lunes, 28 de abril de 2014

Dios te salve, Pasini… Morón es contigo.

Precisamente en la misma jornada, que será recordada como “el día de los cuatro Papas”, en que Juan Pablo II y Juan XXIII alcanzaron la santificación, por parte de la Santa Sede, pues mucho más cerca, acá en el Oeste, ya más de uno estará comenzando a recopilar documentos fílmicos, antecedentes y testimonios, que acompañen y certifiquen a futuro, la evidencia irrefutable de nuestro primer santo argentino.

En efecto, para sostener tales santificaciones, hubo de comprobarse previamente, que ambos fallecidos Papas, fueron capaces de realizar comprobables milagros, imposibles de desmentir tanto por la ciencia como por alguna falsa o encontrada creencia.

Para ello, hubieron de resultar fundamentales los relatos de los propios protagonistas o beneficiarios de los milagros, a través de cuyos testimonios pudo acreditarse sin espacio para la mínima duda razonable, la existencia de intervenciones divinas, más allá de cualquier clase de entendimiento mundano o razonamiento humano.

Así las cosas, mucho más cerca de todos nosotros, más precisamente por el Oeste, miles de fieles han comenzado a acopiar relatos de particulares como documentación escrita o audiovisual, que resulten capaces de traspasar los límites de la lógica científica y elemental, para que aquello que no fuese posible explicar desde la ciencia, sea contemplada y contenida por la fe de la creencia.

De otro modo, cómo seríamos capaces de explicar fehacientemente, que un conjunto de almas desangeladas, entregadas anímicamente y sin el más mínimo atisbo de humana rebeldía, a partir de la intervención “divina” de “San Salvador” Pasini, hayan sido capaces de volver a creer en sus fortalezas y de revertir, prácticamente de la noche a la mañana, un cuadro tan complejo para la ciencia como para la creencia, que lo conducía lenta e invariablemente por los caminos oscuros y tortuosos del bíblico pasaje y posterior “descenso”, a los siete avernos del mismísimo Dante.

Asimismo, quién sería capaz de interpretar, sin recurrir a la evidencia trascendente de un auténtico “milagro”, que aquél mismo conglomerado de desangeladas almas humanas, revirtieran un 5 de 30 inapelable y decisivo para con sus aspiraciones de redención alguna, por una racha “milagrosa” de 15 sobre 15, para liberarse de las pesadillas dantescas y comenzar a ilusionarse con un “ascenso” casi divino, desde el advenimiento providencial de “San Salvador” Antonio Aurelio, un inequívoco enviado desde el propio cielo.

Por ello, de los miles de fieles que se acercaron las últimas fechas al “templo” de Hipólito Yrigoyen, donde el bien no triunfaba sobre las fuerzas del mal, nada menos que desde el 8 de diciembre de 2013, muchos hubieron de peregrinar durante varios kilómetros, cargando sobre sus espaldas la cruz compartida de un pasado reciente de sinsabores e ilusiones rotas, y pese a las prohibiciones de leyes paganas restrictivas para con la fe inquebrantable de nuestra sufrida y gloriosa grey (católica apostólica del Gallo), presenciar una vez más y en suelo ajeno, la puesta en marcha de esta auténtica cadena de milagros, puestos al servicio de nuestra única religión, conocida en el cielo y en la tierra como el Deportivo Morón.

Porque el Gallo volvió a ganar, esta vez en Ingeniero Maschwitz  e hilvanó de este maravilloso modo, una seguidilla impensada de cinco triunfos consecutivos, para comenzar a olvidarse casi por completo del “infierno tan temido” de los promedios, y al mismo tiempo, volver a transitar por “el boulevar de los sueños rotos”, del ingreso al Reducido como antesala del anhelado abandono de la “B” Metro.

Porque sin jugar bien, pero sustentado en un eficacia y contundencia admirables, este Morón de “San Salvador” Pasini lo definió en sólo quince minutos y luego se dedicó a esperar, a un rival que le manejó el balón de allí y hasta el final del encuentro, pero que sin embargo rara vez pudo acercarle verdadero peligro, con los puntos altos de Ariel Otermín, (el más parejo y seguro, dentro de una dubitativa defensa), el primer tiempo de un Gastón Sánchez más parecido al de los primeros encuentros, y el complemento de Gerardo Martínez, otro que parece retemplado desde la llegada del “Salvador, el milagroso”.

Y fundamentalmente, la certeza de un recuperado Damián Akerman, que convirtió otra vez de a pares y lleva 12 goles en la campaña (seis en cinco partidos, desde la llegada de “San Salvador”), y 135 con la camiseta que mejor le sienta y que, desde ayer, también lo tiene como el máximo exponente en cantidad de presencias, aún en compañía del “Coco” Enrique Omar Cuenca Zaldívar, a quien podrá superar este próximo miércoles, cuando vuelva a calzarse la “nueve” que le pertenece desde hace ya más de una década, para recibir a Témperley, casualmente una de sus “víctimas” predilectas.

En definitiva y en el marco de la misma jornada, que será recordada como el “día de los cuatro Papas”, fecha en que la Santa Sede procediera a santificar, tanto a Juan Pablo II como a Juan XXIII, ante las evidencias irrefutables de los milagros operados por ambos, entre nosotros, más precisamente por el Oeste, los feligreses del Deportivo Morón comienzan a recopilar testimonios y documentación suficiente, como para solicitar en breve, la santificación de aquél que sería el primer santo argentino (y del Gallo): “San Salvador” Antonio Aurelio Pasini.

¿De qué otra forma, acaso pudiera explicarse, tanto desde la ciencia como desde la propia creencia, este verdadero “milagro” futbolístico?...

Dios te salve, Pasini
Lleno eres de gracia
Morón es contigo…

HAGAN LIO.

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