Dr. Jeckyl ó Mr. Hyde??....
Y transcurridas las primeras seis jornadas del actual torneo de la B
Metropolitana, este Deportivo Morón temporada 2012/2013, genera más
interrogantes que certidumbres, a caballo de una bipolaridad futbolística cada
vez más evidente, subrayada en sus extremos más "Bordelines" tras la clásica,
inobjetable y dolorosa derrota del último sábado por la mañana, frente a
Chacarita en Villa Maipú.
Es que este Morón que apuntó para ilusionar con cada presentación, sin
importar el rival o el escenario, hoy desorienta por igual a propios y extraños,
con actuaciones para el aplauso de pie como frente a Estudiantes de Buenos Aires
o San Telmo en la Isla Maciel, y otras que parecen remitir más bien a una
indeseada prolongación de la penosa temporada pasada, en presencia de un equipo
sin respuestas anímicas, futbolísticas ni físicas, y por lo tanto condenado a
sufrir los vaivenes de categoría de sus rivales de turno, impotente partenaire
de lujo de alguna que otra dura lección futbolera.
Sabido es que, más allá de las pesadillescas simetrías, este Morón
afortunadamente nada tiene que ver con el injusto pseudo conjunto que desluciera
de tal forma nuestra camiseta, nuestra historia y nuestra moral durante la
eterna campaña 2011/2012, y que sin embargo y a pesar de la valía individual y
colectiva del prometedor actual plantel, con actuaciones tan decepcionantes como
la registrada en territorio "Funebrero", no hacen más que avivar aciagos y
vergonzantes fantasmas del pasado reciente, que nadie desea que se conviertan en
recuerdos del futuro.
Ya en partido, en tan sólo sesenta segundos y una sola maniobra habría de
ponerse de manifiesto la tónica definitiva de una mañana para el olvido: Pereyra
que ganaba la pelota en el centro del campo y habilitaba en profundidad al
juvenil enganche del local, Matías Pisano, quien lejos de "estar pintado" en la
cancha se adelantaría varios metros en ofensiva, sin más oposición que el gentil
acompañamiento y la atenta mirada de Lucas Rodríguez Pagano, para en una misma
acción al adentrarse con notable facilidad en el área grande del Gallito, con un
certero amague dejara desairados a Pagano, Dante Zúñiga y Andrés Núñez y con un
remate rasante y débil venciera la floja resistencia de un sorprendido "Chiche"
Migliardi, paradójicamente en la única intervención en la que podría endilgarse
algún grado de responsabilidad al siempre seguro y confiable guardián del arco
del Gallo.
Y hablamos en términos de "paradoja" porque a partir del mismo intérprete y
por idéntica zona del terreno, el diminuto Pisano habría de poner en ridículo a
toda la defensa del visitante, generando no menos de quince situaciones netas de
gol en favor de Chacarita, conjugadas en las gran mayoría de los casos por un
"Capitán Chiche" que volvería a recubrir de bronce su impostergable monumento,
así como por la llamativa incapacidad de los volantes y los hombres de punta
locales, que habrían de dilapidar una tras otra inmejorables ocasiones para
ajustar en los números, una supremacía escandalosa en el desarrollo del juego,
dentro de un encuentro carente por completo de equivalencias.
Y si un puñado de "imberbes desfachatados", pero de muy buen pie, ataviados
con la camiseta de Chacarita, no pudieron jamás ser controlados por una defensa
visitante tan desordenada como ineficaz, en buena medida fue el resultado lógico
de un equipo desorientado tácticamente, puesto que con un poco de orden y
actitud de conjunto, posiblemente hubieran bastado sinó para conjurar tamaña
diferencia, por lo menos para disfrazar y disimular semejante baile.
