Corría el minuto 27 del segundo
tiempo, en el estadio de Lanús, cuando Gerardo Martínez ejecutaría un tiro de
esquina, desde la izquierda del ataque del Gallo, que antes de llegar hasta el
botín zurdo de Nicolás Minici, hallaría la “peinada” precisa de Franco Racca,
para que el balón aterrizara “mansito” en el empeine del lateral izquierdo de
Morón, para empalmarla con alma y vida y poner el uno a cero, frente a Newell’s
Old Boys, que a la postre desataría la algarabía en el Oeste y le permitiría al
Deportivo Morón, avanzar a los octavos de final de la “Copa Argentina”.
En efecto, y luego de un primer
tiempo donde no habrían de vislumbrarse diferencias ostensibles de categoría,
el conjunto de Walter Otta le jugaría de igual a igual, a la “Lepra” rosarina,
con una figura indiscutida por solidaridad, prodigalidad, concentración y temperamento:
el equipo mismo, en su conjunto.
Con múltiples puntos altos, en la
mayoría de sus titulares de inicio, con especial hincapié en un enorme partido
del “Rengo” Rodrigo Díaz, en la generosidad de Javier Rossi (para bajar
permanentemente a cubrir las subidas del lateral diestro), así como de Emmanuel
Giménez y su quite con primer pase criterioso ofensivo, y del debutante Franco
Racca, a quien le tocaría “bailar con la más fea”, al tener que contener a ese
temible punta “Rojinegro”, llamado Ignacio Scocco, el Gallo controlaría a su
rival lejos del arco defendido por Nicolás Angelotti, más allá de un predominio
rosarino en el manejo del balón, merced al buen pie de jugadores de la
categoría de Maximiliano Rodríguez y Mauro Formica.
Ya en el complemento, el
predominio en el desarrollo del cotejo habría de alternarse, cada vez más lejos
de los arcos, hasta que a los 27 de la etapa complementaria y luego de un
córner ejecutado por Gerardo Martínez, Franco Racca habría de “peinarla” en el
centro del área, para habilitar en soledad a Nicolás Minici quien, con un
preciso remate de zurda, conseguiría la apertura del marcador y el delirio de
miles de hinchas del Gallo que, frente al televisor, por la determinación de
disputar el encuentro a puertas cerradas, comenzarían a soñar en grande con un
triunfo y clasificación históricas, a poco más de quince minutos para el cierre
del partido.
Con Damián Akerman en cancha,
inaugurando su quinto período en el club que lo idolatra, este once maravilloso
de Walter Otta, se retrasaría unos metros en el campo, procurando sostener la
diferencia y de contra, sentenciar el pleito, algo de lo que a poco estuviera
el mismo goleador histórico, de no mediar la salida oportuna del arquero, fuera
del área, para impedir que Damián pudiese anticiparse con la punta de su botín
y empujarla al gol.
Pese a sufrir un par de
sofocones, como el pelotazo en el palo de Mauro Formica y la atajada monumental
de Nicolás Angelotti, ante el remate a “quemarropas” de Scocco, en el área
chica, el Deportivo Morón sostendría la diferencia hasta el final del
encuentro, en base a una actuación formidable de todos sus intérpretes, para
alzarse con un triunfo tan histórico como merecido, luego de ’90 brillantes en
solidez, concentración y temperamento individual y de conjunto.
Con el pitazo final del árbitro,
el festejo y desahogo de todo el plantel y cuerpo técnico, en un emotivo e
interminable abrazo, se irradiaría más allá de la pantalla en miles de
televisores, para llenar de lágrimas los rostros y de felicidad los corazones,
de innumerables hinchas de Morón, que comienzan a soñar despiertos, con un equipo
que juega bien, se prodiga los noventa minutos y que clasificó a octavos de
final de “Copa Argentina”, para enfrentar al ganador de Atlético Rafaela y
Rosario Central, nada menos que el antagonista histórico de Newell’s Old Boys,
la nueva “víctima” del Gallo en este certamen.
Clasificó Morón y sueña de pleno
derecho, por un equipo que contagia ilusión y retempla el alma.
A octavos…, a puertas cerradas,
pero a “corazón abierto”.
Foto: gentileza, Prensa Deportivo Morón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario