Y lamentablemente, el poder impune e impúdico no sabe de "amistades" de años, ni de "códigos", ni de escrúpulos, solamente reconoce el límite de sus intereses y negocios personales.
Porque esta vez Morón, como sucediera en los cuartos de final con Gimnasia y Esgrima de Jujuy, fue víctima de uno de los "robos" más anunciados en la historia "criminal" argentina y sin embargo lejos de impedirlo, nos sometimos mansamente a los designios miserables de esos dos o tres "pillos", que se creen dueños del fútbol campeón del mundo.
Y es que Morón empezó a perder el pleito con Deportivo Madryn, en la semana, cuando permitió una de las decisiones administrativas más insólitas en la historia de AFA, y de los disparates jurídicos más absurdos e injustos que se tenga memoria, cuando el Tribunal de Ética (??) de la Asociación del (ex) Fútbol Argentino, sancionó en tiempo récord y sin espacio real de descargo a Walter Otta, por declaraciones que jamás formuló a ningún medio periodístico, impidiéndole de manera absurda y premeditada dirigir a su equipo a tres días, uno sólo hábil, de una semifinal por el ascenso a la Liga Profesional.
Evidentemente, en algún momento en que estábamos distraídos, la AFA cambió su status jurídico sin previo aviso, con destino a una suerte de "principado", con un ordenamiento legal a contramano de la Constitución Nacional, desconociendo con total desparpajo e impunidad, la presunción de inocencia y el debido proceso, garantías fundacionales e inalienables de nuestro sistema republicano de gobierno.
Y es que no bastaron 34 fechas de la fase regular, en que Deportivo Madryn gozó impúdicamente de los beneficios ilegítimos de este arbitraje corrompido por Federico Beligoy, sino que hizo falta descalificar al "Lobo" jujeño en el escritorio de la propia AFA y a Morón despojarlo, siquiera de la posibilidad de acceder a la final, a través de otro "sicario" del "brazo armado" afista, los árbitros (o por lo menos, muchos de ellos), especialmente de aquellos que responden al poder solapado de Pablo Toviggino, el tesorero de AFA que disciplina a través del terror y las cartas documento, mientras solidifica su poder territorial lejos de Buenos Aires y hasta con una "escuela" propia de arbitraje, como base de sustentación de un proyecto propio, que en cualquier momento se "carga" al propio Claudio "Chiqui" Tapia, como suele suceder en todas las organizaciones mafiosas, a lo largo de la historia.
En este sentido, el error mayor lo cometió Nicolás Ramírez, cuando intentando no dilapidar su carrera de árbitro, pese a las directivas de sus mandos naturales, cobró un penal que pudo obviar, como en el mismo encuentro se hizo el "zonzo" con goles legítimos y penales en favor de Gimnasia de Mendoza, y le negó al equipo de los mellizos Sastre el "capricho" del ascenso a tres minutos del final y luego, demasiado tarde, se dieron cuenta que a este equipo menos que mediocre, sin historia, ni infraestructura, ni más fundamentos que la prepotencia obscena de su poder político y económico circunstancial, le iba a resultar imposible sortear un Reducido por méritos deportivos propios, y debieron pergeñar el mayor "atraco" del fútbol argentino, "herido" de manera mortal e inmoral por estos personajes oscuros, lejanos y miserables.
Y es que Pablo Echavarría cumplió sus órdenes al pie de la letra, configurando uno de los arbitrajes más bochornosos que se tengan registro, puesto a asegurar el pase a la final de Deportivo Madryn, desde inventar con "fortuna" (para él y sus intereses), una "falta" de Juan Manuel Cabrera que no fue y que propició el gol del triunfo de los locales, mediante un cabezazo de Santiago Postel, su número "6", empujando hacia abajo e impidiéndole saltar a Franco Vázquez, a los 14' del primer tiempo.
Y luego una sucesión de fallos, no polémicos, directamente vergonzosos, como las dos patadas de roja directa que sufrió Juan Manuel Olivares y que ni siquiera les pareciera de amonestación, tanto del volante central de Madryn, Federico Recalde, que debió ser expulsado y sin embargo recién vio la amarilla cuando restaban segundos para finalizar el encuentro y el "planchazo" criminal de Ezequiel Montagna, el "18" local, también de expulsión directa, que hubiese devuelto la igualdad numérica, minutos después de la irresponsabilidad de Livera (de hecho, Deportivo Madryn fue el equipo con menos expulsados y hasta amonestados del torneo).
O todas las "chiquitas", clara y previsiblemente sancionadas en favor del local, o el penal no cobrado, en el complemento, en perjuicio de Fabricio Sanguinetti, que de haber sucedido a la inversa, seguramente hubiese sido sancionado con el tiro desde los doce pasos y la expulsión del agresor. O los tiros de esquina no cobrados para Morón y cambiados por saque de arco, sin que ningún árbitro asistente vea nada diferente.
Lo único que no se le puede reprochar a Echavarría es la expulsión de Joaquín Livera, que nunca estuvo a la altura de las circunstancias (a pesar de haber levantado su pobre nivel inicial, en las últimas fechas de la fase regular y el Reducido) y que por una acción insólita e irresponsable, se la dejó "servida" al árbitro para sacarle la roja y dejar a Morón aún más condicionado y complicado, apenas iniciado el complemento (siete minutos) y con el resultado adverso.
Sin embargo, Echavarría, "viejo muñequero" en estas lides de beneficiar a los locales del interior, en algún momento se dio cuenta que, aún con la diferencia a su favor en el resultado y con un jugador de más, era improbable que la escasa jerarquía de Madryn le permitiese definir el duelo con otro gol y, como contrapartida, en una par de contras, el Gallo demostró que podía llegar al empate, ya sea por méritos propios o deméritos de la última línea rival, y entonces debió redoblar lo bochornoso de su arbitraje, sin "ponerse colorado", con tal de cumplir la orden con la que fuera designado para el partido.
Y los incidentes del final, también fueron previsibles desde la semana, en que Morón empezó a perder el partido, en los escritorios de AFA, con Facundo Giacopuzzi, el "compadrito" número "2" local, empujando y tirando al piso a Gastón González y luego de las primeras escaramuzas, cuando todo tendía a normalizarse, la trompada cobarde y artera, por la espalda, de Germán Rivero a Jonathan Berón, que terminó por desmadrar lógicamente, algo que Echavarría se ocupó de desnaturalizar durante el partido, con la represión de la policía a jugadores y cuerpo técnico de Morón, con palazos y gas pimienta, impidiéndoles acceder a la manga, donde los locales seguían provocando, detrás del "escudo" de la infantería, mientras desde la tribuna arrojaban botellas de vidrio y el árbitro del encuentro, satisfecho con la labor cumplida, se ubicaba a 20 a 25 metros de la escena, resguardado junto a sus asistentes, por no menos de quince efectivos policiales (mientras los protagonistas visitantes sufrían los efectos del gas irritante).
Y ni hablemos de la televisación, el mismo día y a la misma hora de la definición de la Liga Profesional y en la opacidad de la transmisión de una señal que pocos tienen y que encima ni siquiera iba por los canales habituales, sino por los codificados o su app. Pero "todo normal", cosas de los derechos de televisación, nada para sospechar de antemano.
Quizás el problema comenzó mucho, pero mucho antes, cuando naturalizamos que en el "principado" de AFA, una votación con 75 asambleístas, diera empate 38 a 38.
Y es que, a partir de allí, los nuevos "dueños" del fútbol, se sintieron con la impunidad suficiente para corromper al deporte más hermoso del mundo, en el país de los últimos campeones, a partir de la desnaturalización de lo más elemental: el juego mismo.
Todo ello, claro está, con la complicidad activa o tácita, de una dirigencia de nuestro medio, que ha resultado funcional, cuando no cómplice, por acción y omisión, esto es, en definitiva, por connivencia o cobardía.
Pero todos (o demasiados), en algún grado, somos responsables de este robo. Por pedir que nos callemos la boca, por autocensurarnos, por creer que se "habla sólo dentro de la cancha" y no antes, porque es de "llorones", por estar más preocupados en congraciarnos" con la mafia que en defender los intereses de nuestro club, por creer que este fútbol corrupto se maneja de esta manera, y que debemos acatar sus nuevas reglas no escritas, "porque hoy nos cagan, pero mañana nos benefician".
Dejemos de ser tan pelotudos, desde nosotros mismos, y tengamos dignidad, no pleitesía a los corruptos.
Mención final, pero no menos importante, para Walter Otta, su cuerpo técnico y este plantel maravilloso que nos regalaron una ilusión inmensa, y que de no mediar lo indigno, lo vil, lo mugriento, lo asqueroso y repugnante, en que algunos han convertido al fútbol campeón del mundo, hubiese podido y merecido jugar hasta la final por el primer ascenso... Pero "shhhhhh"..., silencio 🤫, no digamos nada, no nos quejemos, así no nos cagan en el Reducido...
Qué sabio, además de capaz y buena gente, que sos Walter Nicolas Otta, cuando nos pediste "que no nos ilusionemos", luego de otro despojo arbitral, frente a Colón en Santa Fe.
Cierre de una temporada maravillosa, que para nada merecía este final injusto, anunciado y bochornoso.
Pero no digamos nada... Que por ahí nos prometieron que en 2026...
Y dale que va.
@elgallogustavo.
Ivo Costantino y los efectos del gas pimienta.