sábado, 29 de noviembre de 2025

"Es preferible morir de pie, a vivir arrodillado"...

En la vida, nadie puede obligarte a nada, salvo que seas muy cobarde o debas demasiados favores.

Todo lo demás que te quieran decir es puro cuento, excusas baratas para disfrazar la realidad, con tal de no asumir o disimular que se es cómplice o empleado de quien detenta el poder de turno.

Siempre hay espacio para la rebeldía, el único requisito es tener dignidad y no agachar la cabeza ante nadie, aunque la relación de poder no sea equivalente, como también suele suceder en esta vida.

Es preferible morir de pie, que vivir arrodillado, porque de la entrega y la sumisión, difícilmente se vuelva íntegro. 

En este punto: uno no elige cómo morir, pero sí cómo vivir.

Y en este fútbol argentino, como en la sociedad en su conjunto, la crisis de representatividad es absoluta, y no precisamente por culpa de los representados, sino por la traición al mandato de sus representantes.

"Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes", decía con acierto un viejo líder político, al que muchos invocan, pero muy pocos (casi nadie) emulan en su convicción y ejemplo.

Hoy todo es pose, impostación y mentira, en un circo que nos mantiene entretenidos a la mayoría, mientras unos pocos se la llevan toda, a expensas de nosotros mismos.

Y en este "Cambalache" infame, todos "manoseados", la mayoría silenciosa mantiene el negocio de una minoría sin límites, en su afán desmesurado de guita, poder e impunidad obscena.

Por eso, no tiene más sentido comentar un partido de fútbol, que ya todos nos dimos cuenta que está digitado de antemano, desde el escritorio fastuoso de un burócrata, delincuente de "guante blanco" que se vale de cualquier recurso (legal o no, legítimo o ilegítimo), sin pudores ni reservas, con tal de poner al fútbol al servicio de sus intereses personales.

No tiene más sentido, muchachos, no lo tiene.

Comentar desde estas líneas, 34 partidos, o incluso más, si fue penal, si el gol estuvo mal anulado o los cambios no surtieron el efecto deseado, cuando llegado el momento, desde ese mismo escritorio, bien lejos de la cancha y de los verdaderos protagonistas, uno o más personajes nefastos se "cargan" tus ilusiones, las nuestras y las de los jugadores y técnicos, con el aval implícito o acordado de aquellos que tienen que defender los intereses de los clubes y sus verdaderos dueños: los socios e hinchas.

El que tenga miedo, que se compre un perro. Y el que no esté a la altura, que de un paso al costado. Pero está claro que jamás, ninguna "rata" estará dispuesta a soltar el "queso". Aunque le quede grande la porción.

Es más, una vez acorraladas, seguramente se volverán más agresivas y feroces, capaces de defender su "botín" a toda costa, ante cualquiera que las haga sentir amenazadas.

Y es que, en definitiva, entre los "roedores" mayores y las "lauchas" de cabotaje, hicieron mierda el deporte más hermoso del mundo, destruyendo su esencia misma: el juego limpio, el mérito y la lealtad deportivas.

Por eso, hasta acá llegamos, amigos. Después de 17 años ininterrumpidos de comentar partido tras partido, de alegrías y tristezas, de decepciones e ilusiones renovadas, pero siempre futboleras (más las "fichas técnicas" de cada uno de los refuerzos, a lo largo de la misma cantidad de temporadas), hoy sentimos que nos arrebataron los sueños, las ganas y que ya no tenemos nada más para contarles, porque hasta nos quitaron la credibilidad en el juego.

En la sospecha, no hay deporte.

Y no hay deporte, si no creemos ni confiamos en sus reglas y en quienes las imponen, administran, regulan y sancionan.

Lo lograron, hicieron mierda todo, con tal de quedarse con su porción de nada.

Llegará el día que de tanto rapiñar sin medida, no quede más "queso", ni gente con ganas de pagar para consumirlo.

Y, por supuesto, las "ratas" finalmente huyan. 

Aunque el daño, irreparable, ya estará hecho.

Pobre del fútbol. Pobre de nosotros.


@elgallogustavo.







lunes, 17 de noviembre de 2025

El "robo" más y mejor anunciado...

Y lamentablemente, el poder impune e impúdico no sabe de "amistades" de años, ni de "códigos", ni de escrúpulos, solamente reconoce el límite de sus intereses y negocios personales.

