El equipo no merecía esto, con una actuación sobresaliente dentro
del campo de juego, en lo individual y colectivo, construyendo minuto a
minuto un carnaval, opacado y derivado a un injusto segundo plano, por
el accionar delictivo y bochornoso de un grupo de estúpidos, que de
Morón tan sólo tenían la camiseta.
No lo
merecía la gente, es decir, los verdaderos hinchas, que una vez más
colmaron el Francisco Urbano, tras una espera interminable de dos meses y
pico, en los que fueron tachando día tras día, como los convictos en
reclusión penitenciaria, las jornadas de receso estival que los
separaban del ansiado reencuentro con esa pasión única e inigualable,
que es el Deportivo Morón.
No lo merecían las
familias, mujeres y chicos, que acompañando o compartiendo la pasión,
sintieron legítimo temor ante tamaña barbarie y debieron abandonar el
estadio, entre lágrimas y apuros, muchas de las cuales tardarán en
recuperar la confianza que les permita volver, despidiéndose quizá para
siempre del entrañable Urbano, con esas últimas postales de tristeza,
miedo y desilución.
No lo merecían los
dirigentes y todos aquellos que en silencio y desinteresadamente
colaboran a diario con la institución, que con errores, contrasentidos y
discrepancias, pero con innegable esfuerzo, han vuelto a poner de pie a
un club casi descendido en lo deportivo y saneado económicamente, con
la colaboración de los socios, a un Morón que comenzaba nuevamente a
coquetear con el infierno tan temido (y conocido) del descontrol y
desequilibrio financiero, administrativo e institucional.
No
lo merecía nuestra historia, esa que aquellos imbéciles no conocen ni
les importa preguntar, con nombres propios inolvidables, nuestro
martirologio particular, hacedores de gestas inolvidables y momentos
antológicos, para el recuerdo emotivo y el regocijo de innumerables
generaciones de verdaderos y fieles hinchas, marcados desde la cuna y
por mera herencia genética, por esa inigualable franja roja horizontal,
sobre lienzo blanco y ese Gallo orgulloso y prepotente en el pecho, como
manifestación y prolongación externa del propio corazón; colores,
emblemas y símbolos que ninguno de aquellos cobardes comprenderán jamás
en su trascendencia y alcance.
No lo merecían
nuestros muertos, es decir, aquellos que nos regalaron la pasión y hoy
nos acompañan desde lo alto, en la numerosa y siempre presente hinchada
celestial, acompañando cada gol de Damián o atajada providencial de
"Chiche", con algún guiño de complicidad divino, disimulado como un
sorpresivo rayo de sol en una tarde nublada o el paso de una estrella
fugaz en una noche de Urbano.
Y muchísimo menos
lo merecía nuestro templo pagano, hablando del Francisco Urbano, nada
menos que en su semestre de despedida definitiva de nuestras vidas y de
su rol activo, con todo lo que ello implica para cada uno de nosotros,
los verdaderos hinchas, en nuestra historia vital, individual y
compartida, así como en la memoria emotiva, los sueños y las alegrías de
todos quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, enamorarnos y
hacernos parte integrante de sus escalones de cemento, como él de la
sangre que corre por nuestras venas y confluye en miles de corazones que
laten en rojo y blanco.
Pero qué pueden saber
esa banda de perfectos imbéciles, que generan amargura y verguenza ajena
por igual, amparados y protegidos por una inacción policial tan
descarada como cómplice, incapaces absolutos de proteger la integridad
física de los verdaderos hinchas, y que únicamente abandonan la
indolencia y el desgano insolente, a la hora de pasar por ventanilla a
cobrar un adicional por absolutamente menos que nada.
Y
sin embargo goleó Morón, con un regreso triunfal al ruedo oficial en
2013, a partir de una actuación sobresaliente de conjunto, con picos
de excelencia en nombres como Dante Zúñiga, Lionel Coudannes, Mariano
Martínez y Damián Akerman.
Porque el Gallo
consumó un festival de toques y profundidad, para triturar 5 a 1 a
Berazategui (con tres de un intratable Martínez y los primeros dos de
Akerman en este certamen, para llegar a los 116 con la casaca de Morón),
en el pendiente de la 5° Eliminatoria de la Zona Metropolitana de la
Copa Argentina, clasificar por primera vez a la Fase Final y esperar
rival entre Independiente Rivadavia de Mendoza e Instituto de Córdoba, a
la par de despertar una enorme y justificada expectativa para el torneo
regular, a horas del reencuentro por la "B" Metro frente a San Telmo,
con el telón de fondo del anhelado regreso a la "B" Nacional, en un año
histórico que podría coronarse con una vuelta olímpica, en simultáneo
con los festejos por la inauguración del futuro estadio.
Porque
no lo merecíamos, ni nos merecemos el estar escribiendo o leyendo este
comentario, dedicando un espacio a los violentos, que debió ser para
reseñar y subrayar la espléndida producción futbolística de un equipo
que brilló dentro del campo, mientras afuera, un grupo de imbéciles
disfrazados con camisetas del Gallo, trocaban nuestra alegría por la
amargura del bochorno.
Porque nosotros, los
VERDADEROS HINCHAS, perdimos del lado de afuera, en el instante preciso
en que un grupo de miserables se apropiara de nuestra fiesta, para
dejarnos la sensación de amargura de una costosa derrota.
No lo merecíamos...
Esta todo muy bien dicho, solo resta decir que como socio vitalicio y como parte de esa "Vieja Banda" no quiero gente asi en nuestro querido Club, espero se tomen medidas, ese sacadito que revoleo la mesa al campo de juego, hay que expulsarlo del club, y poner afiches para que no vuelva nunca mas.
ResponderEliminarel que revolio la mesa era de la vieja banda
Eliminar.
le dicen el gallego
EliminarLo peor es que la nueva Barra, no corrio a nadie. Jamas se pelearon contra Chicago, con Chacarita. Estan ahi de regalados. No tiene respeto. Por cosas asi hay que promover el proyecto de Cantero en el Rojo.
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