domingo, 9 de marzo de 2014

Larga vida al "proyecto".

Y cuando pensábamos que habíamos vivido lo suficiente como para escucharlo TODO, en materia de repetidos y no por ello, reiterados intentos por justificar lo injustificable, nos sorprendimos con el acuñado de un nuevo y superador concepto: “el proyecto”.

En efecto, durante los últimos días y tras la derrota en el clásico, frente a Nueva Chicago, en concomitancia con la continuidad de las insólitas expresiones pseudo-místicas y cuasi oscurantistas, sobre el inequívoco efecto nocivo de los “mala leche”, los “mala onda”, los “negativistas” y/o “escépticos” y hasta de los estigmatizados “mufas”, surgió en escena un nuevo slogan o “caballito de batalla”, esta vez, mucho más elaborado y de supuestos alcances trascendentales, salvo para los “anti-Morón” y los golpistas y desestabilizadores de siempre.

El “proyecto”, desde lo meramente argumental, ha venido a justificar (o intentarlo, por lo menos), la oportunidad y felicidad de la obstinada continuidad de un proceso futbolístico, que desde los números se da de bruces cada semana, con la realidad de una campaña tan paupérrima, que lejos de dar alguna mínima señal vital, nos mantiene en terapia intensiva y con pronóstico reservado (aquél rodeo dialéctico al que recurren con frecuencia los médicos terapistas, todo vez que estamos “más cerca del arpa que de la guitarra”, pero se entiende que resulta cruel y hasta despiadado ponerlo en términos tan crudos y elocuentes).

Asimismo, la intención de defender la prolongación indefinida, de un gestión a cargo de una cartera deportiva profesional que, como tal, se rige por resultados y, en consecuencia, ellos evidencian una marca insostenible de un punto obtenido sobre dieciocho posibles, a través del novel recurso discursivo del “proyecto”, pretende dejar a sus detractores como una suerte de miopes imbéciles, de imbecilidad insalvable e imperdonable, incapaces ellos de ver un poco más allá de una simple “mala racha pasajera”, para poder acceder a la paciencia necesaria y a la templanza que otorga la sabiduría de los elegidos, antesala de los grandes logros e inolvidables alegrías que nos aguardan por montones a la vuelta de la esquina.

Y esa clase deleznable de sujetos tan “ciegos”, que evidentemente deben morar en “rotondas” (por aquello del triunfo que espera en la primera “esquina”…), serán quienes deberán sudar lágrimas de sangre y pedir perdón de rodillas, cuando se acerque la hora de la felicidad plena y los festejos por los triunfos deportivos del “proyecto” a largo plazo; e inunden las calles de nuestra ciudad y los playones de nuestro estadio, únicamente con el protagonismo de aquellos “iluminados” que supieron idearlo y llevarlo acertadamente a la práctica, como de aquellos otros que aplaudieron (y sacaron fotos…) aún en las malas, manteniendo la fe y la esperanza plenas en un destino de grandeza escrito en letras de molde, a pesar del ataque y los “palos en la rueda” de los insensatos y los incrédulos de siempre.

Para todos ellos, los que dudaron y mancillaron el buen nombre y honor de los “padres” de esta “gesta”, traducido en el “proyecto” que nos depositará en breve, en el sitial de grandeza que nos merecemos y nos tiene el destino preparado, no habrá olvido ni perdón, como penitencia mínima necesaria, por no saber diferenciar una simple racha adversa de un punto sobre dieciocho posibles, y de doce goles en contra en seis partidos consecutivos (con cuatro expulsados en igual cantidad de juegos), simples “daños colaterales” y hasta bienvenidos, en presencia de la puesta en marcha de un “proyecto” superador y que sin dudas vencerá al tiempo, sólo inadvertido por aquellos necios “resultadistas” e intolerable agitadores de fantasmas derrotistas.

Y si por caso, el “proyecto” deviniese en un descenso de categoría, como otra consecuencia mínima del derrotero de triunfos que nos deparará la vida y las bondades del “proyecto”, deberemos asumirlo y aceptarlo hasta con algarabía, de confiar ciegamente en los alcances trascendentes del mismo “proyecto”, fuente de toda razón y justicia, más allá de ocasionales malas rachas y resultados adversos momentáneos.

Porque, primero está el “proyecto”, luego los “hombres del proyecto” y por último las instituciones, verdaderas cáscaras vacías y sin historia ni mérito, antes del “proyecto”, y por lo tanto subordinadas a las decisiones y convicciones inquebrantables de los “padres” del divino “proyecto”; aún en los tiempos difíciles de temporarias rachas adversas de uno sobre dieciocho puntos posibles, verdaderas pruebas de fuego para retar las fortalezas de los grupos y, al mismo tiempo, identificar claramente a los herejes y enemigos mortales del sacrosanto “proyecto”.

Ya que, entre otros tantos beneficios del “proyecto”, se halla la capacidad de unir a los hombres y los conglomerados humanos, que si bien incapaces de ganar un sólo partido, a un paso del descenso, podrán permanecer unidos por siempre, fuertes de espíritu y de carácter, aunque permanezcan con los pies atados y perdidos en cuanto campo de juego el “proyecto” los conduzca.

Y en definitiva, si el “proyecto” necesitare de personalismos extremos y decisiones erráticas y obstinadas hasta el hartazgo, a contramano de la lógica pagana y prosaica de los números y las verdades futbolísticas más elementales, deberá tolerarse sin crítica y con estoicismo, aunque en principio nos parezca que nos conduzca al abismo, puesto que se tratará, sin duda alguna, de uno de los tantos y recónditos misterios del alabado “proyecto”.

Los personalismos destruyen las instituciones, porque los hombres se colocan por encima de las mismas… Y las terminan aplastando con sus egos…, diría un blasfemo y acérrimo enemigo del “proyecto”, ensimismado en su falta de fe, negativismo, mala onda, mala leche, “muferío”, “caricocho” y otras elevadas plegarias por el estilo.

¿Pero qué podrá saber tal sujeto?, imbécil de imbecilidad insalvable, ignorante por completo de las verdades reveladas por el “proyecto” a sus protagonistas. Sacerdotisos del “proyecto” que, aún en la categoría futbolística que el “proyecto” determinase en su derrotero de gloria, deberá ser bienvenida y hasta agradecida por las instituciones que, como la nuestra, se han de ver bendecidas por el “proyecto” y sus representantes, sin reparar en la posibilidad inminente de un descenso deportivo.

Si en definitiva, y antes del “proyecto”…, no existía nada…, ni los socios, ni los hinchas, ni la historia, ni el estadio, ni la camiseta, ni los colores, ni el orgullo, ni el prestigio… Ni el CLUB. Sólo la espera paciente y sabia de un grupo de iluminados, aguardando la llegada mágica del “proyecto”.

Dios salve al “proyecto”. Y condene a los herejes al fuego eterno de la “C”… Mala onda, mala leche, muferío, “caricocho”.

Larga vida al "proyecto".

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