Porque esta vez Morón, como sucediera en los cuartos de final con Gimnasia y Esgrima de Jujuy, fue víctima de uno de los "robos" más anunciados en la historia "criminal" argentina y sin embargo lejos de impedirlo, nos sometimos mansamente a los designios miserables de esos dos o tres "pillos", que se creen dueños del fútbol campeón del mundo.

Y es que Morón empezó a perder el pleito con Deportivo Madryn, en la semana, cuando permitió una de las decisiones administrativas más insólitas en la historia de AFA, y de los disparates jurídicos más absurdos e injustos que se tenga memoria, cuando el Tribunal de Ética (??) de la Asociación del (ex) Fútbol Argentino, sancionó en tiempo récord y sin espacio real de descargo a Walter Otta, por declaraciones que jamás formuló a ningún medio periodístico, impidiéndole de manera absurda y premeditada dirigir a su equipo a tres días, uno sólo hábil, de una semifinal por el ascenso a la Liga Profesional.

Evidentemente, en algún momento en que estábamos distraídos, la AFA cambió su status jurídico sin previo aviso, con destino a una suerte de "principado", con un ordenamiento legal a contramano de la Constitución Nacional, desconociendo con total desparpajo e impunidad, la presunción de inocencia y el debido proceso, garantías fundacionales e inalienables de nuestro sistema republicano de gobierno.

Y es que no bastaron 34 fechas de la fase regular, en que Deportivo Madryn gozó impúdicamente de los beneficios ilegítimos de este arbitraje corrompido por Federico Beligoy, sino que hizo falta descalificar al "Lobo" jujeño en el escritorio de la propia AFA y a Morón despojarlo, siquiera de la posibilidad de acceder a la final, a través de otro "sicario" del "brazo armado" afista, los árbitros (o por lo menos, muchos de ellos), especialmente de aquellos que responden al poder solapado de Pablo Toviggino, el tesorero de AFA que disciplina a través del terror y las cartas documento, mientras solidifica su poder territorial lejos de Buenos Aires y hasta con una "escuela" propia de arbitraje, como base de sustentación de un proyecto propio, que en cualquier momento se "carga" al propio Claudio "Chiqui" Tapia, como suele suceder en todas las organizaciones mafiosas, a lo largo de la historia.

En este sentido, el error mayor lo cometió Nicolás Ramírez, cuando intentando no dilapidar su carrera de árbitro, pese a las directivas de sus mandos naturales, cobró un penal que pudo obviar, como en el mismo encuentro se hizo el "zonzo" con goles legítimos y penales en favor de Gimnasia de Mendoza, y le negó al equipo de los mellizos Sastre el "capricho" del ascenso a tres minutos del final y luego, demasiado tarde, se dieron cuenta que a este equipo menos que mediocre, sin historia, ni infraestructura, ni más fundamentos que la prepotencia obscena de su poder político y económico circunstancial, le iba a resultar imposible sortear un Reducido por méritos deportivos propios, y debieron pergeñar el mayor "atraco" del fútbol argentino, "herido" de manera mortal e inmoral por estos personajes oscuros, lejanos y miserables.

Y es que Pablo Echavarría cumplió sus órdenes al pie de la letra, configurando uno de los arbitrajes más bochornosos que se tengan registro, puesto a asegurar el pase a la final de Deportivo Madryn, desde inventar con "fortuna" (para él y sus intereses), una "falta" de Juan Manuel Cabrera que no fue y que propició el gol del triunfo de los locales, mediante un cabezazo de Santiago Postel, su número "6", empujando hacia abajo e impidiéndole saltar a Franco Vázquez, a los 14' del primer tiempo.

Y luego una sucesión de fallos, no polémicos, directamente vergonzosos, como las dos patadas de roja directa que sufrió Juan Manuel Olivares y que ni siquiera les pareciera de amonestación, tanto del volante central de Madryn, Federico Recalde, que debió ser expulsado y sin embargo recién vio la amarilla cuando restaban segundos para finalizar el encuentro y el "planchazo" criminal de Ezequiel Montagna, el "18" local, también de expulsión directa, que hubiese devuelto la igualdad numérica, minutos después de la irresponsabilidad de Livera (de hecho, Deportivo Madryn fue el equipo con menos expulsados y hasta amonestados del torneo). 

O todas las "chiquitas", clara y previsiblemente sancionadas en favor del local, o el penal no cobrado, en el complemento, en perjuicio de Fabricio Sanguinetti, que de haber sucedido a la inversa, seguramente hubiese sido sancionado con el tiro desde los doce pasos y la expulsión del agresor. O los tiros de esquina no cobrados para Morón y cambiados por saque de arco, sin que ningún árbitro asistente vea nada diferente.

Lo único que no se le puede reprochar a Echavarría es la expulsión de Joaquín Livera, que nunca estuvo a la altura de las circunstancias (a pesar de haber levantado su pobre nivel inicial, en las últimas fechas de la fase regular y el Reducido) y que por una acción insólita e irresponsable, se la dejó "servida" al árbitro para sacarle la roja y dejar a Morón aún más condicionado y complicado, apenas iniciado el complemento (siete minutos) y con el resultado adverso.

Sin embargo, Echavarría, "viejo muñequero" en estas lides de beneficiar a los locales del interior, en algún momento se dio cuenta que, aún con la diferencia a su favor en el resultado y con un jugador de más, era improbable que la escasa jerarquía de Madryn le permitiese definir el duelo con otro gol y, como contrapartida, en una par de contras, el Gallo demostró que podía llegar al empate, ya sea por méritos propios o deméritos de la última línea rival, y entonces debió redoblar lo bochornoso de su arbitraje, sin "ponerse colorado", con tal de cumplir la orden con la que fuera designado para el partido.

Y los incidentes del final, también fueron previsibles desde la semana, en que Morón empezó a perder el partido, en los escritorios de AFA, con Facundo Giacopuzzi, el "compadrito" número "2" local, empujando y tirando al piso a Gastón González y luego de las primeras escaramuzas, cuando todo tendía a normalizarse, la trompada cobarde y artera, por la espalda, de Germán Rivero a Jonathan Berón, que terminó por desmadrar lógicamente, algo que Echavarría se ocupó de desnaturalizar durante el partido, con la represión de la policía a jugadores y cuerpo técnico de Morón, con palazos y gas pimienta, impidiéndoles acceder a la manga, donde los locales seguían provocando, detrás del "escudo" de la infantería, mientras desde la tribuna arrojaban botellas de vidrio y el árbitro del encuentro, satisfecho con la labor cumplida, se ubicaba a 20 a 25 metros de la escena, resguardado junto a sus asistentes, por no menos de quince efectivos policiales (mientras los protagonistas visitantes sufrían los efectos del gas irritante).

Y ni hablemos de la televisación, el mismo día y a la misma hora de la definición de la Liga Profesional y en la opacidad de la transmisión de una señal que pocos tienen y que encima ni siquiera iba por los canales habituales, sino por los codificados o su app. Pero "todo normal", cosas de los derechos de televisación, nada para sospechar de antemano.

Quizás el problema comenzó mucho, pero mucho antes, cuando naturalizamos que en el "principado" de AFA, una votación con 75 asambleístas, diera empate 38 a 38. 

Y es que, a partir de allí, los nuevos "dueños" del fútbol, se sintieron con la impunidad suficiente para corromper al deporte más hermoso del mundo, en el país de los últimos campeones, a partir de la desnaturalización de lo más elemental: el juego mismo.

Todo ello, claro está, con la complicidad activa o tácita, de una dirigencia de nuestro medio, que ha resultado funcional, cuando no cómplice, por acción y omisión, esto es, en definitiva, por connivencia o cobardía.

Pero todos (o demasiados), en algún grado, somos responsables de este robo. Por pedir que nos callemos la boca, por autocensurarnos, por creer que se "habla sólo dentro de la cancha" y no antes, porque es de "llorones", por estar más preocupados en congraciarnos" con la mafia que en defender los intereses de nuestro club, por creer que este fútbol corrupto se maneja de esta manera, y que debemos acatar sus nuevas reglas no escritas, "porque hoy nos cagan, pero mañana nos benefician".

Dejemos de ser tan pelotudos, desde nosotros mismos, y tengamos dignidad, no pleitesía a los corruptos.

Mención final, pero no menos importante, para Walter Otta, su cuerpo técnico y este plantel maravilloso que nos regalaron una ilusión inmensa, y que de no mediar lo indigno, lo vil, lo mugriento, lo asqueroso y repugnante, en que algunos han convertido al fútbol campeón del mundo, hubiese podido y merecido jugar hasta la final por el primer ascenso... Pero "shhhhhh"..., silencio 🤫, no digamos nada, no nos quejemos, así no nos cagan en el Reducido...

Qué sabio, además de capaz y buena gente, que sos Walter Nicolas Otta, cuando nos pediste "que no nos ilusionemos", luego de otro despojo arbitral, frente a Colón en Santa Fe.

Cierre de una temporada maravillosa, que para nada merecía este final injusto, anunciado y bochornoso.

Pero no digamos nada... Que por ahí nos prometieron que en 2026... 

Y dale que va.


@elgallogustavo.


          Ivo Costantino y los efectos del gas pimienta.

          📸: captura, TyC Sports. 




domingo, 9 de noviembre de 2025

Lo pasó por encima, pero la serie quedó abierta

Morón jugó uno de los mejores primeros tiempos de todo el campeonato, comparable a aquellos 45' iniciales en Mataderos, con la diferencia que debió resignarse al 0 a 0 en el entretiempo, en lugar de la ventaja de dos goles marcada ante el "Torito", en su propia "casa" y ante su gente.

Y es que, ya al minuto de juego, de la semifinal de ida frente a Deportivo Madryn, en el Nuevo Francisco Urbano, el equipo de Walter Otta había generado dos remates al arco de Yair Bonnin, el buen arquero de la visita y a la postre, la gran figura del encuentro, ambas ocasiones en los pies de otro Yair, González, el "10" del Gallito.

En esa primera parte, con Matías Ballini en lugar de Gastón González y Juan Manuel Olivares por Fabricio Sanguinetti, respecto del once de inicio, hace una semana, en la clasificación frente a Atlanta, en Villa Crespo, Morón fue abrumadoramente superior a su rival, a quien no permitiera pasar la mitad del campo en más de un cuarto de hora, "apretándolo" cerca de su arco, que injustamente permanecería en cero, por mérito exclusivo del referido "uno" de Madryn.

Y es que, en ese primer tiempo, el líder de la fase regular en su zona y finalista por el primer ascenso, jamás pudo inquietar a Julio Salvá, prácticamente un "espectador de lujo", como pocas veces durante toda la campaña, y como contrapartida, un Morón que iría a cada pelota como si fuese la última, provocaría no menos de seis opciones francas de gol, algunas de ellas mal definidas o resueltas en la "puntada" final, el déficit que acompañara al conjunto de Walter Otta a lo largo de la temporada, y otras evitadas por un golero visitante que, hasta allí, parecía infranqueable.

Pero además, esa supremacía del Gallo no derivaría de situaciones de peligro aisladas, sino de una gran labor individual y colectiva, de un equipo que recreó aquellos mejores momentos de la campaña, en las que superó a sus rivales por juego asociado, fútbol de alto nivel y una presión permanente y asfixiante, demostrando en la noche del Oeste, y en apenas 45 minutos, ser mucho, pero mucho más que "la ballena del comisario", absolutamente impotente de contener a un Morón que lo pasó literalmente por arriba, aunque no pudiera traducirlo en el marcador a su favor.

Ya en el complemento, el Gallo no aflojaría la presión alta sobre su rival y en la jugada menos pensada, a los cuatro minutos de reiniciado el pleito, conseguiría algo de justicia mínima ante tamaño "baile": luego de una mala salida de Bonnin, en el único error del arquero de Deportivo Madryn, Yair González tomaría el balón y remataría sobre el cuerpo del golero visitante, que compensaría su yerro, rechazando la pelota al tiro de esquina. 

Rápido de reflejos y sin dejar ni respirar a su rival, el mismo Yair González ejecutaría el tiro de esquina desde la izquierda y con la defensa de Madryn a mitad de camino, entre el retroceso y la confusión que le provocaba la presión del Gallo, perdería de vista la llegada al área de Franco Vázquez, una de las figuras de Morón, que de zurda la empalmaría al gol, a media altura y sobre el poste derecho, dejando parado al "1" de Madryn, para el delirio de todo el Oeste y para que el resultado comenzara a tener un poco más de correspondencia con el trámite del partido.

