viernes, 20 de septiembre de 2013

Las “patas de la mentira”, por Chacarita Jrs.


Fotos: Leonela Albañir




No debe existir comportamiento humano más despreciable, dentro del profuso abanico de actitudes humanas deleznables, que la cobardía, es decir, el no “hacerse cargo” de los propios errores, con arrepentimiento y grandeza, para trasladar las culpas y responsabilidades propias, con destino a la impericia, la supuesta malignidad o el imperio de la mala estrella o las circunstancias adversas.

Asimismo, si ese acto de cobardía, además, va acompañado y maquillado tras la cosmética injustificable de la mentira, tenemos como necesaria e incalificable conclusión, el meneo maniqueísta de la verdad (que siempre es una sola), con el único fin de eludir la responsabilidad y las posibles sanciones que, debidamente investigados y probados los hechos, se deberán asumir y purgar, en el marco de un estado de derecho y de una sociedad administrativa y jurídicamente organizada.

Pues bien, al finalizar el cotejo del último martes 17 de septiembre, en el Nuevo Francisco Urbano, donde el Deportivo Morón venciera con autoridad y justicia a Chacarita Júniors, ya en zona de vestuario visitante y sin que medie más que la frustración al extremo de lo insano y la bronca deportiva al límite de lo delictivo, barras bravas “disfrazados” de cuerpo técnico, auxiliares y plantel “profesional” (¿?) del visitante, arremetieron contra el mobiliario dispuesto por el dueño de casa, para su bienestar y confort, destrozando literalmente las instalaciones del sector, para luego y no conformes con ello, agredir a los socios y simpatizantes del Gallo que, exultantes por un triunfo clásico y el acceso a la cima del torneo, se disponían a abandonar el estadio, por el playón lindante con el referido vestuario, cuando escucharon que estos “forajidos”, ataviados con el uniforme del “Funebrero”, se hallaban generando toda clase de destrozos en su propia y flamante “casa”.

Afortunadamente, y a pesar de la bronca generalizada de decenas de socios e hinchas del Gallo, que se agolparon en las inmediaciones del acceso al vestuario visitante, para repudiar la actitud violenta y cobarde de estos vulgares delincuentes, ninguno de ellos ingresó ni intentó acceder a dicho sector, puesto que, de los contrario, hoy la institución podría hallarse en una situación muy incómoda, siendo pasible de algún tipo de sanción deportiva o de parte de las autoridades encargadas de la seguridad en los espectáculos deportivos, en la jurisdicción de la provincia de Buenos Aires.

Comportamiento de admirable templanza de nuestros socios e hinchas, aún a sabiendas de la existencia de heridos entre los propios socios, a consecuencia de los objetos contundentes arrojados irresponsablemente por lo protagonistas, desde el interior del vestuario visitante, y de los golpes sufridos por personal del club, de parte de los mismos jugadores y cuerpo técnico del Club Atlético Chacarita Júniors.

Hasta aquí un somero e imperfecto relato de los hechos más lamentables y salientes, de la irracional violencia post partido. Horas más tarde, y es allí donde a la vergüenza deportiva, se le empiezan a sumar la cobardía de una dirigencia falaz y cómplice de la barbarie, la comisión directiva del club de San Martín emitía este desafortunado e indignante comunicado:


“En relación a los hechos sucedidos el día martes 17 de septiembre, luego de la finalización del partido que se jugó en el estadio del Club Deportivo Morón entre nuestra institución y el equipo local, correspondiente a la octava fecha del Campeonato de Primera División B, y que ocurrieron en el vestuario visitante y en sus adyacencias, Chacarita Júniors informa lo siguiente a nuestros socios, a nuestros simpatizantes, a la opinión pública y al público en general.


1. Nuestra institución expresa su más enérgico repudio ante cualquier situación de violencia que afecte a la sociedad y, directa o indirectamente, a nuestra institución.


2. Los hechos de violencia que afectaron a nuestro plantel profesional, a nuestros dirigentes y a los periodistas partidarios de Chacarita Júaniors debidamente acreditados, sucedieron tras la finalización del partido cuando el público local ubicado en la Platea desalojó el sector mediante una salida que desemboca en la puerta de la antesala del vestuario visitante. La puerta mencionada posee un cartel identificatorio, donde se advierte la leyenda “Vestuario Visitante”.


3. Tras lo descripto, parte del público referido intentó acceder al vestuario visitante forzando la puerta mencionada y arrojando objetos contundentes mientras desde el sector del playón principal, adyacente al vestuario visitante, otro grupo arrojó piedras y botellas hacia las ventanas del vestuario, ocasionando la ruptura de los vidrios y heridas en algunos jugadores de nuestro plantel profesional.


4. Chacarita Júniors deja constancia de que los componentes de los grupos que atacaron a nuestra delegación aún no han sido identificados por las fuerzas de prevención y de seguridad que actuaron en el partido y no duda que, al resolverse este paso, la justicia actuará en consecuencia.


5. Finalmente, nuestra institución hace público su más enérgico repudio ante las declaraciones efectuadas en distintos medios de comunicación que responsabilizan a los integrantes de nuestro Cuerpo Técnico como los causantes de los hechos detallados.
La falacia y la precariedad argumental expuesta suponen que el proceso de razonamiento que lleva a declarar lo que se ha dicho son también elementos que generan hechos de violencia como los sufridos el día martes en el estadio de Deportivo Morón por la delegación de nuestra institución.


Comisión Directiva
Club Atlético Chacarita Júniors.”

 
Al mismo tiempo y para complementar y sostener necesariamente, una antojadiza y falseada versión, que resulta a todas luces insostenible, a partir de los testigos presenciales de los hechos, además de las denuncias de las víctimas de la irracionalidad visitante, a la cobardía incalificable de la dirigencia chacaritense, habría de sumarse los medios periodísticos partidarios, en el intento por construir una absurda y elemental “operación de prensa”, a partir de la utilización de la mentira como recurso sistémico, tal vez en un intento vernáculo, ridículo y penoso, de aquél nefasto principio Goebbeliano de “miente, miente, que algo siempre quedará”.

En efecto, y durante las últimas horas, mientras las actuaciones administrativas comenzaban a sustanciarse en las esferas competentes (Tribunal de Disciplina de la AFA, Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte, etc.), entre los colegas partidarios que cubren la campaña del “Funebrero”, se multiplicaban las excusas y los micrófonos abiertos a los propios protagonistas de la barbarie, para que deslindaran sus responsabilidades con un caradurismo sin vergüenza (o mejor dicho, “sinverguenza”).


“Los jugadores estaban haciendo la autocrítica y había una puerta que daba al playón o algún lugar, que estaba liberada. Si llegaban a entrar es una masacre. Porque nosotros éramos 40 o 50. El utilero estaba contra la puerta y rebotaba”, reseñaba en las últimas horas, al sitio “Aquí Chacarita”, Carlos Leeb, un entrenador amateur, pero un verdadero “profesional” de la incitación a la violencia.


“Usted no se imagina si llegan a entrar al vestuario la masacre que era, hay muertos”, proseguiría Leeb y denunciaba que “no había policías, no había nadie”, y “que estaba preocupado por mis hijos, porque nosotros estábamos haciendo la autocrítica y empezaron a golpear la puerta.


Para rematar, ante las críticas desde otros medios, sobre sus actitudes provocadoras durante todo el cotejo: “A mi espalda me arrojaron rollos y hay muy poca distancia, me podrían haber agarrado del cuello (sic). Lo mío no fueron agresiones, les hablaba. Lo grave y que no hay que dejar pasar es lo de la puerta. Si llegan a entrar se arma un quilombo, una batalla”.


En la misma línea argumental, el presidente de la institución de San Martín, Héctor “Tore” López”, se expresaba ante otro medio partidario, en este caso, “La Gloriosa Tricolor”: “Esto pudo haber sido una tragedia. Hay que tratar que no se vuelva a repetir”. “Los vidrios que muestran (por las redes sociales) del vestuario están a 2 metros de altura, ¿pensás que un jugador caliente va a agarrar una piedra y la va a tirar?, ¿lo va a romper con las botellitas de Gatorade?” (En este punto, existen documentos fotográficos inapelables que muestran botellas incrustadas en los vidrios rotos, del lado de adentro del vestuario). “Querían tirar abajo la puerta del vestuario y había 3 jugadores sosteniendo la puerta. Tiraron piedras, rompieron los vidrios y ahí fue cuando se lastimó Laumann”.


“El intendente (del estadio) y otro personaje de Morón increparon a los jugadores que ellos rompieron los vidrios y les dijo ‘acá soy yo local’. Ahí comenzó la gresca”. “Es fácil echarle la culpa a Chacarita, cualquier quilombito lo cambian para que Chacarita tenga la culpa”, finalizó su encendida defensa, “Tore” López, presidente de Chacarita, quien en las últimas horas, tras la reunión de comisión directiva posterior a los incidentes, solicitó una licencia a su cargo por 60 días, lapso durante el cual será reemplazado en sus funciones por Daniel Vita, vicepresidente primero del “Tricolor”.
 
Sin dudas que se puede volver de muchos sitios, pero muy rara vez de la cobardía y la mentira. Si los hechos que se sucedieran al término del triunfo frente a Chacarita, no hubieran sido tan graves, estaríamos tentados de afirmar que declaraciones como las referidas, resultarían tan lamentables como patéticas y ridículas. Sin embargo, dada la gravedad institucional, primero de la barbarie y luego de la complicidad dirigencial, hoy estamos exigiendo de las autoridades competentes que se sancione a Chacarita Júniors con una medida ejemplar, si es que verdaderamente desde la Asociación del Fútbol Argentino y los organismos de seguridad deportiva, les interesa comenzar a erradicar efectivamente, y no sólo desde lo discursivo y políticamente correcto, ese flagelo permitido y consentido que es la violencia en el fútbol.


No por casualidad, hoy el Deportivo Morón y Chacarita, constituyen las dos caras marcadamente opuestas de una misma moneda del fútbol argentino. El Gallo, saneado financieramente y en franca expansión institucional, mientras que el “Tricolor” se muestra en un paulatino e imparable retroceso deportivo (desde su último paso por la primera división) e inmerso en una decadencia económica de tal magnitud, que lo puede llevar hasta el borde mismo de un quebranto financiero.
 


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