En efecto, durante los últimos días y tras la derrota en el
clásico, frente a Nueva Chicago, en concomitancia con la continuidad de las insólitas
expresiones pseudo-místicas y cuasi oscurantistas, sobre el inequívoco efecto
nocivo de los “mala leche”, los “mala onda”, los “negativistas” y/o
“escépticos” y hasta de los estigmatizados “mufas”, surgió en escena un nuevo
slogan o “caballito de batalla”, esta vez, mucho más elaborado y de supuestos
alcances trascendentales, salvo para los “anti-Morón” y los golpistas y
desestabilizadores de siempre.
El “proyecto”, desde lo meramente argumental, ha venido a
justificar (o intentarlo, por lo menos), la oportunidad y felicidad de la obstinada
continuidad de un proceso futbolístico, que desde los números se da de bruces
cada semana, con la realidad de una campaña tan paupérrima, que lejos de dar
alguna mínima señal vital, nos mantiene en terapia intensiva y con pronóstico
reservado (aquél rodeo dialéctico al que recurren con frecuencia los médicos
terapistas, todo vez que estamos “más cerca del arpa que de la guitarra”, pero
se entiende que resulta cruel y hasta despiadado ponerlo en términos tan crudos
y elocuentes).
Asimismo, la intención de defender la prolongación
indefinida, de un gestión a cargo de una cartera deportiva profesional que,
como tal, se rige por resultados y, en consecuencia, ellos evidencian una marca
insostenible de un punto obtenido sobre dieciocho posibles, a través del novel
recurso discursivo del “proyecto”, pretende dejar a sus detractores como una
suerte de miopes imbéciles, de imbecilidad insalvable e imperdonable, incapaces
ellos de ver un poco más allá de una simple “mala racha pasajera”, para poder
acceder a la paciencia necesaria y a la templanza que otorga la sabiduría de
los elegidos, antesala de los grandes logros e inolvidables alegrías que nos
aguardan por montones a la vuelta de la esquina.
Y esa clase deleznable de sujetos tan “ciegos”, que
evidentemente deben morar en “rotondas” (por aquello del triunfo que espera en
la primera “esquina”…), serán quienes deberán sudar lágrimas de sangre y pedir
perdón de rodillas, cuando se acerque la hora de la felicidad plena y los
festejos por los triunfos deportivos del “proyecto” a largo plazo; e inunden
las calles de nuestra ciudad y los playones de nuestro estadio, únicamente con el
protagonismo de aquellos “iluminados” que supieron idearlo y llevarlo
acertadamente a la práctica, como de aquellos otros que aplaudieron (y sacaron
fotos…) aún en las malas, manteniendo la fe y la esperanza plenas en un destino
de grandeza escrito en letras de molde, a pesar del ataque y los “palos en la
rueda” de los insensatos y los incrédulos de siempre.
Para todos ellos, los que dudaron y mancillaron el buen
nombre y honor de los “padres” de esta “gesta”, traducido en el “proyecto” que
nos depositará en breve, en el sitial de grandeza que nos merecemos y nos tiene
el destino preparado, no habrá olvido ni perdón, como penitencia mínima
necesaria, por no saber diferenciar una simple racha adversa de un punto sobre
dieciocho posibles, y de doce goles en contra en seis partidos consecutivos
(con cuatro expulsados en igual cantidad de juegos), simples “daños colaterales”
y hasta bienvenidos, en presencia de la puesta en marcha de un “proyecto”
superador y que sin dudas vencerá al tiempo, sólo inadvertido por aquellos
necios “resultadistas” e intolerable agitadores de fantasmas derrotistas.
Y si por caso, el “proyecto” deviniese en un descenso de
categoría, como otra consecuencia mínima del derrotero de triunfos que nos
deparará la vida y las bondades del “proyecto”, deberemos asumirlo y aceptarlo
hasta con algarabía, de confiar ciegamente en los alcances trascendentes del
mismo “proyecto”, fuente de toda razón y justicia, más allá de ocasionales
malas rachas y resultados adversos momentáneos.
Porque, primero está el “proyecto”, luego los “hombres del
proyecto” y por último las instituciones, verdaderas cáscaras vacías y sin
historia ni mérito, antes del “proyecto”, y por lo tanto subordinadas a las
decisiones y convicciones inquebrantables de los “padres” del divino
“proyecto”; aún en los tiempos difíciles de temporarias rachas adversas de uno
sobre dieciocho puntos posibles, verdaderas pruebas de fuego para retar las
fortalezas de los grupos y, al mismo tiempo, identificar claramente a los
herejes y enemigos mortales del sacrosanto “proyecto”.
Ya que, entre otros tantos beneficios del “proyecto”, se
halla la capacidad de unir a los hombres y los conglomerados humanos, que si
bien incapaces de ganar un sólo partido, a un paso del descenso, podrán
permanecer unidos por siempre, fuertes de espíritu y de carácter, aunque
permanezcan con los pies atados y perdidos en cuanto campo de juego el
“proyecto” los conduzca.
Y en definitiva, si el “proyecto” necesitare de
personalismos extremos y decisiones erráticas y obstinadas hasta el hartazgo, a
contramano de la lógica pagana y prosaica de los números y las verdades
futbolísticas más elementales, deberá tolerarse sin crítica y con estoicismo,
aunque en principio nos parezca que nos conduzca al abismo, puesto que se
tratará, sin duda alguna, de uno de los tantos y recónditos misterios del
alabado “proyecto”.
Los personalismos destruyen las instituciones, porque los
hombres se colocan por encima de las mismas… Y las terminan aplastando con sus
egos…, diría un blasfemo y acérrimo enemigo del “proyecto”, ensimismado en su
falta de fe, negativismo, mala onda, mala leche, “muferío”, “caricocho” y otras
elevadas plegarias por el estilo.
¿Pero qué podrá saber tal sujeto?, imbécil de imbecilidad
insalvable, ignorante por completo de las verdades reveladas por el “proyecto”
a sus protagonistas. Sacerdotisos del “proyecto” que, aún en la categoría
futbolística que el “proyecto” determinase en su derrotero de gloria, deberá
ser bienvenida y hasta agradecida por las instituciones que, como la nuestra,
se han de ver bendecidas por el “proyecto” y sus representantes, sin reparar en
la posibilidad inminente de un descenso deportivo.
Si en definitiva, y antes del “proyecto”…, no existía nada…,
ni los socios, ni los hinchas, ni la historia, ni el estadio, ni la camiseta,
ni los colores, ni el orgullo, ni el prestigio… Ni el CLUB. Sólo la espera
paciente y sabia de un grupo de iluminados, aguardando la llegada mágica del
“proyecto”.
Dios salve al “proyecto”. Y condene a los herejes al fuego
eterno de la “C”… Mala onda, mala leche, muferío, “caricocho”.
Larga vida al "proyecto".
Larga vida al "proyecto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario