras en Los Polvorines, luego de más de dos décadas.
Triunfo para "dibujar" una sonrisa y poner las cosas en orden, con aquellos que confunden "rivalidad" con "clásico", por el simple y peregrino entusiasmo del recién llegado, con leJANOs antecedentes como para considerarlos en el mismo plano.
Última función con Temperley, posiblemente fuera del Nuevo Francisco Urbano y "piadoso" telón de fondo para una muy pobre temporada.
Al fin.
@elgallogustavo.