sábado, 2 de marzo de 2013

Igualdad “a gatas”…



Semana complicada la que debieron afrontar dirigentes, plantel profesional, cuerpo técnico y fundamentalmente, socios e hinchas del Deportivo Morón, tras las dos caídas consecutivas y con diferencia de tan sólo 72 horas, primero en un clásico inolvidable (por lo increíble y doloroso) frente a Chacarita en el Urbano, y el último martes ante Barracas Central, en el "Estadio Claudio 'Chiqui' Tapia", con un saldo altamente positivo en ataque, de cinco goles en dos encuentros, pero de enorme preocupación en la faz defensiva, con ocho tantos en '180 y como consecuencia lógica, el retroceso al octavo lugar de la tabla, cada vez más lejos del único líder, Atlanta (ahora a diez puntos de diferencia, con un partido menos), pero aún a tiro de los puestos de ingreso al Reducido, hoy distante a tres unidades, dependiendo siempre de los resultados que se registren al completarse la jornada 29º de la “B” Metro (que en la noche del viernes, abrieron el Deportivo Morón y Brown de Adrogué, en el Urbano).

Superados los rumores de renuncia y alejamiento del cuerpo técnico, al cabo de una seguidilla de costosas derrotas como las soportadas en una misma semana, lo cierto es que el "Gato" Norberto Salvador Daniele habría de ser ratificado en su puesto, por una mayoría calificada de miembros de comisión directiva, ya sea por genuina convicción personal o por simple acompañamiento al deseo de continuidad de proyecto y de honrar los compromisos contractuales oportunamente asumidos, tesitura enarbolada por el presidente de la institución, Diego Spina y del máximo responsable del fútbol profesional del club, Hugo Toschi, hoy por hoy los dos bastiones en que se apoya la permanencia de un Daniele, cuyo ciclo como técnico parece haberse extinguido hace tiempo, si el análisis se realiza desde el sentido común y la lógica futbolística.

Ante ello, y en vistas del próximo y apretado programa de partidos que debía (y aún debe) encarar el Gallito, primero en la noche del viernes último, ante el “Tricolor” de Adrogué por la “B” Metro, y cinco días más tarde, el miércoles 6 de marzo del corriente, el choque “copero” con Instituto Atlético Central Córdoba, en el "Estadio del Bicentenario" de San Juan, con 240 mil pesos en premios para el vencedor y un solo pasaje a 16avos., con un cruce asegurado y de categoría frente a San Lorenzo de Almagro, se tornaba previsible la continuidad casi “forzosa” del desgastado cuerpo técnico, sin tiempo práctico para “virajes” de timón conductivos, aunque mucho menos para la búsqueda efectiva de soluciones técnico-estratégicas, a los graves y endémicos dilemas que aquejan desde hace rato al plantel del Gallo, que a esta altura ya aparentan ser “carne de diván” colectivo, más que problemas solucionables dentro de un campo de juego.

Con este telón de fondo y ante un desempeño flojísimo de la última línea y los encargados de la contención en el mediocampo, se avecinaba la implementación de algunos cambios, por parte del "ratificado" Daniele, en procura del equilibrio y la solidez defensivas extraviadas, o mejor dicho, jamás adquiridas en 28 jornadas de la actual temporada. Por eso, sumado al regreso de Dante Martín Zúñiga, ausente con aviso ante el "Camionero", al haber sido expulsado ante Chacarita y sancionado con una fecha de suspensión, abandonarían la titularidad Juan Martín Cadelago (abonado permanente a la hora de las “borratinas), un intermitente Armando René Lezcano y un resistido Lucas Omar Rodríguez Pagano, ingresando en sus lugares, dos titulares a principios de torneo, más luego confinados al ostracismo del banco de los suplentes (con poco y nada de minutos en cancha): Gonzalo Nicolás Juárez y Martín Rodrigo Granero, respectivamente.

Lógicamente, el referido cambio de nombres conllevaría una modificación de esquema táctico, pasando a jugar con un clásico 4-4-2, con Claudio Martín Cabrera, Martín Granero, Lionel Coudannes y Dante Zúñiga en el medio juego y sin enganche, en procura de una zona media más combativa y con mayor control y posesión del balón, además de cerrar un poco más los laterales, verdadera zona franca para las delanteras rivales, sea quien fuera el oponente de turno.

Así las cosas y estrenando el tercer dibujo táctico de la temporada, tras los fallidos 3-4-1-2 y 4-3-1-2, el Gallo evidenciaría desde los primeros minutos del cotejo con Brown de Adrogué, que el cincuenta por ciento del efecto buscado habría de surtir efecto, en presencia de un mediocampo más poblado y con mayor predisposición a la lucha y el fragor físico. Sin embargo, la mitad restante, que implicaba no resignar volumen de juego, a partir de la liberación en faz creativa de Dante Zúñiga o Lionel Coudannes, jamás habría de producirse en todo el encuentro, cimentando uno de los rendimientos más pobres de este confundido equipo, en todo el presente torneo, sin generación alguna de fútbol asociado y hasta prescindiendo de la verticalidad y la ambición avasallante que lo caracterizara en la mayoría de los primeros ‘45 (aunque sólo se tratase de quince minutos de furia brillantes, como hace exactamente una semana, en un clásico frente al “Funebrero”, cuyo angustiante recuerdo nos perseguirá seguramente durante bastante tiempo).

