Foto: gentileza, Eduardo Fabián Acuña. |
Entre las varias acepciones del término
anarquía una de ellas reza: “Desorden,
confusión o barullo por ausencia o flaqueza de una autoridad”, y el
problema es mayúsculo si el capitán del barco luce perdido. Morón cayó sin
atenuantes ante Acasusso y luce sumido en un coma que se agrava fecha a fecha.
Salvador Pasini ya no es más DT del club.
Tras el vía
crucis de finales de Mayo -en un trance perverso con el descenso-, el
inicio prometía ser primaveral: Pasini, salvador,
al mando; Akerman como bastión futbolístico, una cúpula dirigencial renovada y
el retorno de Peratta para suplantar a Migliardi. Estos nombres propios, sumado
al condimento de ascender en seis meses, centraban en Morón las luces de una
pasarela acorde a su estirpe de antaño.
Sin embargo su DT, de verborragia galopante,
omitió un detalle elemental: el fútbol se juega EN EQUIPO y no con
individualidades. Un concepto que hizo leitmotiv
cuando su faz salvadora lo elevó y que lo terminó catapultando en este inicio. Tras
un final de torneo desgastante, habiendo depurado
a casi todo el plantel anterior, decidió traer a 19 jugadores, entre ellos Páez -arribando en la fecha 4- y Emmanuel
Pío, quien desde 2012 no juega. La apuesta olía más a utopía que a una realidad
tangible.
El resultado era el esperado: once nombres que
soplaron al compás del viento. Una delantera perdida, con un libreto pagano; un
mediocampo que fue una aduana de paso,
una defensa golpeada por lesiones y
un arquero sometido a una ruleta rusa constante. En un fútbol local rodeado de
urgencias, Pasini entró en el juego de la improvisación. Al cabo de ocho
partidos, sólo repitió equipo una vez. Probó tres delanteros, ubicó laterales
de centrales. La imagen de ayer con Peratta expulsado como líbero no dejaba atenuantes: otro final de ciclo más en forma de
puñal.
Por decantación la táctica le dio la mano a la
práctica y la teoría hizo de las suyas: cantidad
no hace calidad. Haber incorporado tanto no era garantía de nada. Morón es
un equipo largo que sobrevive con pelotazos, destellos de Akerman y salvadas de
Peratta, hoy devenido en bombero. Por
momentos daría la sensación de que en Morón hay una dicotomía no resuelta entre
presente –frustrante-, pasado –de gloria- y futuro –incierto-. Quizá el día que
el pasado sirva de guía, y el presente sea la consecuencia de esas lecciones,
el futuro tome forma de arco iris.
‘La única verdad es la realidad’, repetía el
general Perón en varios de sus actos. Optimismo, verborragia, motivador.
Adjetivos que aplicaron perfecto a Pasini, un SALVADOR en tiempos de crisis. Las
aguas bajaron, pero el barco siguió con idéntico rumbo. Hoy Morón debe sus
puntos a sus individuales y a la suerte. Ha ganado dos de los últimos trece, y
la tabla lo encuentra perdido en el fondo. Su DT ha renunciado y dejó un legado
de 19 refuerzos. La historia de siempre, con distintos protagonistas y el mismo
final. La anarquía llegó y, ante tanta prueba, el que pagó los platos fue Morón.
Por: M. A. Colinas (@CDMORON).
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