domingo, 5 de mayo de 2013

Una “bocanada de oxígeno”.



Desde la llegada de Mario Grana a la conducción técnica del Gallo, pero fundamentalmente a partir de concretarse los previsibles descensos de San Telmo y Central Córdoba de Rosario, con el consecuente y efímero respiro que ello significara entre los socios e hinchas del Deportivo Morón, lo cierto es que el Gallito, más que evidenciar la imperiosa necesidad de cosechar puntos, revela la aún más urgente prevención de “tomar oxígeno”.

En efecto, y de cara al complejo panorama que lo aguarda para la temporada 2013/2014, en lo que a permanencia en la categoría se refiere, cada punto que logra sumar el Deportivo Morón, durante este impensado fin de campaña, constituye una auténtica “bocanada de aire”, dentro de un prolongado estado de asfixia que, dependiendo de la suerte y la pericia para afrontar con acierto lo que se avecina, en el oscuro horizonte deportivo del fútbol profesional, será subsanable sólo con un “nebulizador” manual o una módica “mascarilla de oxígeno”, o en su defecto, de complicarse aún más el cuadro, ya dependerá de la utilización de medios mecánicos de alta complejidad, para evitar ingresar en estado de cianosis.

Ya en lo futbolístico, y tras el paso atrás de la derrota en Vicente López, el Gallo recibía al “Cartero”, en el anteúltimo partido oficial en el Francisco Urbano, con la necesidad repetida de sumar de a tres, para achicar la brecha a futuro en los promedios, con sus próximos rivales directos en la amarga pugna por no irse al descenso, en particular con Barracas Central y Tristán Suárez, hasta la noche del último sábado distantes ambos a doce puntos de Morón; entre aquellos equipos más próximos en coeficiente, en la tabla más temida de la temporada venidera, que a partir de julio o agosto próximos, encarnarán el primer objetivo futbolístico de la campaña por venir, cuando de su alcance o superación dependerá en buena medida nuestra salvación.

En un análisis general, debemos admitir que, si bien al equipo se lo nota en un proceso de lenta y dolorosa recuperación, o por lo menos de aprehensión de lo que el nuevo cuerpo técnico pretende dentro de la cancha, el Morón que merecida y justificadamente venciera a Comunicaciones, no dista demasiado desde lo táctico, de aquél que también le ganara en el Urbano a Témperley; claro está que con una actuación bastante menos lucida (si quisiéramos agregarle el tilde, también corresponde), y hasta del aquél que, perdiese inmerecidamente con Atlanta, o que hasta el minuto 32 de la etapa inicial en Vicente López, igualaba transitoriamente en cero con el “Calamar” de Pedro Damián Monzón.

Quizá, la única diferencia que pudiésemos hallar entre las cuatro diferentes producciones de referencia, revista en la capacidad y/o fortuna para encontrar los caminos al gol en ofensiva, antes que el rival de turno y, en materia defensiva, mantener un orden sin fisuras ni distracciones, para evitar “homenajear” al contrario, con algún “regalo” irresistible en la última línea, dentro de un torneo de la “B” Metro tan parejo hacia abajo, como pocos en la última década, donde la escasa diferencia entre el triunfo o la derrota, puede estar dada simplemente por el usufructuo integral del más mínimo yerro, con prescindencia de búsquedas y ambiciones ofensivas, virtudes individuales o colectivas vinculadas al buen juego e incluso merecimientos.

En efecto, y frente al “Cartero”, el Gallo evidenció la misma búsqueda que ante Atlanta y sin embargo ganó y, al mismo tiempo, no ofreció mucho más, que hasta la media hora del primer tiempo frente a Platense, y en contraste no perdió.

En este punto, debemos resaltar los segundos ’45 del Gallito ante “Comu”, pasaje que sin dudas exhibiera la mejor producción desde la llegada de Mario Grana, donde a la mayor prolijidad defensiva y la laboriosidad en el medio campo, que evidenciara el equipo desde hace un puñado de partidos a esta parte, pudo sumársele una mayor ambición y lucidez ofensivas, con algunos pasajes de buen juego y saludables sociedades futbolísticas, una vez más y como punto de partida, a través de la muy buena labor de sus hombres más jóvenes dentro del terreno.

En efecto y al igual que en el triunfo frente al “Gasolero”, lo mejor del Gallo habría de darse entre sus juveniles y más inexpertos protagonistas, con otra encomiable labor de Ariel Omar Berón, quien en esta ocasión demostró virtudes con el balón no visualizadas hasta el momento y un criterio interesante a la hora de desprenderse en ataque para buscar el arco de enfrente. Asimismo, Luis Ferreyra ratificaría una importancia en la contención, ya evidenciada en cotejos anteriores, aunque ahora con el agregado de una saludable vocación de remontar en función ofensiva el andarivel derecho del mediocampo del Gallito, participando mucho más del juego y mostrándose de forma permanente como alternativa de pase y rueda de auxilio para un incansable Martín Rodrigo Granero y un errático y desconocido Dante Martín Zúñiga.

Párrafo aparte para la figura del encuentro, en especial durante el complemento, donde se vería la mejor versión, por lo menos hasta el momento, del “Oreja” Matías Exequiel Orihuela que, evidentemente, por un proceso de convencimiento propio y a caballo de la confianza ratificada por el técnico, comienza a demostrar las enormes condiciones que apenas esbozara en Fray Bentos, en el amistoso de pretemporada ante Danubio, a partir de una interesante combinación de sacrificio y talento, para animarse a trepar con acierto y calidad para meter el centro o bajar a colaborar en defensa, cerrando el lateral izquierdo, cuando el equipo o las situaciones de juego así lo requieren.

Al mismo tiempo, en la columna imaginaria del “haber”, del último sábado en el Urbano, no podemos dejar de mencionar, una vez más, a Mariano Matías Martínez, quien además de aportar su ya clásica prodigalidad al servicio del conjunto, aún a riesgo de un esfuerzo y desgaste físico que luego muchas veces lo limita para su función primigenia, dejó en clara evidencia que estamos en presencia de un jugador completo y notable, propio de otra categoría; que esperemos pueda ser retenido por la dirigencia, para continuar entre nosotros en la próxima temporada, ya que por juego y personalidad dentro del campo, resultaría sin dudas de vital importancia para alcanzar el éxito, en una de las campañas más complicadas para el Gallo, desde 1999/2000 a nuestros días.

Finalmente, resulta dable subrayar otra acertada performance de Gonzalo Nicolás Juárez, erigiéndose nuevamente en el patrón del área propia, que brillara por su ausencia en el devenir de la actual temporada, y un regreso brillante y necesario de Alejandro Esteban Migliardi, tras su ausencia forzosa ante el “Marrón” de Saavedra, quien protagonizara dos atajadas de excepción para garantizar el imperioso triunfo del Gallo, dedicada con especial justicia a aquellos dos o tres desmemoriados e ingratos que, ante un par de inevitables goles en contra habían sugerido de manera impertinente su jubilación anticipada, a un “Capitán Chiche” que, junto a Damián Emilio Akerman (siempre cerca del arco de Otarola, aunque errático a la hora de la definición ante el “Cartero”), han sido los principales responsables para evitar que, tras dos campañas de descenso directo (máxime combinadas), el Deportivo Morón aún se mantenga con vida en la primera “B” Metropolitana.

En definitiva, tres puntos vitales para un Gallo que comienza a evidenciar señales de mejoría en el juego y fundamentalmente en el ánimo individual y colectivo, que representan verdaderas “bocanadas de oxígeno” de cara a lo que se avecina, durante la próxima y atemorizante temporada, que definirá si necesitaremos de algún “puff” para mantener el aliento o directamente de la asistencia mecánica de mayor complejidad, como para mantenernos con vida y en pelea.

                                             Foto: Osvaldo Abades (h).


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