Lejos, muy lejos de aquellos primeros tiempos donde Morón acorralaba a sus rivales, hasta torcerles la resistencia por presión asfixiante y prepotencia de fútbol y ganas, ante el “Tricolor” de Adrogué habría de generar un par de situaciones medianamente punzantes frente al arco de un tranquilo Burtovoy, a partir de un remate desde afuera de Martín Cabrera y una llegada por derecha de Damián Emilio Akerman, que no podría coronar su noche de aniversario por la década de idilio con el Gallo, con un gol que nadie más que él merece, por acumulación histórica de méritos y por una búsqueda permanente, aún en las condiciones menos favorables y más desiguales.

De la vereda de enfrente, el fútbol del que era incapaz de generar el Gallito, en los de Adrogué se hallaba generosamente abastecido por la sociedad de los “Martín”, Fabbro y Minadevino, con la permanente rueda de auxilio que constituye Facundo Lemmo y un incisivo y peligroso Cristian Bordacahar, un desconocido procedente de la reserva de Tigre, que ha sabido ganarse un lugar en el equipo titular (relegando al banco, nada menos que a Gastón Grecco), a fuerza de buenas actuaciones y goles importantes.

Y lamentablemente, a partir de ahora, el Deportivo Morón pasará a engrosar el listado de víctimas del joven delantero de la visita, cuando a los ’28 de la primera etapa y tras un córner desde la derecha, Bordacahar peinara solo en el primer palo, para marcar la primera diferencia a favor de Brown, en momentos en que ninguno de los dos había hecho méritos suficientes como para alcanzar la ventaja parcial, en un contexto de aburrimiento y tensa calma.

A partir de entonces y con el correr de los minutos, comenzaría a vislumbrarse lo peor de este Morón, cuyo bajón individual y colectivo pareciera no tener límite. Con la necesidad como bandera y los nervios como estandarte, el local habría de consolidar la peor imagen de todas la muchas y malas que nos ha prodigado hasta el momento, con rendimientos particulares preocupantes, por rozar, o bien la falta de compromiso, o bien el desborde anímico o la ausencia de categoría para vestir esta camiseta.

Con una defensa inconcebiblemente vulnerable, cuyo defecto permanente ya suena a insoluble, sin importar los protagonistas nominales que salgan a la cancha, puesto que los rendimientos individuales ya resultan tan paupérrimos, que se agotan las opciones fuera del césped, capaces de dar solución a los desatinos y los yerros infantiles que se generan partido tras partido. Y un mediocampo no menos deslucido, con jugadores que deambulan por la cancha sin rumbo o que en más de un caso parecieran obnubilarse ante la premura de un resultado y lo que es aún más grave, se intuye que les quemara la pelota en los empeines, por lo que optaran por desprenderse lo más rápido posible del “compromiso”, en lugar de buscar la mejor opción de pase o al compañero desmarcado.

Menos mal que la delantera más goleadora del torneo (con 41 tantos), continúa disimulando con goles y resultados favorables, la ausencia de un equipo dentro del rectángulo de juego, que tenga claro lo que pretende y los caminos para llevarlo a cabo con éxito. Es por eso y sólo por eso que la voluntad y el buen pie de Mariano Matías Martínez tuvieron su premio sobre el mismo epílogo del encuentro (sexto gol en el campeonato y noveno en la temporada), con un empate más que merecido en lo particular y asociado a su compadre en ofensiva –que, claro está, no es otro que el enorme Damián Akerman-, a contramano de varios de sus compañeros que por la pobreza de sus rendimientos, deberían haberse retirados con una nueva derrota.

El miércoles nos espera San Juan e Instituto de Córdoba por los 24avos. de final de la “Copa Argentina”, con un Morón que volverá a tener en el banco de los suplentes al “Gato” Norberto Salvador Daniele, gracias al “oxígeno” que le aportara la igualdad agónica de Mariano Martínez, en lo que parece una constante de temporada en los enfrentamientos con Brown de Adrogué.

Sin margen para “virajes” de timón conductivos, pero principal y seguramente, sin tiempo para la búsqueda de soluciones para contrarrestar o cuanto menos paliar, los graves y endémicos problemas que aquejan a este Deportivo Morón, hoy por hoy más “carne de diván” que “harina” de tácticas o estrategias futbolísticas.

Veremos hasta dónde nos conduce la tozudez humana, de aquél que pretende obtener resultados diferentes, partiendo de una única y repetida receta. Por lo pronto, y quien la tuviera a mano, que acerque urgente una brújula y pregunte por el “Gato” Daniele. 




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