A partir de allí, Morón dejaría que la necesidad de su rival tomase el dominio de las acciones, aunque sin generarle peligro cierto al arco de Salvá, más allá de algún centro con "suspenso", más por el riesgo latente de las dos "torres" ofensivas de la visita, Germán Rivero y Luis Silba, que por la incidencia real de ambos en el encuentro, que resultaría nula por la excelente respuesta, una vez, de toda la defensa, con una actuación consagratoria de Joaquín Livera, impasable en la marca e imparable en la faz ofensiva, mostrándose siempre como alternativa por la banda izquierda.

En una previa plagada de polémicas y desconfianzas, y no sin razón, por los antecedentes nefastos de Deportivo Madryn, durante toda la temporada, hubo un claro penal por lado, no cobrados por Pablo Dóvalo y sus asistentes: primero, por una mano de Franco Lorenzón, promediando la segunda etapa y luego, casi en tiempo cumplido, por un "patadón" infernal a Ivo Costantino, en el área chica.

El pitazo final de Dóvalo, de regular arbitraje, pero sin acciones polémicas, más allá de los penales referidos, dejaría a Morón con la tranquilidad de haber cumplido con su parte, en los 90' de ida, aunque con la sensación cierta y clara que el resultado pudo y debió haber sido más abultado a su favor.

Ahora, a no bajar la guardia ni relajarse, tanto dentro como fuera de la cancha. 

En Madryn, con un arbitraje dudoso y opacidad de imágenes, seguramente van a tratar que el Gallo sea "pollo".

Por todo y contra todos, con la guardia alta y los ojos bien abiertos.

Ni "llorones", ni incautos. Atentos.

En un partido normal, el Gallo ya demostró ser mucho más que "la ballena del comisario".


@elgallogustavo.



       📸: Eduardo Fabián Acuña.


domingo, 2 de noviembre de 2025

Con la ilusión de estandarte, el Gallo sigue y va por todo

El Gallo jugó su partido en Villa Crespo como una final, y al cabo de una serie pareja y muy cerrada frente a Atlanta, tal y como se preveía, terminó quedándose de manera merecida, con el "boleto" a semifinales del Reducido, luego de un cero a cero de visitante, que bien pudo ser triunfo, con una pizca de claridad y contundencia en los metros finales del "dueño de casa".

Luego de la agónica victoria en el Oeste, con aquél festejado gol de Ivo Costantino, hace ya quince días, parate futbolero mediante por las elecciones generales del pasado domingo 26 de octubre, el equipo de Walter Otta necesitaba de un empate en territorio "Bohemio", un escenario históricamente esquivo para Morón, mientras que el local salía al campo de juego y frente a su público, con la obligación de ganar, aunque sea por la mínima, para hacer valer su ventaja deportiva, por haber tenido mejor ubicación en su zona (segundo), que el Gallito en la suya (cuarto), pese a que Morón cosechó tres puntos más que Atlanta, en la comparativa de sus campañas.

Con el único cambio táctico del ingreso de Gastón González, en lugar de Matías Ballini, respecto del once de inicio frente al mismo rival, en el duelo de ida, en el Nuevo Francisco Urbano, en los minutos iniciales Atlanta intentó aplicar la misma "receta" que tan buenos resultados le diera en el Oeste, en especial durante el primer tiempo de aquél encuentro, con Nicolás Medina, el hábil juvenil delantero "Bohemio" (de sólo 22 años), recostado sobre la derecha, para jugarle todas las pelotas mano a mano a Joaquín Livera, verdadero "dolor de cabeza" para el lateral izquierdo del Gallo, tanto es así que en la primera acción del partido podría haberse llevado la tarjeta amarilla, por una fuerte entrada al "11" local, algo que sucedería irremediablemente dos minutos más tarde, condicionando al "3" visitante durante los 57' que permaneciera en cancha.

Sin grandes chances de riesgo, pero intentando apretar a Morón contra su arco, Atlanta renovaría el crédito del desequilibrio que le generaba su "alfil" de punta por derecha, provocando un par de tiros libres, la mayoría mal ejecutados por Jorge Valdés Chamorro, el "8" del "Bohemio", de errático partido, a diferencia del buen rendimiento que exhibiera dos semanas antes en el Nuevo Francisco Urbano.

