En la vida, nadie puede obligarte a nada, salvo que seas muy cobarde o debas demasiados favores.
Todo lo demás que te quieran decir es puro cuento, excusas baratas para disfrazar la realidad, con tal de no asumir o disimular que se es cómplice o empleado de quien detenta el poder de turno.
Siempre hay espacio para la rebeldía, el único requisito es tener dignidad y no agachar la cabeza ante nadie, aunque la relación de poder no sea equivalente, como también suele suceder en esta vida.
Es preferible morir de pie, que vivir arrodillado, porque de la entrega y la sumisión, difícilmente se vuelva íntegro.
En este punto: uno no elige cómo morir, pero sí cómo vivir.
Y en este fútbol argentino, como en la sociedad en su conjunto, la crisis de representatividad es absoluta, y no precisamente por culpa de los representados, sino por la traición al mandato de sus representantes.
"Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes", decía con acierto un viejo líder político, al que muchos invocan, pero muy pocos (casi nadie) emulan en su convicción y ejemplo.
Hoy todo es pose, impostación y mentira, en un circo que nos mantiene entretenidos a la mayoría, mientras unos pocos se la llevan toda, a expensas de nosotros mismos.
Y en este "Cambalache" infame, todos "manoseados", la mayoría silenciosa mantiene el negocio de una minoría sin límites, en su afán desmesurado de guita, poder e impunidad obscena.
Por eso, no tiene más sentido comentar un partido de fútbol, que ya todos nos dimos cuenta que está digitado de antemano, desde el escritorio fastuoso de un burócrata, delincuente de "guante blanco" que se vale de cualquier recurso (legal o no, legítimo o ilegítimo), sin pudores ni reservas, con tal de poner al fútbol al servicio de sus intereses personales.
No tiene más sentido, muchachos, no lo tiene.
Comentar desde estas líneas, 34 partidos, o incluso más, si fue penal, si el gol estuvo mal anulado o los cambios no surtieron el efecto deseado, cuando llegado el momento, desde ese mismo escritorio, bien lejos de la cancha y de los verdaderos protagonistas, uno o más personajes nefastos se "cargan" tus ilusiones, las nuestras y las de los jugadores y técnicos, con el aval implícito o acordado de aquellos que tienen que defender los intereses de los clubes y sus verdaderos dueños: los socios e hinchas.
El que tenga miedo, que se compre un perro. Y el que no esté a la altura, que de un paso al costado. Pero está claro que jamás, ninguna "rata" estará dispuesta a soltar el "queso". Aunque le quede grande la porción.
Es más, una vez acorraladas, seguramente se volverán más agresivas y feroces, capaces de defender su "botín" a toda costa, ante cualquiera que las haga sentir amenazadas.
Y es que, en definitiva, entre los "roedores" mayores y las "lauchas" de cabotaje, hicieron mierda el deporte más hermoso del mundo, destruyendo su esencia misma: el juego limpio, el mérito y la lealtad deportivas.
Por eso, hasta acá llegamos, amigos. Después de 17 años ininterrumpidos de comentar partido tras partido, de alegrías y tristezas, de decepciones e ilusiones renovadas, pero siempre futboleras (más las "fichas técnicas" de cada uno de los refuerzos, a lo largo de la misma cantidad de temporadas), hoy sentimos que nos arrebataron los sueños, las ganas y que ya no tenemos nada más para contarles, porque hasta nos quitaron la credibilidad en el juego.
En la sospecha, no hay deporte.
Y no hay deporte, si no creemos ni confiamos en sus reglas y en quienes las imponen, administran, regulan y sancionan.
Lo lograron, hicieron mierda todo, con tal de quedarse con su porción de nada.
Llegará el día que de tanto rapiñar sin medida, no quede más "queso", ni gente con ganas de pagar para consumirlo.
Y, por supuesto, las "ratas" finalmente huyan.
Aunque el daño, irreparable, ya estará hecho.
Pobre del fútbol. Pobre de nosotros.
@elgallogustavo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario