Morón ganó el partido que debía ganar.
Primero, porque necesitaba imperiosamente sumar de a tres, luego de hilvanar una racha "nefasta" de seis partidos sin ganar, con tres empates y otras tantas caídas, desde la "alegría" de "local", en el "Ciudad de Caseros", frente a Tristán Suárez, por la tercera jornada del actual certamen de la Primera Nacional.
Segundo, porque provenía de cuatro "salidas" del Oeste con derrota, tanto es así, que de cinco cotejos en calidad de visitante, sólo se había impuesto con autoridad en el debut, ante All Boys en Floresta, y luego perdió todos los puntos que disputó lejos de "casa": Ferro en Caballito, Gimnasia y Esgrima en Jujuy, Barracas en Olavarría y Luna y Rafaela en el "Nuevo Monumental".
Tercero, porque pese a las desmentidas oficiales, del resultado de este domingo en Adrogué, dependía la continuidad o no del cuerpo técnico, con un Lucas Bovaglio con fuertes cuestionamientos desde diversos sectores, aún desde aquellos que lo eligieron para el cargo, por lo que sus dirigidos debían "defenderlo" más que nunca dentro de la cancha.
Y cuarto, porque Morón además de imponerse merecidamente en un reducto siempre complicado, como el "Lorenzo Arandilla" de Adrogué, ante un rival ordenado y duro como el Brown de Pablo Vicó, de buen rendimiento en el torneo, el Gallo se sobrepuso a sí mismo, a sus propios miedos, confusiones y dudas, para aprovechar algunas de las chances que tuvo y sacar la ventaja, y más tarde completar la tarea, defendiendo con concentración y acierto la ventaja, a pesar que el rival le jugara de la manera que más le ha "dolido" a la fecha: llenándole el área de centros y "pelotas paradas", en procura de aprovechar la altura de sus puntas o alguna distracción visitante.
Con varios cambios en la formación inicial, quedaba claro que Bovaglio se jugaba su última "carta", razón por la cual apostara a conformar un doble cinco de mayor contención y lucha en el medio, con Norberto Palmieri y Cristian Lillo, dejando con mayores responsabilidades de creación a Gastón González, con el sacrificio y el despliegue que aportaría Alan Schönfeld por derecha, y la "frescura" de Santiago Sala, por primera vez como titular, a la postre la figura de la cancha, que habría de entenderse de muy buena manera con la también juventud de Tobías Zárate, un hijo del "Roly" que comienza a "pagar" con goles, la confianza depositada desde el cuerpo técnico.
Asimismo, más allá de las modificaciones tácticas referidas, que dejaran en el banco de los suplentes a Luciano Guaycochea y Alan Salvador, e incluso fuera de los "20" a Matías Gómez, en la tarde de Adrogué se produjo el debut absoluto en la zaga, de Braian Molina, quien mostrara "credenciales" de calidad y trayectoria (jugó copas continentales con la camiseta del Macará ecuatoriano, último club hasta diciembre de 2020), en reemplazo de Cristian Paz, ausencia obligada por haber arribado a las cinco tarjetas amarillas acumuladas.
En el inicio del "pleito", y como suele pasar con este equipo, Morón intentó hacerse de la pelota y presionar cerca del área "Tricolor", claro que las dimensiones reducidas del terreno de juego del Arandilla, conspiraran para que Morón pudiese ejercer el juego atildado que todos le conocemos, debiendo "arremangarse" y luchar, bastante más de los que gusta y puede jugar (pese a los magros resultados).
Así las cosas, promediando la primera etapa, en la que la visita ejercía el control de las acciones, aunque sin profundidad y era por lo tanto, superior a su rival, que ni siquiera había inquietado a Matías Mansilla, a los '34, una pelota recuperada cerca del área por Palmieri, producto de la presión "alta" referida, derivaría en una habilitación "exquisita" de Santiago Sala, que haciendo gala de su pasado de enganche, colocara un gran balón en "cortada", para aprovechar la "diagonal" en el área de Tobías Zárate, que "genética" mediante, con un toque de sutileza de zurda, la impulsara lejos del alcance del "eterno" Martín "Laucha" Ríos, para el merecido uno a cero del Gallito.
En los minutos subsiguientes, Morón podría haber definido el encuentro, con un impecable cabezazo de "Santi" Sala, tras el tiro de esquina desde la derecha, a cargo de Gastón González, y segundos más tarde, un remate apenas ancho del propio González, desde el borde del área, luego de un muy buen gesto técnico, para ganar el espacio, controlar el balón y hacer pasar de largo al defensor, en su intento desesperado por cubrir el derechazo de "sobrepique", apenas desviado sobre el "caño" derecho de Ríos.
Ya en el descuento, en un primer tiempo en el que Morón controlara a su rival, más allá de algún cabezazo esporádico y bien controlado por Matías Mansilla, en la última jugada de la etapa, Jorge Broggi, árbitro del encuentro, sancionaría un penal insólito, no sabemos bien si por un empujón inexistente o una mano inadvertida. "Justicia divina", un minuto más tarde, Matías Mansilla se redimiría de sus malas actuaciones pasadas, adivinando el palo derecho como destino del balón, para quedarse con el penal ejecutado por el volante central "Tricolor", Pablo Cortizo.
Ya en el complemento, era de "manual" que Brown de Adrogué, saldría a "ahogar" a Morón, llenándole el área chica de centros, a sabiendas de la "generosa" altura de sus puntas, Mateo Acosta (1.90) y Facundo Bruera (1.93), y también, de las ventajas que ofreciera a todos sus rivales precedentes, una defensa de Morón que padeció y mucho las "pelotas paradas" en el actual torneo.
Sin embargo, más allá de un gol anulado a Acosta, tras un tiro de esquina, por una clara posición adelantada, sancionada por el juez asistente, porque Jorge Broggi era evidente que no había visto nada, dada su pésima ubicación en la jugada, o algún remate desde afuera, en segunda jugada, la última línea de Morón jugaría su mejor partido, sin fisuras ni distracciones, neutralizando todos y cada uno de los intentos aéreos del local, con una sólida actuación de Mansilla y el debutante Molina.
De contra, Morón podría haber definido la "historia" también en el segundo tiempo, pero entre el cansancio y la falta de precisión en la "puntada final", lo obligaría a "sufrir" el resultado hasta el final, más por la peligrosidad potencial del rival y los "fantasmas" recientes de Morón, que por los méritos auténticos de un Brown de Adrogué, que intentó son voluntad e intensidad, pero sin ideas ni claridad.
Para destacar, además de la saludable "reaparición" de Santiago Sala, reemplazado luego por Alan Salvador, el despliegue y el sacrificio de Alan Schönfeld, tanto en ataque como en defensa, y otro interesante partido de Tobías Zárate, que más allá de convertir su tercer gol con la camiseta del Gallo, partido tras partido va demostrando que la "genética" es una "ciencia exacta".
El abrazo final de los jugadores en el "Lorenzo Arandilla" y la algarabía del cuerpo técnico, evidenciaron que Morón ganó el partido que debía ganar, imponiéndose merecidamente a un duro rival, en un escenario siempre "chivo", pero fundamentalmente, corrigiendo errores y sobreponiéndose a sí mismo, a sus miedos, confusiones y contradicciones.
Enhorabuena. Ahora a ratificar todo lo bueno, frente a San Martín de San Juan, en una semana exacta, en el Nuevo Francisco Urbano.
El "desahogo" tan esperado.
@elgallogustavo.
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