En la tarde-noche del último viernes 27 de enero, Morón regresó de sus vacaciones tal y cual se había ido de licencia, en diciembre 2011: con derrota de local y dejando una muy pálida imagen.
En efecto, en la reanudación del torneo de la “B” Metro, temporada 2011/12, y por la fecha 22, en el Francisco Urbano, el Gallito perdió 1-0 con Almagro (gol de Hernán Rucquet, a los '10 de la etapa inicial), y fue sólo por la mínima, gracias a otra fantástica actuación del arquero-emblema del Gallo, Alejandro Esteban “Chiche” Migliardi, quien a fuerza de reflejos y una categoría que no deja de asombrar, permitió minimizar con sus soberbias intervenciones, una chapa final que de otro modo pudo y debió haber sido mucho más dolorosa en los números.
En el otro arco, su colega en la ocasión, Bruno Centeno, resultó la otra figura estelar del encuentro, tanto es así que evitó la oportunidad más clara de empate para el local, al contener el penal que, casi sobre el epílogo de la primera etapa, ejecutó Damián Emilio Akerman, abajo y sobre su izquierda. Jugada en la que también y a instancias del árbitro del cotejo, el siempre discutible Gonzalo López Aldazábal, determinó la expulsión del defensor “Tricolor”, Juan Cruz Talín.
Ventaja sólo numérica que en los '45 restantes, el Gallo no sabría usufructuar adecuadamente para, al menos, generar algo de peligro real sobre la última línea de una visita que, sólo a base de orden táctico y un poco de dinámica, supo maniatar y superar en todas las líneas a este Morón, que en su presentación 2012, continuó evidenciando las enormes falencias de su pobre versión 2011, que no casualmente lo llevaran a cimentar una de las campañas más desastrosas de toda su historia.
A saber:
1) Más allá de gustos y preferencias tácticas, la defensa de Morón, su verdadero Talón de Aquiles, volvió a demostrar que es un auténtico tembladeral, en la que sus componentes parecieran discutirse el premio ficticio de quién resulta el más horrible. Y en este podio, la corona de campeón parece empecinado en llevársela el siempre deslucido Julián Luciano Bogao, el favorito del público local en materia de silbidos, rubricados con claridad meridiana a la demorada hora de su relevo del campo de juego.
Apenas un paso detrás, y por estrechísimo margen, podemos ubicar al “Mono” Sebastián Antonio Pérez, quien no sólo acumula deméritos por su marcada incapacidad para ganar en el uno a uno o en el anticipo, sinó también por su tendencia permanente a querer agasajar a las visitas con un gol gratuito, a partir de erráticos y desacertados rechazos cortos o directamente que impacten en la humanidad del rival más cercano, para irse de cara al arco y con pelota dominada (y claro está, campo libre).
Por todo esto, hoy podríamos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que esta (sin precedentes) paupérrima última línea del Gallo, no juega ni con línea de cuatro, ni tampoco con línea de tres. Más bien nos parece que apenas se sostiene, en el mejor de las casos, a partir de una línea de “uno y medio”, por la presencia de Cristian González y la diminuta estatura física del “Enano” Juan Pablo Rochi quienes, más allá de lógicas buenas y malas performances, creemos que se ven contagiados por sus erráticos compañeros de zaga.
2) En el mediocampo, Morón evidenció una vez más, que es tan coherente como desordenado y desatinado en el obrar: no marca ni contiene a rival alguno, pero tampoco le da un destino cierto, seguro y criterioso al balón, en situación de ataque. En este marco, el debut de uno de los refuerzos, Marcelo Javier “Chupa” Vieytes no fue demasiado auspicioso, visto que jamás pudo asentarse ni marcar diferencias por la banda izquierda, tanto en función de repliegue como en acción de proyección ofensiva. En este punto y en su defensa, podríamos alegar con justicia que quizá tenga bastante que ver, en su deambulante e inseguro andar, la escasísima colaboración de sus referentes de zona más cercanos, a partir de un Cristian Oscar Ortíz, tan lento como impreciso, y de un Mauro Bustos (ausente con aviso, frente a Témperley, por haber acumulado la quinta tarjeta amarilla) tan desordenado tácticamente como inexpresivo física y futbolísticamente.
Como suele decirse, la mitad del campo debiera ser una zona de paso, de transición, en definitiva, de tránsito entre las facetas defensivas y ofensivas de un equipo. Pues bien, en el caso de este Morón, estamos seguros que esta zona del campo, es de “transito pesado”, por no decir directamente de “tránsito lento” (alguno tendrá un “Activia”??).
- Sabido es que, para poder colocar a un delantero de punta, de cara al gol, hace falta un lanzador con vitudes de tal, para abastecer en cantidad y calidad a los referentes de área del equipo. Algo que, desde los tiempos del “Chino” Ariel Zárate y de Enrique “Quique” Secaffien, Morón no ha podido hallar ese intérprete para tan delicada función, ni dentro ni fuera de la institución, desde hace largas temporadas. Y hoy quienes tienen la responsabilidad de darle sentido creativo al balón, llámense Sergio Viturro y Gerardo Martínez, se debaten entre sus propias tibiezas, medianías, empecinamientos y liviandades futbolísitcas (según corresponda..., tarea del lector), sin poder aportar nada sustancial ni erigirse en solución, Más allá, claro está, de una encomiable voluntad, en ambos casos que, sin embargo, creemos que no alcanza para justificar calzarse la trascendente casaca número “diez”.
- Una vez más, como en toda la temporada 2011 y hasta en la propia pretemporada, este Morón 2012 volvió a demostrar una anemia de gol preocupante y un poder de fuego en ofensiva, prácticamente nulo. Y no porque no se cuenten con delanteros de valía y gran condición, todo lo contrario, más bien las razones deben buscarse en los argumentos vertidos en los precedentes puntos 2 y 3. Al margen de la desaparición absoluta de defensores o volantes que se proyecten y lleguen al fondo por sorpresa, para tomar a las defensas rivales por asalto. Pero infantil sería este reclamo, de una mayor vocación ofensiva, que provenga tanto del fondo como del medio, cuando apenas estamos implorando que defiendan con acierto y seguridad, los unos, y recuperen y distribuyan con criterio, los otros.
En este punto, es de destacar, como dato positivo (alguno tenía que haber, no??) la gratificante actuación individual de la otra incorporación del Gallito, el “gigante” Leonardo Andrés “Toti” Iglesias, quien más allá de ganar de cabeza casi todo lo que le tiraron (en una suerte de Diego Barrios Suárez, en blanco), demostró ser un delantero punzante, ubicuo y de categoría. Es más, si estuvo a centímetros de regalarle a Morón un empate inmerecido, con un cabezazo bajo, tras un córner, promediando el segundo tiempo, que sólo la magistral intervención de Bruno Centeno, evitó que fuese gol, arrojándose sobre su mano derecha para desviarla al costado.
Habrá que seguir observándolo, pero el nuevo “faro” del área ha dado razones para confiar en él y en que podría convertirse en un compañero de importancia para nuestro gran e histórico goleador, Damián Emilio Akerman. Claro que para eso, será preciso que las habilitaciones, vía aérea, comiencen a contar con la suficiente cuota de justeza, sorpresa y acertada ejecución, como para que la ventaja sea de los nuestros, y la contrapierna de los defensores rivales. Puesto que de lo contrario, a partir de centros previsibles, repetidos y estáticos, se le hará tan difícil al “Toti” ganar una marca, como bien lo sabe Damián, mal acostumbrado a primero tener que desplazar al marcador para poder ganar la ventaja, a sabiendas que el centro que se avecina no le facilitará la progresión.
5. Y finalmente, apostar un pleno a que “San” Alejandro Esteban “Chiche” Migliardi, “Patrono del arco del Deportivo Morón”, nos saque “las papas del fuego”, una y otra vez (Y bien que lo hace, en cada contienda...).
Así las cosas y en definitva, la presentación 2012 del Gallito, en la reanudación del torneo de la “B” Metro, temporada 2011/12, no aportó nada nuevo con relación al “modelo” 2011, más que la percepción que el camino que resta será duro y espinoso, y se precisa mejorar mucho para intentar enderazar el rumbo, de un navío a la deriva, que hoy parece el “Costa Concordia”.
Pero justamente y a diferencia del siniestrado crucero italiano, este barco llamado Morón, posee un capitán con el coraje, la paciencia y la inteligencia suficientes como para evitar más y peores naufragios. Y encima se llama “Salvador”, hablando precisamente de “Santos” y “Santorales”. Pues entonces, prendámosle velas a nuestro nuevo “Salvador”, Norberto “San Gato” Daniele... (AMEN).
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