martes, 19 de agosto de 2014

Es hora de cambiar, Morón...

¿De qué sirve empecinarse en un sistema táctico que, en la práctica, sólo genera incomodidad, inconformismo, desorientación y frustración en los protagonistas, indubitable durante los '90 de juego, como indisimulable en el semblanteo de los rostros, al cabo de los mismos?.

¿De qué sirve porfiar en la continuidad de una idea táctica que, a la sazón, origina el efecto exactamente contradictorio al buscado, cuando lejos de potenciar las bondades de un tridente ofensivo de innegable categoría para la "B" Metro, genera el aislamiento evitable de sus hombres de punta, y por lógica e indeseable consecuencia, una inoperancia en ataque que preocupa y remite a una verdad incontrastable: que calidad y cantidad, sin coordinación y armonía, no siempre van de la mano?.

¿De qué sirve empecinarse en un sistema que obliga al "Flaco" Sebastián Peratta a jugar permanente e innecesariamente adelantado, casi como un líbero (pero de voley, por el recurso extra del uso de la manos), desempeñándose constantemente al límite del error o, cuanto menos, del riesgo excesivo, en la previsión defensiva y la cobertura de una última línea, proclive a la descompensación y la inferioridad numérica ante cada retroceso, producto del desorden táctico y la ambición sistémica desmedida, de una idea interesante para el caso particular del Bayer Munich, aunque de dudosa adaptabilidad a nuestro medio y máxime en la "B" Metro?.

¿De qué sirve apostar ciegamente a un esquema que obliga a desbalancear desde el vestuario al mediocampo, depositando la responsabilidad de la marca en un par de sus protagonistas y la creación de fútbol como resultado de las bondades del armado colectivo, aunque sin intérpretes claramente predeterminados, lo que en definitiva y dependiendo de los rendimientos individuales y de conjunto, determine que a la postre nadie marque o todos lo hagan a destiempo, mientras que la generación de juego se torne tan anárquica como espasmódica, y los delanteros deban bajar indefinidamente para tomar contacto con un balón, que viaja demasiado por el aire en ausencia de ideas claras y patrones de juego virtuosos?.

¿De qué sirve, por mera ortodoxia táctica, convertirse en previsible para cualquier rival de turno, con prescindencia de sus virtudes particulares, al reiterarse en fórmulas de sencillo contraste para jugadores y técnicos adversarios, transcurridas tan sólo un par de fechas, a sabiendas de nuestros puntos flojos y problemas no resueltos, poblándonos el mediocampo y/o la ofensiva, con tal de imponernos superioridad numérica y a partir de ella, el usufructuo del balón y la ocupación del terreno, y en definitiva, invitándolos a neutralizarnos y  "hacernos partido", más allá de los nombres propios "pesados" que exhibe nuestra desorientada y errática plantilla?.

Y por la misma rigidez de ideas y esquemas predeterminados, de plausible intención en el pizarrón, pero impracticable desde el pragmatismo prosaico de los terrenos de juego del ascenso argentino, ¿de qué sirve "experimentar" en el marco de un torneo tan corto como el actual, que con la mitad de duración de las temporadas acostumbradas, ofrece muchísimo menos margen para la "prueba y error", máxime en presencia de un plantel absolutamente nuevo y con pocas horas de rodaje y conocimiento colectivo en su haber?.

Porque, en definitiva, ¿de qué sirve complicar lo no tan complejo, pretendiendo que el microondas funcione en el baño y el bidet en la cocina, cuando con un par de retoques y caprichos al margen, el material humano existe y se halla disponible, a tiro de cambio y rectificación de ideas y rumbos posibles?.

Y en ese sentido, el momento es AHORA. Y el cambio de esquema se impone por lógico imperio de las necesidades y la urgencias, así como por la prepotencia de los tiempos que se agotan con inusitada rapidez, en este Torneo de Transición 2014.

El mismo criterio de modificación de actitudes y comportamientos que debería evidenciar la dirigencia del Gallo, por respeto a los socios que pagan su cuota y a los hinchas que abonan su entrada y que, con justificable bronca e impotencia, pudieron ver por tevé no sólo la derrota del Deportivo Morón frente a Los Andes, por la mínima, sino también la agraviante contradicción de un partido disputado a puertas cerradas por disposición del APreViDe y, sin embargo, rebozante en número de asistentes y de rostros conocidos, que nada tenían que hacer en la "Platea Oficial Filiberto Ferrante", en ocasión de  hallarse restringido el acceso del público en general.

Sin dudas que, por una u otra razón... ES HORA DE CAMBIAR, MORON.

Gustavo Adrián Requelme.

2 comentarios:

  1. Gracias por hacer mencion de la impotencia que generaron las imgenes de la platea.me senti un pelotudo, me senti poco importante.una verguenza ver esa gente que empezo a ir a la cancha cuando asumio Spina. Una falta de respeto total impropia de muchos de los chicoa de la nueva comision que conozco y son buena gente pero en esta le erraron

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    1. De nada, Leo. Te aseguro que en nuestro caso, como socios e hinchas de muchos años, nos generó tristeza y vergüenza ajena, al igual que ocurriera en ocasión de la presentación del nuevo plantel y la discrecionalidad a la hora de cursar las invitaciones al evento. Es más, en nuestro caso particular podríamos haber ingresado, ya que estamos acreditados como medio partidario, pero al igual que en los anteriores partidos a puertas cerradas, decidimos no hacerlo para no traicionarnos como socios y, al mismo tiempo, por respeto a nuestros amigos y compañeros de sentimiento, imposibilitados de asistir al estadio. Esperemos que las imágenes que recogiera TyC no termimen perjudicando aún más al club, agravando la sanción todavía vigente. Saludos!. Gustavo Adrián Requelme.

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