miércoles, 5 de noviembre de 2014

"El Gran Juego de la Oca", según el Gallo.... Otra vez sopa.

Y cuando todos esperábamos por ese salto de calidad definitivo y esa nueva muestra confirmatoria de carácter, propia de cualquier equipo que alcanza finalmente la madurez colectiva necesaria, para poder cimentar sobre bases sólidas, cualquier aspiración seria de éxito deportivo, el Deportivo Morón nos devuelve siempre, más tarde o más temprano, sin importar los circunstanciales intérpretes, a esa realidad cruel y repetida de profesía autocumplida, en la que los sueños se nos suicidan en el terreno de las certidumbres y las amarguras conocidas, de manera inexorable y desde hace nada menos que 25 interminables años.

En efecto, luego del bochorno con Barracas y la impotencia del cero frente a Comunicaciones, el último viernes, Morón había logrado repentinamente borrar los escándalos, las dudas subyacentes y los familiares demonios de siempre, a caballo de un triunfo de aquellos que quedan en la memoria colectiva y, fundamentalmente, suelen constituír un punto de inflexión, en tanto inicio muchas veces de procesos de fortalecimiento y consolidación grupales, cuya emergente de confianza suele conducir en varios casos, a la adquisión permanente de esa mística necesaria, para la consecusión exitosa de los grandes y trascendentes logros.

Sin embargo, este Morón que desde hace 25 largos años, viene jugando (y perdiendo) con el destino, a una suerte de "Gran Juego de la Oca", se ha caracterizado por múltiples y reiterados tics, aunque seguramente uno de ellos habrá de marcarnos a fuego durante ese histórico y sin embargo vigente lapso: el hecho irrefutable de, sin importar los intérpretes de turno, jamás ganar ese partido consolidatorio o "bisagra", que nos catapulte a la cima de una tabla de posiciones o, como en este caso, nos prolongue la efímera alegría, erigiéndonos definitivamente como el conjunto previsible y serio, aspirante a los logros históricos y los momentos imborrables.

Sin ir más lejos y a nefasto tono con este designio casi karmático, este martes frente a Acassuso, frente a su propia gente, en el Nuevo Francisco Urbano, el once de Blas Armando Giunta respondió casuísticamente a la realidad inalterable de los últimos 25 años, perdiendo en casa el partido que no debía perder, para una vez más y de manera inexorable, responder con otra bofetada a las ilusiones renovadas de un público del Gallo que, también nuevamente, se retiraría del estadio con el consabido y no por ello menos amargo, repetido sabor de la decepción y el desencanto mal avenidos.

En rigor de verdad, si bien se trataba de un rival complicado y un encuentro sin dudas "perdible", en la previa y de antemano, lo que agudizaría el sabor a hiel de la derrota, sería la forma y el desarrollo del cotejo, más que el revés en sí mismo, dado que este ordenado y mediocre Acassuso (y sin embargo, serio aspirante al título hasta las últimas fechas, por innegables méritos propios, como así también deméritos ajenos), habría de llevarse el triunfo con tan poco que, como bien reza el tango, "si dan ganas de balearse en un rincón".

Tan sólo le bastaría un orden casi granítico por definición, un mediocampo con un fuera de serie como Lucas Mazzulli y dos delanteros interesantes y generadores de zozobra, dándose el lujo de jugar casi con diez hombres efectivos en cancha, por contar (o mejor dicho, no contar) con nuestro conocido Gastón Ada entre sus filas.

Así las cosas, en un primer tiempo frío y mal jugado por ambos bandos, donde la "figura" excluyente de una cancha en muy mal estado, sería la "imprecisión", las únicas dos ocasiones manifiestas de gol, habrían de revelarse sobre el arco de Sebastián Peratta, dilapidadas tanto por Facundo Pumpido, como por Damián Salvatierra, en éste último caso, de manera increíble, debajo del mismo arco.