En este punto podríamos preguntarnos sobre la oportunidad de insistir
sistémicamente con la línea de tres defensiva, independiente de rivales,
escenarios e intérpretes. Y decimos esto porque más allá de la rigidez de un
sistema táctico, el éxito del mismo remite invariablemente a los actores
encargados de llevar a cabo correctamente la obra. Puesto que, por ejemplo, una
cosa es dicha hilera de tres con Cristian González como último hombre y otra muy
distinta sin González dentro del campo.
De todas formas, este trillado y agotador debate sobre la línea de tres en
defensa, remite al sistema de ideas y conceptos más arraigados en el cuerpo
técnico del Gallo, por lo que cualquier posible modificación en un futuro
cercano, sería la consecuencia del cambio de libreto contra natura por imperio
de la necesidad o la obligación extrema, que emanada de una revisión sincera
para dotar de cierta flexibilidad lógica a un esquema que hoy reviste la rigidez
de un auténtico credo futbolístico.
Cierto es que tampoco podemos hacer responsable a aquella línea de tres de
la lentitud y el desconcierto que caracterizó al mediocampo de Morón en la
mañana de Villa Maipú, con volantes que otrora ordenados y eficientes en la
recuperación, en terreno "Funebrero" llegaron siempre un segundo más tarde que
sus rivales y generaron de forma permanente huecos y espacios por donde habrían
de filtrarse metódicamente los veloces y repentinos mediocampistas locales. La
excepción a la regla resultaría Armando Lezcano, que a sabiendas de la
imposibilidad de hacerse de la pelota, debió optar por tirarse al piso en
función de recupero, para acción seguida recuperar la vertical e intentar
abastecer a los delanteros del Gallo, aislados por completo dentro de un esquema
donde reinaba el desconcierto.
Y sin embargo en las contadas oportunidades en que lograron conectarse,
tanto Damián Akerman como Ramón Abila contarían con inmejorables chances mal
concluidas, lo que en definitiva desnudaría una defensa local vulneranble por
dónde se la mire, salvo en el caso del sobrio y seguro Sebastián Pena.
Quizá aquí podríamos preguntarnos las razones y oportunidades de un par de
cambios, cuando primero y en el inicio del segundo tiempo, el cuerpo técnico se
decidiera por la salida de un extrañamente displiscente "Wanchope" Abila por
Alejandro Espinoza, para mantener vaya uno a saber qué, puesto que el partido ya
se estaba perdiendo. Y máxime cuando hubo de demorarse '30 en hacer ingresar
otro delantero que pudiera acompañar a un fatalmente solo Damián Akerman, en la
figura de un Mariano Martínez que increíblemente finalizaría desempeñandose de
enganche, continuando el "Pipi" Lezcano en cancha
Finalmente, también en el debe de una performance para la desilución
grande,
es necesario subrayar una nueva expulsión (la tercera en seis fechas), en
este caso de Gonzalo Juárez, quien en apenas diez minutos y antes de la
finalización de la primera etapa, recibiera dos amarillas consecutivas de Carlos
Stoklas, por sendas infracciones tan evidentes como innecesarias.
Pasaron catorce años para que el Gallo pudiese reeditar el clásico con
Chacarita y pasaron con pena y sin gloria los noventa minutos del esperado
regreso a Villa Maipú. Sin embargo, y de cara al próximo cotejo por la 8° fecha
de la B Metro (recordemos que el partido por la 7° jornada frente a Barracas
Central, que debía jugarse el martes 11 del corriente por la tarde, fue
postergado para el venidero martes 25 de septiembre de 2012, a las 21 hs., toda
vez que se hallan cumplimentado los trabajos de reposición de las torres de
iluminación del Francisco Urbano), cuando el Deportivo Morón visite a Brown de
Adrogué en el "Lorenzo Arandilla", este Gallito 2012/2013 deberá despejar sus
propias dudas y las de todos nosotros, para poder comenzar a discernir si
estamos en presencia del Dr. Jeckyl o en su defecto, de su violento alter ego,
Mr. Hyde..., lógico, mientras tanto el crédito aún continúa abierto..., a pesar
de todo.-
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