Con el permiso de los amigos lectores y la licencia de mis profesores de periodismo, hoy vengo a escribirles en primera persona, utilizando para ello un tiempo verbal que constituye casi un pecado venial en los ámbitos profesionales de mi labor.
Sin embargo, para relatar lo que necesito contar (y hablo de "necesidad", pues realmente lo vivo así, ya que no me anima obligación alguna de ninguna naturaleza), preciso imperiosamente de la primera persona verbal del singular, puesto que se trata de un relato verídico y en primera persona.
Como cada año, para esta altura del mismo, se impone un balance de lo acontecido a lo largo de sus 365 días, algo bastante habitual en años anteriores y que en 2016 y 2017, por razones de ética personal y profesional, no habría de suceder, por motivos obvios de incompatibilidad y sentido común: hubiese sido muy demagogo de mi parte, realizar cualquier tipo de semblanza institucional del Deportivo Morón, siendo parte integrante de las Comisión Directiva que aún dirige los destinos de nuestra pasión compartida.
Sin embargo, el 2017 habría de resultar un año muy atípico en lo personal, puesto que a mediados del mismo, la propia Comisión Directiva, hasta ese entonces mis "pares" de CD, habrían de decidir mi apartamiento del cargo como jefe de prensa, algo absolutamente legítimo desde lo formal, y ante lo cual no me asiste objeción alguna, salvo sí en las formas, puesto que habría de resolverse en mi ausencia y sin preaviso alguno, dado que de otro modo me hubiese apartado de motu proprio.
Ante ello, y pese a la voluntad de mis ex "compañeros" de Comisión de permanecer en funciones como Secretario de Actas, al día siguiente de aquella decisión, tomada un lunes feriado, luego del resonante triunfo por Copa Argentina ante San Lorenzo, y de regreso de cumplir mis obligaciones como prensa y dirigente en la pretemporada de Mar de Ajó, decidí renunciar de manera indeclinable a dicho cargo directivo, en virtud que me resultaba imposible imaginarme sentado a la misma mesa, en lo sucesivo, con aquellos que habían decidido mi alejamiento como jefe de prensa, sin siquiera tenerme enfrente para otorgarme el legítimo y constitucional derecho a la más elemental defensa, algo que en mi fuero más íntimo guardo con infinita pena como un acto de injustificada traición.
Y así como decido, en mi vida personal, no sentarme a compartir la mesa, con aquellos que no considero mis afectos, ese mismo criterio vital y de sentimiento habría de animarme a desestimar cualquier intento de convencerme de no abandonar el "barco" dirigencial, para evitar el pequeño "rebote" mediático, ni tampoco para conservar la posibilidad de asistir de visitante, por una "chapa" y carnet virtual de dirigente, que jamás hubo de interesarme en el año y medio que intenté dar lo mejor para el club, desde mi humilde saber y entender humano y profesional.
Consumada mi renuncia y mientras intentaba asimilar un nuevo "golpe" impensado, de los varios que me asestaría la función, alguno de los cuales dejarían profundas huellas en mi espíritu, por lo injusto e innecesario de los mismos (y hasta modificarían conductas habituales personales, ante la mentira inaudita y el escarnio público mal avenido, precisamente por cuidar el patrimonio societario y negarme al recurso recurrente de la extorsión más inescrupulosa y abyecta), solamente expliqué mi situación en un puñado de medios amigos, por la relación de afecto que me unía y une con los mismos y por el compromiso asumido de siempre dar la cara, pero sin la más mínima intención de generar un "circo" o una gira mediática propia de un escándalo de "vedettes", ante un tema insignificante en el devenir de los 70 años de grandeza del Deportivo Morón.
En este punto, no puedo más que agradecer infinitamente la muestra de solidaridad personal y profesional sin precedentes, de mis compañeros colegas de medios partidarios, quienes también sorprendidos e incómodos por la intemperancia de una decisión que podría haberse dado de otra forma más sincera, sensata y frontal, decidieron no cubrir el cotejo amistoso ante la Reserva de River Plate, medida de "fuerza" que jamás fuera "perdonada" por un vicepresidente de la institución, hoy también fuera de la CD, quien primero amagara con negarse a otorgarles la credencial anual a los medios participantes en la medida y que, convencido por alguien con más cerebro y menos resentimiento que el mencionado ex dirigente, aún hoy conserva un odio visceral al conjunto de medios partidarios, "veneno" que destila semanalmente, en un conocido foro de opinión de una histórica web de Morón, bajo un pseudónimo que resguarda la identidad y fundamentalmente la "integridad", de alguien que nunca la tuvo ni tendrá jamás.
Y menciono esto ahora, a días de un nuevo año, porque no hubo una explicación satisfactoria sobre lo sucedido, y más allá de lo irrelevante del tema, en comparación con los grandes problemas que aquejan a nuestra institución, el socio e hincha siempre tiene el derecho de saber lo que pasa y por qué suceden ciertas cosas, que en mayor o menor medida, revisten cierto grado mínimo de impacto institucional.
En lo personal, intenté desde mis cuentas personales de redes sociales, explicar algunas de todas estas cuestiones, pero luego comprendí que no era el momento para hacerlo, puesto que podía tomarse como el descargo de un "despechado" de la CD, ya que nadie tiene la obligación de saber que, todo lo que uno criticó desde afuera, también lo hizo durante año y medio desde adentro, y hasta votó sistemáticamente en contra de todo aquello que consideró inoportuno e inadmisible para sus convicciones personales y societarias, pero en flagrante minoría; ante lo cual, uno pasaba a convertirse en una negativa meramente testimonial, que cuanto menos impedía la "obediencia debida" que se vivía puertas adentro de la directiva, y que en definitiva, con el paso de los meses, explicara la "necesidad" de la forma intempestiva de mi alejamiento, de un cuerpo que, salvo honrosas excepciones, había perdido irremediablemente la posibilidad del debate franco, el disenso necesario y el voto en disidencia de la mayoría "automática", clima de complicada e incómoda permanencia para cualquiera con criterio propio.
Pido sincero perdón si este descargo testimonial-emocional carece de importancia para muchos, o si ofendo o enojo a otros, pero luego de un largo silencio autoimpuesto, por privilegiar siempre los intereses supremos de la institución, y a la hora del habitual balance, tras casi dos años de ausencia lógica de panoramas institucionales en este espacio, caracterizado desde siempre a la opinión, acertada o no, del adentro y del afuera de la cancha, en la convicción que había llegado el momento de contar algunas cosas que no habían sido debidamente aclaradas a su tiempo, y que hoy, nuevamente desde el llano e intentando retomar el perfil bajo que me caracterizara, y dentro del cual me siento realmente cómodo, precisaba internamente aclararle a mis Amigallos (tomándole prestado el término a mi respetado amigo, Mariano Campos), como quien necesita sincerarse con sus afectos en una mesa de bar, cervezas de por medio.
Orgulloso y satisfecho de lo poco o mucho aportado desde la función que me encomendara el socio, aquél inolvidable 5 de junio de 2016, gestión que siempre quedará a criterio de mis consocios e hinchas del Gallo, y con el regusto amargo de no haber podido concretar otros varios proyectos planificados para el segundo semestre del año que concluye, debo ser sincero, como lo he sido siempre en este espacio y fiel a mis convicciones en el rol de jefe de prensa, aprovecho para agradecer infinitamente el honor concedido y por permitirme vivir un año y medio inolvidable en la función más hermosa del mundo, aunque en el presente el sentimiento interno sea de decepción y desánimo, similar a aquél que amaba el asado y que, tras "vivir" la "cocina" interna de la "parrilla", hoy desestima el asado con pena y cierto dejo de amargura.
Porque en un club complejo y hermoso a la vez, al igual que sucede con cualquier gran amor en nuestras vidas, existe mucha mezquindad e ingratitud entre quienes lo frecuentan, deciden y participan de su vida activa, provocando sinceramente que uno se replantee si lo suyo tuvo razón de ser alguna.
Quizás el tiempo me de esa respuesta que estoy buscando, y revalorice lo vivido, por encima de los ingratos y las miserias tan humanas.
Mientras tanto, gracias por leerme y muy felices fiestas.
@elgallogustavo.
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