En el complemento, un Morón sin fútbol ni ideas, aún con el ingreso de Gerardo Martínez, que fiel a su estilo, pasó de príncipe a mendigo, sin solución de continuidad y en tan sólo 96 horas, desde su determinante actuación en la noche de Vicente López, y en medio de un desarrollo que presagiaba a gritos un paupérrimo cero a cero, habría de perderlo por mérito propio, a partir de una sucesión de horrores en el área chica, tras uno de tantos centros cruzados que enviara el "Quemero", y que evidentemente, tanto lastimaran a una defensa que supo estar seis partidos sin recibir goles en contra, y hoy demuestra vulnerabilidades de sus peores épocas.

Con un Sebastián Peratta, de noche tan negra como su buzo, y responsable de la mala salida en el cabezazo previo al tanto de Mazzulli (sin contar otras acciones en falso, de similares características a las del gol de la visita), la reiterada y floja tarea de la última línea, habría de completarse con un Emiliano Mayola regular, aunque lejos de su mejor nivel, y un Cristian González bajísimo, quien rechazara hacia su propio arco, facilitando el rebote manso, para el puntazo goleador del volante central de "Ssuso", además de otro nuevo error de cálculo en el salto, al igual que frente a Platense, para la habilitación perfecta a Vega, sin mencionar su tendencia a "fajarse" con algún rival de turno (en este caso, Pumpido), al igual que en sus peores épocas, previas a su préstamo en Unión de Mar del Plata.

Por fortuna, la única excepción a la regla del fondo del Gallo, y en definitiva de todas las líneas, resultaría nuevamente ese pequeño y silencioso "gigante", llamado Rodrigo Lemos, quien además de clausurar su andarivel, devendría asimismo en el mejor y más claro "delantero" del opaco once de Giunta, generando con sus subidas, las escasas variantes ofensivas que evidenciaría el equipo, tanto es así que a poco estaría de ser el artífice de un nuevo penal a favor.

Muy distinta sería la actuación del "indultado" Gastón Montero, quien se mostraría bien lejos del mejor Montero, previo al bochorno compartido con Jonatan Páez Carate. En el medio, mientras tanto, poco y nada, con la vuelta de un Damián Toledo por debajo del nivel conocido, un Emnanuel Pío que no gravitaría como en otros partidos, a los que debemos agregarles un Cristian Yassogna cada vez más bajo en su nivel y, al mismo tiempo, cada partido más necesario en su rol original de delantero, más un Federico Domínguez que sin dudas, debió haber jugado el peor encuentro desde su arribo.

Y en ofensiva, peor que menos, con un Mariano Martínez de regreso a sus bajones e intrascendencias, y un Damián Akerman visiblemente disminuido en su condición física, a consecuencia de una molestia que ya lo marginara antes de tiempo, durante el complemento frente a Platense.

Tan pobre habría de ser la actuación del equipo en todas sus líneas, pero con especial hincapié en ofensiva, que las dos únicas jugadas de verdadero peligro generadas por Morón, habrían de tener lugar en tiempo cumplido y en el descuento, ambas dilapidadas por el ingresado, Víctor Leonel Altobelli.

En definitiva, este pálido Deportivo Morón, que pareció haber agotado su cuota de carácter en Vicente López, volvió a complicarse solo en sus sueños de Reducido, puesto que deberá esperar un resultado positivo de Comunicaciones, frente a Barracas Central, para asegurarse que el "Camionero" no le vuelva a arrebatar su posición de privilegio, dentro del selecto grupo de clasificados al G6.

Asimismo, este próximo sábado, frente a la UAI Urquiza, en Villa Lynch, este equipo deberá mentalizarse para afrontar una verdadera final, ante otro de los aspirantes al hexagonal por el tercer ascenso, que muy posiblemente determine "a plata o mierda", el futuro inmediato de un plantel concebido y presupuestado para acceder a la "B" Nacional.

Veremos de qué lado saldrá finalmente el dado, durante las venideras y definitivas jornadas, dentro de este cruel "Gran Juego de la Oca" que venimos padeciendo impiadosamente, desde hace 25 años, sin importar sus protagonistas.

Otra vez sopa??... (!!).


Gustavo Adrián Requelme
@elgallogustavo.

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