Y una fría tarde de mayo, en día y horario insólitos, fiel a la desembozada intención compartida, tanto de la vergonzosa APreViDe, como de la no menos impresentable AFA, el Deportivo Morón tocó auténtico fondo, con una actuación tan patética y anodina dentro de la cancha, que constituye un reflejo pseudo deportivo, de la inagotable gama de errores que se cometen más allá de la línea de cal, y en definitiva, a las decisiones y horrores de gestión que les han dado alguna vez, un lamentable y costosísimo origen.
Morón volvió a jugar mal, como era presivible, de la misma manera en que lo ha hecho, muchas veces de manera penosa, y en otras vergonzante, desde el inicio mismo del presente torneo de la Primera "B", un certamen que semana tras semana y fecha a fecha, nos genera la deprimente convicción de otra temporada perdida, a partir de un equipo que parece destinado a "navegar" pálidamente en mitad de tabla, en un mar de dudas y de desaciertos dentro y fuera de la cancha, sin timón en el cuerpo técnico y a la deriva dirigencial.
Con la obstinada repetición de un sistema táctico que jamás diera resultados, este pobre y desdibujado Gallo repitió una actuación desastrosa, donde no faltaron las buenas intenciones y la saludable actitud de ir al frente, aunque también volvieron a reiterarse las limitaciones sin fin, de un equipo al que no "se le cae una idea" futbolística, ni pareciera capaz de encontrar los caminos más básicos y elementales, como para ganar y justificar un triunfo, evidenciando un desconcierto y una desorientación tácticas de tamaña magnitud, que sólo podría intentar explicarse en la nefasta combinación, de unos protagonistas directos sin demasiada aptitud y un conductor técnico encerrado en su propia "cárcel" conceptual y, por ende, absolutamente incapaz de generar los cambios positivos necesarios, que deberían provenir desde el banco de los suplentes.
Morón volvió a igualar en cero, por segundo encuentro consecutivo, un "cero" que califica por sí mismo la "pobreza franciscana" de un equipo errático desde el planteo, y que con el paso de los minutos y los sucesivos partidos, resulta impotente de doblegar a cualquier rival de turno, no importa que se trate del limitadísimo Sportivo Italiano, candidato de "fierro" para el próximo descenso y que, aún sí, como sucediese en el reciente caso de Armenio, hasta pudo ganarlo en tiempo cumplido, de no mediar la providencial "resurrección" futbolística del mejor Sebastián Peratta, para evitar en una doble y postrera atajada fantástica, lo que hubiese sido además de otra derrota, la profundización intolerable de un oprobio de '95.
Para aquellos que tienen a ver el "medio vaso lleno", a veces por optimista y genuina convicción, y en otras por los mismos intereses que nos han hundido en las actuales profundidades abisales, futbolísticas e institucionales, el Deportivo Morón acumuló su segundo partido al hilo sin recibir goles, al cabo de catorce fechas disputadas, aunque también cosechó su tercer partido sin sumar de a tres, ni convertir tantos, lo que de a poco e irremediablente, termina por desvanecer aquellas justificaciones iniciales, repetidas hasta el hartazgo, de un equipo vulnerable en defensa, pero contundente en la delantera, aún con un solo punta.
En la fría tarde de jueves, en el Nuevo Francisco Urbano, y en el desagregado del "línea por línea", el Gallo de Blas Giunta volvió a exhibir las dudas habituales en defensa, aunque en esta ocasión no usufructuados por los flojedad evidente de un rival que justifica perfectamente su posición en la tabla, con la salvedad de Sebastián Peratta, y su auspicioso regreso en cancha, así como la solidez habitual del retornado Emiliano Mayola, y la eficiente faena de Cristian Broggi, a pesar del empecinamiento táctico de obligarlo a jugar con su perfil cambiado.
Tal vez allí, del medio en adelante, se visualicen los mayores problemas conceptuales de un Morón que equivoca fatalmente los roles, de manera inaudita y despiada para con la lógica elemental y sus propios intereses, a caballo de la pretensión insensata de hacer defender a quien debe atacar, y de distribuir el balón y generar fútbol, en aquél sólo destinado a la tarea de contención, y viceversa, lo que en definitiva, termina por generar un estado colectivo de previsible desorden y desorientación táctica, donde los protagonistas se enciman y chocan entre sí, al mismo tiempo que no ocupan los espacios, ni cubren los relevos, ni mucho menos, resultan capaces de producir juego asociado y desequilibrios ofensivos hilvanados, con la suficiente presencia en el área contraria.
Porque este deshilachado Morón que deambula por la cancha, sin idea futbolística ni recursos o aptitudes para cambiar su destino, sin dudas que ha perdido definitivamente su rumbo (si es que alguna vez lo tuvo), producto de la ausencia de Norte fuera del terreno de juego, en el banco de los suplentes y los desatinos dirigenciales que le dieran origen a un presente tan sombrío.
Y porque el Gallo tocó fondo, en la fría tarde de jueves, en el Nuevo Francisco Urbano, no tanto por el paupérrimo empate ante Italiano, sino y fundamentalmente, por la tristeza infinita que genera en los pobres corazones de los auténticos hinchas, realidades que laceran e imágenes que avergüenzan.
Dios te salve, Gallito querido... (dentro y fuera de la cancha).
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
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