sábado, 1 de agosto de 2015

En búsqueda de su "destino"..., un paso adelante.

Hasta este mediodía, en la previa de su visita a Olavarría y Luna, el Gallo no perdía, puesto que provenía de cinco partidos sin derrotas, pero tampoco ganaba, ya que luego de los dos triunfos iniciales (ante la UAI Urquiza y nada menos que Almirante Brown, en Isidro Casanova), hilvanaba tres igualdades consecutivas (Estudiantes de Caseros, Riestra y Acassuso), con igual cantidad de goles a favor y en contra, en esos '270 efectivos: esto es, sólo UNO.

En el marco de una "levantada" innegable, que en rigor de verdad, venía dando indicios desde partidos previos al final de la primera rueda, a excepción de la derrota dolorosa (en el trámite, más que en el resultado) frente al humilde Deportivo Merlo, y anclado en un rendimiento colectivo in crescente, con algunos puntos individuales destacados, pero solventado en una progresiva mejora de conjunto, este equipo de Blas Armando Giunta ha ido reconstituyéndose a sí mismo, prácticamente desde cero, hasta ir adquiriendo una fisonomía más parecida a aquél EQUIPO de comienzos del "ciclo Giunta", a mediados de la temporada precedente, que sin brillar ni muchísimo menos, se caracterizaba por su orden, solidaridad, sacrificio y contundencia para ganar sus partidos con autoridad y merecimientos suficientes.

Sin embargo, en las últimas jornadas, habíamos ya subrayado este crecimiento en el rendimiento colectivo, aunque de manera despareja en todas sus líneas, dada la consolidación de una defensa otrora vulnerable, y ahora sólida y concentrada los '90, comenzando por la seguridad irradiada desde el propio arco por Carlos Morel, y prolongada en una última línea de cuatro centrales, que supo combinar la regularidad de Emiliano Mayola, con la sobriedad de Nicolás Gásperi y la grata sorpresa de Cristian Broggi, más allá de los altibajos de Ariel Otermín, cada partido más "contagiado" por la efectividad de sus compañeros.

En el medio, en igual lapso y más allá de eventuales triunfos, empates o incluso derrotas, ha resultado más que evidente el crecimiento exponencial de Cristian Lillo, primer defensor a la hora del repliegue y también el primer atacante, al momento de recuperar el balón y dar el pase inicial ofensivo, siempre bien secundado por Jonatan Páez (ausente por lesión, frente a Barracas), pero de indudable importancia, en cada cotejo en cancha, además de la prodigalidad y sacrificio táctico habituales en Cristian Yassogna, y el inesperado pero afortunado regreso a la consideración de Mauro Montenegro, convertido en la "rueda de auxilio" y el suplente "número uno", toda vez que en los últimos partidos, el mediocampo del Gallito se ha podido ver resentido por la ausencia obligada de los antedichos y, sin embargo, no ha ocurrido por el "reestreno" de Montenegro en este equipo.

Y tal vez allí, comenzarían los mayores déficits de este conjunto de Blas Giunta, que básicamente se hallan centrados en la generación de juego asociado en el medio y de claridad y contundencia en los últimos metros, a pesar de otra irrupción impensada hace tan sólo una decena de cotejos, y que tiene que ver con la inclusión y consolidación en el primer equipo, de esa auténtica "bocanada de aire fresco", llamada Junior Mendieta, erigido por absoluto mérito propio y "prepotencia de talento", en la pieza ofensiva más desequilibrante de este momento del Deportivo Morón.

Claro que, la falta de fútbol en este equipo, muchas veces ha tenido que ver con la ausencia de variedad de interlocutores válidos, claro está, pero también es cierto que en otras tantas ocasiones, ha estado emparentada con decisiones tácticas erróneas o necesidades prosaicas circunstanciales, dentro de un plantel antes numeroso y ahora no tanto, pero siempre escaso de variantes de calidad para la generación de juego y la efectividad en el arco contrario.

Así y todo, con mayores momentos de lucidez o "lagunas" de irregularidad mediante, el único protagonista capaz de "hacer jugar" a sus compañeros, ha sido y seguramente lo seguirá siendo, hasta el final del presente torneo, el cordobés Federico Domínguez, demasiadas veces restringido por decisiones tácticas, a transitar la franja izquierda del mediocampo, cuando lo mejor de su repertorio, sin dudas, ha sido visto partiendo desde el centro, con libertad para "flotar" por delante del "doble cinco" e hilvanar sociedades con los puntas o encarar en intentos individuales, en base a una admirable y desusada habilidad para la gambeta en velocidad (algunas veces, y como todo talentoso, pagando el pecado venial de "hacer una de más").

De hecho, y en el triunfo por dos a cero frente a Barracas, en Olavarría y Luna, "Fede" Domínguez, un auténtico "Kung Fu" en materia de generación de fútbol, dentro de este austero aunque solidario Deportivo Morón, habría de salirse varias veces del "libreto" técnico, para explotar mejor sus potencialidades y manejar los "hilos" de una visita que, a la vieja usanza de los primeros tiempos del "ciclo Giunta", ejercería una presión bien alta sobre su rival para, una vez conseguido el balón, administrarlo en base a la ductilidad del "David Carradine" del Oeste, para generar a su vez, virtuosos encuentros futbolísticos con Leonel Altobelli, Mendieta y hasta Yassogna, y de ellos propiciar las mejores ocasiones ofensivas del primer tiempo.

Por ello, y luego de haber tenido dos muy claras ante Elías Gómez, arquero del local, la ventaja parcial del Gallo no habría de sorprender a propios y extraños, cuando de un preciso centro de Cristian Yassogna, desde la derecha, el propio Domínguez habría de capturar el envío por izquierda, para abrir el marcador con un zurdazo letal y darle justicia en el resultado, a un Morón que, en esos '45 iniciales y al igual que frente a Flandria y Almirante, había sido mucho más que su rival, en todas las líneas.

Tan evidente habría de constituir la superioridad territorial y futbolística del Gallo, en ese primer tiempo, que la impotencia creciente de este buen equipo de Barracas, con varios nombres importantes para la categoría, originaría una durísima entrada de César Leguizamón Arce, en perjuicio de un visiblemente recuperado Altobelli, y como lógica y justa consecuencia, su correcta roja directa, a cargo de Eduardo Gutiérrez, a falta de cinco minutos para el final de la etapa.

En el complemento, y para sorpresa de todos, el "Camionero" generaría mayores zozobras a la última línea del Gallito, con diez hombres en el terreno, más que otrora con once (algo parecido a lo que ocurriese en el "Guillermo Laza", frente a Riestra), con un siempre desequilibrante Alfredo Abalos, como abanderado de la obligación "barraqueña", instantes donde volvería a aparecer Carlos Morel, para conjurar los intentos locales y tranquilizar a sus compañeros de defensa, que por entonces evidenciarían los únicos momentos de confusión en todo el partido.

Ajustadas algunas marcas y a partir del intento de volver a defenderse con la tenencia y circulación de la pelota, para asimismo, hacer valer en la práctica el hombre de más, máxime con el ingreso de Lucas Nanía, Morón retomaría el contralor de las "riendas" del encuentro y apostaría a una contra que defina definitivamente el pleito a su favor, siempre desde los pies de Domínguez o Lillo, y en dirección a Mendieta y Altobelli (los tres primeros, junto a Morel y Gásperi, los puntos más altos de un conjunto que volvió a sobresalir como EQUIPO).

Por culpa de la falta de claridad en los últimos metros y de contundencia a la hora de la definición (la misma que lo privara, en cotejos anteriores, de unos cuantos puntos más), el Gallo debería sufrir hasta el minuto 42 del complemento para sentenciar el resultado, "sufrimiento" derivado de la escasez númerica de la victoria parcial por la mínima, más que por las virtudes de un rival controlado y casi abatido, por ese entonces, y sin embargo, siempre peligroso.

Con el segundo tanto de Morón, a cargo de Leonel Altobelli, y luego de un lindo encuentro entre Domínguez y Nanía, y además de la "buena nueva" extra, del regreso al gol del máximo artillero de este equipo (el noveno en el torneo), de flojas actuaciones en los últimos tiempos, el Gallo se alzaría con tres puntos merecidos, ganados con absoluta autoridad y justicia, en virtud de una superioridad absoluta y manifiesta durante los 90 minutos, frente a uno de los mejores (por lo menos, potencialmente) de la categoría, en un terreno siempre difícil, para consolidar su puesto de Reducido, estirar a seis su actual invicto y, fundamentalmente, confirmar una "levantada" progresiva e innegable en su rendimiento.

Y lo que es más importante, este Morón de Blas Giunta redondearía una de sus mejores actuaciones de visitante, sinó la mejor de todas, debido a la ambición de una búsqueda desde el minuto cero, algo que, indudablemente, constituye una virtud emanada de una decisión del propio cuerpo técnico.

Es que, así como en su momento, durante el presente campeonato, criticamos duramente la mezquindad táctica de entonces, hoy reconocemos y resaltamos un saludable cambio de actitud, que nada tiene que ver con resultados circunstanciales y sí mucho, con la actual mejora del equipo, en procura de una identidad y de un equilibrio, que por estos días parece paulatina y afortunadamente "en progreso".

Pero siempre con mesura y la necesaria tranquilidad, porque ni antes éramos los "peores", ni ahora somos los "mejores".

Se trata de un EQUIPO "en proceso de", y como tal, en búsqueda de su "destino".

Seguramente, "en el camino"..., a pesar de eventuales e inevitables "tumbos".


Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.



                          Foto: gentileza, Osvaldo Abades (h).

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