jueves, 4 de abril de 2019

Renunció Alberto Meyer

Tras el "papelón" institucional sin precedentes, del director técnico que anunciado doce horas antes, finalmente no fue, luego de una muy desafortunada reunión de Juan Pablo Pumpido y sus asistentes con el presidente Alberto Meyer, los tiempos en el cargo del ahora ex "mandamás" del Deportivo Morón comenzaron a "pender de un hilo", tan fino como su "cordura" en los últimos tiempos.

De esta manera, luego de ese penoso episodio, que literalmente "espantara" a Pumpido (quien arribara al Oeste desde Santa Fe, con un acuerdo cerrado por teléfono), y originara casi de inmediato, la renuncia del director deportivo del club, Angel Moretto, quien luego aceptaría permanecer en su rol hasta el final del campeonato, por pedido expreso del plantel, en el seno de una comisión directiva cansada de las actitudes personalistas y "caprichosas" del ex presidente, significó tal vez el "empujón" anímico necesario para animarse a tomar una decisión "colegiada", consensuada e imprescindible para la "salud" institucional a presente y futuro.

En efecto, y luego del último "ladrillo en la pared", de la reunión pautada con otro entrenador, Martín Astudillo, durante el mediodía del miércoles, a instancias del propio Meyer y, fiel a su estilo de siempre, pero exacerbado en los últimos tiempos, "apurada" en soledad y a espaldas del resto de sus pares, la confirmación de la misma, no sin lógica molestia, vía mensajes entre varios integrantes de la directiva, determinaría la llegada e incorporación al cónclave del vicepresidente, Roque Labbozzetta, a fin de impedir que Alberto Meyer "cerrara" a otro DT, de manera inconsulta, y en definitiva, repetir la "experiencia vergonzosa" del desaire a Pumpido, en este caso con Astudillo, pero por la posterior negativa de sus pares de directiva.

Así las cosas, convocados a reunión de comisión directiva para la tarde-noche del miércoles, los pares del presidente acordarían por unanimidad, el pedido de renuncia al presidente (de lo contrario, los que se hubieran alejado en "masa", habrían sido la totalidad del resto de sus miembros), mientras el presidente aguardaba por la resolución de la misma, en una estación de servicio, a pocas cuadras del Nuevo Francisco Urbano, sobre Hipólito Yrigoyen, en una imagen de "soledad" que revela el estado de "cero" consenso que supo "ganarse" por deméritos propios, no sólo entre los socios e hinchas, sinó también entre sus propios compañeros de comisión.

Enterado de la decisión unánime de la directiva, Alberto Meyer habría prometido redactar su renuncia en la mañana de este jueves, situación que se concretaría con cierta demora, por algunas condiciones personales y tras solucionar detalles formales, puesto que se requiere de algunas firmas para oficializar en actas, la decisión política e institucional ya concretada: que Alberto Meyer ha dejado de ser el presidente del Deportivo Morón.

Sin acefalía alguna, ni necesidad de convocar a elecciones anticipadas, puesto que a partir de su oficialización legal y formal, Roque Labbozzetta asumirá como nuevo presidente, mientras que Oscar Richelet, vocal titular 1°, ejercerá el cargo de vicepresidente, que la vacante de Labozzetta generara en los hechos, ante su promoción al máximo cargo.

Excéntrico, impulsivo, autoritario, "loco" asumido con "orgullo", "caprichoso" y políticamente "un elefante en un bazar", además de cultor de un estilo personalista extremo, de gestión centralizada y única, donde todas las decisiones debían pasar por él o no pasaban, más propio de los dirigentes de clubes de los '70, que de las exigencias de las instituciones modernas, Alberto Rubén Meyer desde su vuelta en junio de 2016 (ya había ejercido el cargo, en el pasado, entre 2004 y 2010, con la resolución de la "convocatoria de acreedores", en el medio), dilapidaría en demasiado poco tiempo y fiel a su necedad sin remedio, el "capital" público de haber sido el "presidente del campeonato" de 2017, más allá de haber continuado un proceso futbolístico serio y bien fundamentado, de parte de la gestión anterior, con el mérito personal de haber mantenido dicho plantel y cuerpo técnico, y sí, haber equilibrado las cuentas "heredadas" en "rojo".

Con una primera gestión regular, de un buen primer año y un segundo donde ya evidenciaría los errores de fondo y forma que determinarían su "debacle" posterior, su pésima gestión desde mayo de 2018 en adelante (y con mandato hasta abril de 2020) , ensimismado en su concepción de ser el "dueño de la lapicera" y por lo tanto, arrogándose la facultad de decidir a su antojo y en soledad, "ninguneando" permanentemente a propios y extraños, bajo la penosa consigna de "yo la pongo, yo decido, y sinó conseguila vos", Alberto Meyer supo "ganarse" un descrédito impensado para un presidente "campeón" en junio de 2017, sumado a malas decisiones con referentes históricos del club, como ocurriera con el malogrado retorno de Román Martínez, "capricho" exclusivo del hoy ex presidente, impagable desde todo punto de vista y que pese a la oposición de sus pares, insistiría con una contratación "rutilante" y esperada por muchos, que terminaría en un escándalo penoso, con el consecuente costo público para un jugador surgido e identificado con Morón y que hoy, lamentablemente, tendría problemas en volver a sentarse en la platea, como un hincha más, tal cual solía hacerlo hasta su frustrado regreso.

En definitiva, y desde la fecha, la historia institucional dirá que renunció el presidente en funciones, Alberto Rubén Meyer, por razones personales, pero detrás de la formalidad quedarán los verdaderos motivos de un "adiós" anunciado, de alguien que llegó para "reflotar" un club en crisis económica profunda y que, por la exacerbación de sus actitudes autoritarias, necias y de soberbia, terminó por alejarse en silencio, solo y por la puerta de "servicio".

Que sea el puntapié inicial para la búsqueda de un Deportivo Morón inclusivo, abierto, democrático y participativo, donde la institución vuelva a situarse por encima de cualquier nombre y apellido o "billetera gorda".


@elgallogustavo.



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