En un partido trabado, luchado y con escasas luces, como toda final que se precie de tal, a pesar del dominio territorial de Atlanta, las oportunidades más claras de gol las generaría la visita, en una corrida por izquierda de Fabricio Sanguinetti, cuyo centro al área no conectaría con la llegada solitaria de Yair González, por el lado opuesto y luego, en una excelente acción individual del propio "10" del Gallo, con un Yair que ingresando por derecha y dejando a su marcador de manera magistral (tiraría la pelota por una lado y la iría a buscar por el otro, dejando parado como una "estaca" al defensor), pero teniendo a Ivo Costantino libre en el punto del penal, prefirió definir él mismo, desde un ángulo sesgado, perdiéndose la pelota por el segundo palo de Francisco Rago, el "1" local.

Del otro lado, el mencionado Nicolás Medina tendría una buena chance, dejando en el camino a Livera y recortando para su zurda, pero por fortuna, el remate saldría sin contundencia y a las manos de Julio Salvá, que sí tendría que exigirse, minutos más tarde, para sacarle de la cabeza el gol a Marcos Echeverría, anticipándose con su palma al cabezazo del "9" de Atlanta.

Pero la jugada de quiebre del partido, tendría lugar a los 17' de la etapa de inicio, cuando Lucas Ambrogio, el "7" y uno de los más desequilibrantes del local, se ganara la tarjeta roja de Felipe Viola, por una entrada fortísima e innecesaria sobre la rodilla izquierda de Juan Manuel Cabrera (como siempre, en el podio de los mejores del Gallo y de la tarde), lo que dejaría con uno menos al local, muy temprano en el encuentro y permitiría que Morón comenzara a manejar los tiempos del partido, a partir del hombre demás.

Tanto es así que hasta el final de la primera mitad, Atlanta no volvería a inquietar a Salvá y el monopolio del manejo del balón cambiaría de dueño, con un Morón más adelantado en el terreno y defendiendo la clasificación transitoria con la pelota en sus pies.

Ya en el complemento, sin Mariano Bíttolo, lesionado en el dorso de la rodilla, en el esfuerzo por llegar a un cierre, reemplazado por Matías Ballini y minutos más tarde, con Emilio Lazza por un amonestado y condicionado Joaquín Livera y con Jonathan Berón en lugar de Sanguinetti, Morón intentaría rematar la serie, a partir de la mayor tenencia del balón y la desesperación increscente de su rival, comenzando a generar situaciones inmejorables en territorio local, incluso con superioridad numérica, pero más allá de un muy buen remate desde afuera de Berón (que, al igual que en los cotejos anteriores, ingresaría una vez más de buena manera), rechazado al tiro de esquina por un "atajadón" de Rago, el Gallo carecería de buenas decisiones y contundencia en el área de Atlanta, para marcar un gol y cerrar la clasificación mucho antes.

Pese a ello, Morón no sufriría el desarrollo del segundo tiempo, más allá de la incertidumbre de un resultado "corto", en el cual un error propio o un acierto ajeno lo podía dejar con las "manos vacías" en cualquier momento, algo que apenas se esbozaría en un par de ocasiones aisladas, la más clara, en un remate con potencia y dentro del área grande, del recién ingresado Jonathan Bauman, que Salvá evitaría con una atajada notable, para subirse también al podio de los más destacados de la tarde (junto al referido Cabrera, Franco Lorenzón y Franco Vázquez).

Con el Gallo manejando el balón y liquidando física y emocionalmente a su rival, pero dilapidando todas y cada una de las chances que tendría con ventaja numérica en las inmediaciones del área de Atlanta, Walter Otta aportaría marca y primer pase con el ingreso de Santiago Kubiszyn por Gastón González y más tarde, en el epílogo de la "batalla" de Villa Crespo, mandaría al campo de juego a Matías Cortave (en lugar de Emiliano Franco), para reforzar la "cancha de arriba", ante algún embate aéreo y desesperado del local, en los instantes finales, que no ocurriría.

Con el pitazo final de Felipe Viola, de mal arbitraje (debió expulsar a Jonathan Dellarossa por un "planchazo" a Ballini y en rigor de verdad, también a Joaquín Livera, que "caminó por la cornisa" los 57' que jugó y el árbitro le "perdonó" la roja en más de una ocasión) la desazón se apoderaría de Villa Crespo y la algarabía se mudaría para el lado de Morón.

El Gallo está en semifinales y va por todo (y contra todos, si es que toca la "ballena del comisario").

Con la ilusión como estandarte.



@elgallogustavo.



       📸: Deportivo Morón.