Y Morón volvió a pagar demasiado caro sus errores o directamente sus "ausencias" futbolísticas, como el haber virtualmente "regalado" un tiempo, el primero, ante Guillermo Brown en Puerto Madryn, al igual que le ocurriera un par de jornadas atrás, también de visitante, en el "cachetazo" de Ferro en Caballito.
En efecto, el equipo de Alejandro Méndez y Walter Pico tardó '45 minutos en "entrar en partido", permitiéndole a un limitado conjunto local, ponerse con ventaja de dos goles arriba, mitad por méritos propios a la hora de "facturar" sus contadas, pero claras situaciones de gol, y mitad a partir capitalizar con acierto y oportunismo las facilidades que otorgara otra vez la última línea del Gallo, en particular durante la primera parte del encuentro.
Con la vuelta de Franco Racca, en lugar del lesionado Valentín Perales, recuperándose de los siete puntos de sutura recibidos en su frente, tras el choque de cabezas con su compañero, Matías Nizzo, el último domingo en el clásico ante Chicago, y nuevamente sin "referente de área", aunque en esta oportunidad no por decisión táctica, sino por "fuerza mayor", ante las deserciones obligadas de Facundo Pumpido y Damián Akerman, quienes ni siquiera viajarían a Madryn, Morón jamás pudo encontrar el partido en aquellos primeros '45, y lo que es peor, volvió a mostrar por varios pasajes del desarrollo, ese "rostro" feo y preocupante del 1-5 con Ferro, desdibujado en lo individual y colectivo, sin reacción ni rebeldía y con una extrema vulnerabilidad en todas sus líneas.
Por eso, Juan Ramón Alsina, el primer marcador central local, cabecearía con tantas facilidades, para darle la ventaja inicial al conjunto chubutense, poco después del primer cuarto de hora, del mismo modo que a los '34, Lautaro Parisi, el mejor de los locales, hallara todas las ventajas para definir solo, ingresando al área sobre la derecha, para poner 2 a 0 a Brown de Madryn, ya en el primer tiempo, en un partido que parecía encaminarse a la "debacle" de Caballito, a pesar de las limitaciones del vencedor, disimuladas al máximo por un visita carente de la "tensión" necesaria, para encarar esta auténtica "final" por la permanencia, desde el minuto inicial de juego.
En el complemento, y con Ezequiel Lavezzi en cancha, en lugar de Luciano Lapetina, ya desde los '37 del primer tiempo, Morón salió de su "letargo" y en apenas dos minutos, consiguió el descuento, a través de un tiro libre de Nicolás Martínez, por una infracción sobre el vértice derecho, en perjuicio de Junior Mendieta, que luego de impactar en el palo diestro del arquero, ingresaría sobre su poste zurdo, "devolviendo" a la visita al partido, del mismo modo que el empate transitorio de Nicolás Ramírez, lo hiciera momentáneamente en la dolorosa derrota con Ferro.
Y sería allí donde se vería lo mejor del Deportivo Morón, retemplado ante la cercanía del resultado y mostrando la actitud ausente en los primeros '45, tanto es así que hasta podría haberlo empatado, antes de los '15, primero con otro tiro libre, en esta caso ejecutado por "Nico" Ramírez, que se iría apenas junto al "caño" izquierdo de Sebastián Giovini, y algunos minutos más tarde, ante una "chilena" con destino de "red" de Gastón González, que la mejor reacción del "1" local en todo el partido, privaría a Morón de un empate por entonces justo, puesto que en los primeros '20 del segundo tiempo, Brown no habría de pasar la mitad de cancha, por la presión asfixiante de un Gallo que volvería a "pagar" su falta de contundencia, en las pocas (o muchas) claras que genera.
Pasado su "cuarto de hora", casi en sentido literal de cronómetro, Morón "aflojaría" la presión y Brown lo aprovecharía para adelantarse en el terreno, emparejando el desarrollo en el medio, donde la modificación de Fabricio Alvarenga por Gastón González, no habría de brindarle a la "dupla", las soluciones requeridas para una visita que sin perder la iniciativa, había sí empezado a confundir los mejores caminos, aquellos que lo condujeran al descuento y casi a la igualdad, al comienzo de la segunda etapa.
Por su fuera poco, a diez del final, una reacción desmedida e innecesaria de Junior Mendieta (hasta allí, uno de los mejores de la visita, obligando con su velocidad y generando muchas infracciones, aunque evidenciando también los errores ya conocidos en la toma de decisiones en la "puntada final"), producto seguramente del estado de nerviosismo que nos envuelve a todos, sin excepción, tanto dentro como fuera de la cancha, determinaría su acertada expulsión por roja directa, de parte de un Sebastián Bresba de irreprochable arbitraje.
Con uno menos y dos "rivales" en cancha, Brown de Madryn y el "reloj", Morón iría por la "heroica", con Juan Celaya por Cristian Lillo, para apostar a un empate agónico, en la "cancha de arriba", invirtiendo en el terreno los roles clásicos y habituales, puesto que Franco Racca terminaría jugando de "9", y hasta contaría con alguna chance para acercar peligro, bien hilvanada por el defensor de Morón y mejor resuelta por el arquero local, al igual que Emiliano Mayola, que jugaría los últimos minutos casi como mediocampista, tratando de aportar a un Gallo desesperado por traerse siquiera un punto.
Con el Gallito "jugado" por completo en ofensiva, y a "cara descubierta" en defensa, a tres minutos del final, Sergio González terminaría con una acertada definición, una buena contra local, para "decorar" un 3 a 1 de Brown en Madryn, exagerado en las cifras, pero congruente con un Morón que "regaló" un tiempo y cuando tuvo su "momento", no supo aprovecharlo de la misma manera.
Demasiadas "gentilezas" para un equipo al cual le cuesta demasiado generar fútbol y mucho más "traducir" su dominio en el arco contrario, y máxime en una situación límite como la que estamos viviendo respecto de la permanencia en la categoría.
Habrá que apostar a recuperar anímicamente al grupo, para encarar los últimos tres partidos de un torneo, con un sólo descenso en juego (entre los "directamente afiliados"), que ya se ha convertido en un auténtico e impensado suplicio.
La fe, es lo último que se pierde. Vayamos por Olimpo con las manos "entrecruzadas", implorando por "milagros" propios y ajenos.
Sin margen.
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