Hacía realmente mucho tiempo que un encuentro no generaba tanta expectativa, en la previa, como el suscitado en la tarde-noche del último sábado, con la visita de Chacarita al Francisco Urbano.
Habrá sido por la vuelta del
“Funebrero” al Oeste, tras más de catorce años, justo en el último semestre de
vida de nuestro entrañable estadio. Habrá sido por la reedición del último gran
clásico de la categoría, luego del ascenso conseguido por Nueva Chicago, vía
Reducido, en la pasada temporada 2011/2012. O habrá sido porque ambos llegaban
al choque en posiciones expectantes, distanciados entre sí por un solo punto, a
favor de la visita, y a cinco y seis unidades respectivamente, de un líder como
Atlanta que, lejos de consolidarse en la cima, semana tras semana renueva las
esperanzas de sus perseguidores, al perder terreno en la lucha por el
campeonato, por alternar malas y buenas, en el marco de uno de los torneos de
la “B” Metro más regulares (para abajo), que se tengan memoria.
Sea por lo que fuese, el Pueblo
del Gallo respondió como siempre y aún más que otras veces, con una
movilización en los días previos como no se registraba desde, tal vez, aquellas
fatídicas finales perdidas en Varela y luego en el mismo Urbano, ante Deportivo
Español, y con una asistencia de público superior a cualquier jornada
multitudinaria de los últimos tiempos, quizá también desde algún choque clásico
ante los de Mataderos, en tiempos de Bongiovanni, Marcos Fernández y telón de
estreno.
Y no por casualidad la memoria
nos conduzca de regreso a Defensa y Justicia y la tarde con incidentes de los
tres goles anulados, la terna arbitral más “negra” de nuestra historia y la
inexpugnabilidad de un Gastón Loza (arquero del “Gallego”), figura descollante
de un Español “incentivado” a arruinarnos la fiesta. Es que nuevamente cuando
todo hacía prever un verdadero carnaval, dentro y fuera del estadio, un destino
empeñado en reabrir viejas heridas y jamás “curarnos” de espanto, en
complicidad con la reiteración contumaz de errores de idénticos y viejos
actores, haría que una vez más (y ya son muchas en los últimos años) pasáramos
del “deseo” a la “decepción”, sin escalas ni preavisos ni aspirinas.
Porque Morón tuvo quince minutos
de furia brillantes, estimulados por un marco sin precedentes, donde sacaría
diferencia de dos y hasta podría haber conseguido el tercer gol y de lujo, de
haber “calzado” el balón con justeza, el taco del botín derecho de Mariano
Martínez, en ese cuarto de hora donde todo parecía posible: la goleada en el
clásico o cuanto menos una victoria con autoridad ante el “Funebrero”, el sumar
y justificar rápidamente tres nuevos puntos para mantenerse expectantes en la
pelea mayor por el título y dibujar una sonrisa bien grande en el Pueblo
moronense, con festejo prolongado y merecido tras semejante despliegue de
sueños en las jornadas previas.
Sin embargo, y como en Varela,
ningún equipo del “Gato” Norberto Salvador Daniele se contentará jamás con la
victoria transitoria, ni intentará controlar el juego con inteligencia y
paciencia para, ordenada y estructuradamente, aguardar el momento preciso para
cerrar el cotejo con uno o más tantos, consecuencia directa de un proceso de
decantación natural y futbolera, donde quien lleva dos goles arriba se organiza
en defensa, deja venir al rival y factura de contra, neutralizando en
definitiva, toda clase de asedios, zozobras y en particular, “resurrecciones”
milagrosas de sus confundidos rivales de turno.
Pero es que en los equipos de
Daniele jamás habrá de transigirse el “golpe a golpe”, ni negociarse la
alternativa de acceder al tercer gol, antes que al primero. Y esta faceta del
juego planteado por el “viejo lobo”, ya no puede sorprender a nadie, pero mucho
menos a él que ha tenido su cuota parte de responsabilidad, en la dilapidación
de un ascenso, prácticamente consumado hasta el descuento, bajo la premisa
inclaudicable de cambiar ataque por ataque, en momentos en que el pragmatismo
futbolístico requería más bien, de “reventar” la pelota a cualquier parte y
perder todo el tiempo de juego posible. Propuesta de una gran osadía y sin
dudas que generosa, pero al mismo tiempo absolutamente errática e inadmisible,
cuando lo que se halla en disputa es un ascenso y en última instancia, se trata
y estamos hablando de la primera “B” Metro.
Porque este planteo repetido del
“Gato” Daniele, más allá de los ocasionales protagonistas, que procura trocar
el equilibrio por el verticalismo a ultranza, no hace más que constituir una
propuesta más que generosa, como dijimos, pero básica y efectivamente con cada
adversario de turno, a quienes les permite remontadas increíbles o pasar a la
historia por gestas asombrosas, cuyos ejemplos ya se cuentan por centenas de
encuentros, a lo largo de las distintas etapas en que Daniele se hiciera cargo
del banco de los suplentes del Gallo, en extremos dolorosos como la tarde negra
de Varela, o menos costosos como aquella goleada parcial 4-1 a Instituto, en Alta Córdoba,
allá por el ’94 en la “B” Nacional, que en poco más de ‘45 se transformaría en
un 4 a 4
“heroico” de los locales y que por falta de tiempo no terminase también en
derrota.
