Mientras el Deportivo Morón retomaba la actividad oficial en 2013, correspondiente al torneo de la primera “B” Metropolitana, tras la licencia estival del primer semestre, y aún resonaban los amargos ecos de la violencia inusitada e irracional, desatada por un grupo de vándalos disfrazados de simpatizantes del Gallo, en oportunidad del último compromiso por “Copa Argentina”, hace menos de una semana y en el mismo Francisco Urbano, varios eran los interrogantes que se planteaban al cabo de tan inesperado como salvaje atentado a la felicidad y la tranquilidad, tanto de dirigentes como de los auténticos hinchas del Gallito.
En efecto, tan hondo había golpeado en el ánimo del Pueblo del Gallo, el delictivo accionar de un conjunto de energúmenos que, ante la pasividad cómplice del indolente operativo policial y con la excusa de apropiarse ilegítimamente de una bandera de Morón que, sólo en su afiebrado y enfermizo imaginario criminal, evidentemente detectaban a un “enemigo” capaz de menoscabar su “poder” de nefasta raigambre patoteril, que sería necesario aguardar hasta el cotejo del último lunes, frente a San Telmo, para poder mensurar el verdadero impacto de semejante golpe a traición, en una parcialidad afortunadamente desacostumbrada desde hace años a la violencia en las canchas y que hace tiempo ha decidido emprender el camino de la recuperación y la consolidación institucionales.
Sin embargo, en una muestra más de entereza y madurez colectivas, una parcialidad del Deportivo Morón que ha sabido coquetear con el abismo muchas veces y, pese a todo, ponerse de pie y nuevamente en marcha, lejos de amedrentarse por los violentos supo dar un mensaje contundente de convicción en el sendero escogido y de enérgico repudio a la violencia en su propia casa, colmando como de costumbre a un Francisco Urbano en su semestre de despedida, para desatar una fiesta de genuina pasión, alejada por completo de la sinrazón de la violencia cobarde y absurda.
Y evidentemente, dentro del terreno de juego, el equipo habría de contagiarse de ese ambiente festivo, con diez minutos de furia, similares a los demostrados por “Copa Argentina” ante Berazategui, donde le alcanzaría para arrinconar a su rival contra la valla de Patricio Abraham y hasta encontrar merecidamente la ventaja inicial, a ocho minutos de comenzado el cotejo, tras un córner desde la derecha del ataque, ejecutado por Dante Martín Zúñiga, y conectado cerca del segundo palo por Ariel Otermín, que con tres conquistas en el torneo, parece decidido a ilusionarnos con la idea de haber recuperado para nuestra historia, a un defensor con gol y presencia en ambas áreas, luego de varios años de ausencias en ese rubro.
Tras la conquista inicial y a pesar de contar con alguna posibilidad concreta de ampliar el marcador, el Gallo debería retroceder en el campo y cederle la tenencia del balón a su rival, más por prepotencia y virtudes ajenas, que por una decisión propia de replegarse y trasladar el protagonismo de las acciones. A partir de entonces, con el eterno “Colorado” Juan Carlos Zuleta como usina de juego y una delantera potente y punzante al mismo tiempo, con el correr de los minutos el “Candombero” habría de ir arrimando progresivamente peligro al arco defendido por Alejandro “Chiche” Migliardi, en especial a partir de habilitaciones entre líneas y pelotazos cruzados, una dificultad que, una semana antes y frente a un rival de menor jerarquía como el “Naranja”, también habría de generar desequilibrios en la última línea, incluyendo el tanto del descuento del conjunto de Juan Carlos Zerrillo, a la sazón el único gol en contra soportado hasta el momento, en 180 minutos de juego de 2013.
En particular, el principal foco de zozobra defensiva estaría dado en el sector izquierdo, merced al gran trabajo de un interesante y habilidoso punta, como Rafael Viotti, quien instalado cómodamente sobre el carril zurdo y aprovechando la espalda de Dante Zúñiga, habría de erigirse en un martirio permanente para un solitario Juan Martín Cadelago, desequilibrio que únicamente la salida del propio Viotti, por decisiones técnicas, paradójicamente habría de subsanarlo.
En el complemento, el desarrollo de las acciones mantendría la tendencia de una visita con el control del balón, aunque sin hallar los mejores caminos, y un Morón decididamente replegado sobre su zona defensiva, y paulatinamente incapaz de dar siquiera batalla en el sector medio. Ante ello, el “Gato” Daniele acertaría con los cambios, a partir del ingreso de Martín Rodrigo Granero (por un inexpresivo Mariano Messera), para “morder” en el mediocampo y consolidar el doble cinco, con el siempre criterioso Lionel Coudannes. Minutos más tarde, sería el turno del “Petaca” Osvaldo Héctor Vila, en reemplazo de Alejandro David Espinoza, con el objeto de robustecer la contención de una ofensiva “Candombera” que, a esa altura, privilegiaba ambas puntas para arrimar peligro y comenzaba a hacerlo con mayor acierto y continuidad en el tiempo.
Finalmente, el “viejo lobo” mandaría al terreno al favorito del Pueblo, Ramón Darío “Wanchope” Abila, en una modificación posicional por Mariano Matías Martínez, quien lejos estuvo de reeditar la actuación consagratoria del triplete copero ante “Beraza”. Y Abila, respondiendo de manera acertada a los aplausos de la gente, con sólo un par de movimientos demostraría que podía ser determinante en la noche del lunes, tanto es así que algunos minutos mediante y a partir de la presión ejercida sobre la salida de los centrales de “Telmo”, “Wanchope” robaría el balón en la media luna del área visitante, para con generosidad habilitar sobre la derecha a Damián Emilio Akerman quien, prolongando su fenomenal performance de 2012, le ganaría a su defensor y ante el achique del arquero, ubicarla con potencia y justeza entre la humanidad del golero y el palo izquerdo (18 tantos en el torneo, 20 en el total de la temporada, tres en dos partidos de 2013 y 116 con la camiseta del Gallo, para ese monstruo sagrado del gol que ya no resiste récords, ni adjetivos calificativos de admiración).
Con el 2 a 0 consumado, y a diez del final, la visita procuraría generar algo de riesgo, siempre bien conjurado por “Chiche” Migliardi, mientras el Gallo apostaba a alguna contra rápida, que le diera la oportunidad de continuar sumando goles a favor en este comienzo de semestre (lleva siete en dos cotejos). El pitazo final de un desacertado Martín Gonaldi, prolongaría el festejo del equipo en el campo de juego, a sabiendas también de otros resultados, que desde hoy lo acercan a seis unidades de la cima.
Mientras tanto, del alambrado para afuera, la multitud del Gallo que colmó el Urbano desataría un carnaval adelantado y bien merecido, en la convicción que esta vez y seguramente de aquí en adelante, nada ni nadie sería capaz de robarse la fiesta.
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