Resulta increíble, sin dudas,
saber que se cuenta con el máximo goleador del torneo y del fútbol argentino
por demolición, como lo es Damián Emilio Akerman (quien suma 21 en el
campeonato, 23 en la temporada y 119 con la camiseta del Gallito) y que aún así
el Deportivo Morón ni siquiera logra consolidarse a la fecha, entre los cuatro
conjuntos que clasificarán a un reducido sin ventajas deportivas ni promociones
desiguales como exiguo premio a semejante esfuerzo.
Y teniendo al lado a compañeros
de buen pie, que lo pueden acompañar (y de hecho lo hacen) acertadamente y
abastecerlo de igual forma, como Mariano Matías Martínez, Dante Martín Zúñiga o
Claudio Martín Cabrera, más allá de mejores o peores jornadas o momentos de
mayor o menor lucidez dentro de un mismo encuentro.
Pero si el Gallo puede resolver
cualquier cotejo, de tres cuartos de cancha en adelante, de igual manera es
capaz de complicarlo hasta el extremo, como ante el “Funebrero”, de la mitad
del campo hacia su arquero.
Porque el medio juego del Gallo
es una zona de tránsito para propios y ajenos, donde al buen pie y el criterio
de Lionel Coudannes, no se le ha podido jamás complementar la marca, el quite y
el anticipo necesarios, que requiere imperiosamente ese sector tan sensible del
terreno. Y ni hablar de las bandas, con dos enormes jugadores, como los mencionados
Dante Zúñiga y Claudio Cabrera, con una faz ofensiva determinante y
desequilibrante, pero con una contracara defensiva lenta e insuficiente.
Hasta llegar a la defensa,
verdadero nudo gordiano de este equipo que sufre ante cada centro o pelotazo
frontal y se ve permanente superado por los laterales, con una facilidad alarmante
y recurrente. Sin importar el nombre propio del jugador ni el adversario
ocasional, la mayoría de los goles recibidos han venido a partir de la falta de
contención sobre los laterales o mediante pelotazos frontales y lineales que,
por previsibles, no han dejado de complicar a una zaga insegura, inconexa y
permeable, y por si fuera poco, con una tendencia reiterada a desempeñarse
peligrosamente en línea.
Por último, y a pesar de ostentar
la delantera más efectiva y letal de la “B” Metropolitana, este Deportivo
Morón, versión 2012/2013, ha adolecido hasta el momento, de un generador de
juego confiable y consecuente, a partir de un Armando René Lezcano que jamás ha
logrado consolidarse como el enganche indiscutido de este equipo, pero aún así
y a pesar de sus vaivenes de rendimiento, infinitamente superior a un Mariano
Messera que, concebido originalmente por el cuerpo técnico, como titular desde
el arranque, no ha mostrado más que sus pergaminos y su dilatada trayectoria,
presente en su currículum, pero ausente sin aviso dentro del campo de juego, en
casi siete meses desde el comienzo de temporada.
Con todo, no podríamos aventurar
vaticinios de dudoso cumplimiento, sobre la despedida definitiva de la lucha
por el campeonato o la postergación de sueños de ascenso, aún a pesar de los
nueve puntos que hoy nos separan del liderazgo, en presencia de un torneo
signado por la irregularidad, el mal juego y la vulnerabilidad de los equipos
que pese a sus enormes limitaciones, continúan perfilándose como los grandes
aspirantes al título.
Ojalá puertas adentro, los
“viejos actores” protagonistas de aquellas epopeyas, varias veces ajenas,
revean antes que sea aún más tarde la propuesta sólo generosa con los rivales,
de un “golpe por golpe” que, a fuerza de disgustos, nos tiene el cuerpo y el alma
llenos de magullones. Cambiar no siempre es de débiles o sin convicción, ni
“morir en la suya” de valientes ni convencidos.
Será que, en definitiva, del
pasaje sin escalas ni preavisos ni aspirinas, del “deseo” a la “decepción”, en
Morón ya estamos todos podridos.
Hay que recordar que aquel parido con Instituto que ganabamos 4-1 teniamos 2 jugadores de mas y nos empataron 4-4.
ResponderEliminaryo ya me cansé del Gato, creo que con este plantel y como se está dando el campeonato con otro tecnico estariamos arriba
Muchas gracias por el dato, Mauricio..., no recordábamos el detalle de los dos jugadores de más, aquella tarde en Alta Córdoba.
EliminarCreo que despues nos expulsaron alguno a nosotros tambien, pero en un momento ganabamos 4-1 con 2 mas.
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