Y el destino suele tener esas cosas... Este Morón de Blas Armando Giunta se impuso en tantos partidos de manera inmerecida que, casi por decantación y "represalia" divina, debía de terminar derrotado, en aquél partido que más habría de buscarlo y en el que más hubo de merecer, al menos, el empate.
Morón volvió a caer en el Nuevo Francisco Urbano, y estiró a seis los encuentros sin alegrías (con dos derrotas, ambas de local y cuatro igualdades), convirtiendo sólo dos goles en ese lapso (a Almagro y Comunicaciones), para cosechar apenas cuatro de los últimos dieciocho puntos en juego, anclándose en la segunda mitad de una tabla de posiciones que ya nadie quiere mirar, alejados fatalmente de la lucha por los puestos de vanguardia.
Y sin embargo, en la destemplada tarde de sábado (¿será que, estamos tan desacostumbrados a jugar en sábado a la tarde, que hasta en el resultado nos vimos "sorprendidos" y sin reacción?), este Morón de Giunta no mereció perder en absoluto, generando en '90, más ocasiones de gol que en la sumatoria de los cinco encuentros anteriores.
Claro que, como primera medida, enfrente se hallaba nada menos que Atlanta, esa auténtica "bestia negra" histórica nacida en Villa Crespo y que, por algún raro designio del mismo destino, nos amarga la existencia cada vez que nos coteja, sin importar las valoraciones futbolísticas previas, los antecedentes de cada uno en la temporada y hasta la localía circunstancial.
Además, este Gallo que se formó para pelear el campeonato, por lo menos desde la inversión económica, y que hoy deambula a tientas lejos de todo, comete un sinfín de errores defensivos (muchos de ellos graves y repetidos), que a la sazón resultan costosísimos y determinantes para el desenlace de los partidos, al mismo tiempo de no generar demasiado en ofensiva y, cuando logra hacerlo, tal cual frente a Atlanta, se muestra incapaz de capitalizarlas, aunque se traten de remates francos al arco, a dos metros de la línea rival de meta.
De entrada, ante el "Bohemio", el cuerpo técnico del Gallito ensayaría una variante táctica, hasta la fecha inédita, como lo sería el desplazamiento de Cristian Yassogna por el carril izquierdo del mediocampo (adelantando a Rodrigo Lemos como "ocho" e incluyendo a Carlos Ramos en el lateral derecho), fundamentalmente para impedir las peligrosas subidas de Lucas Mancinelli, otrora marcador de punta diestro, y hoy volante por el mismo sector, erigido desde la asunción de Arnaldo Sialle, en uno de los goleadores de la visita y principal factor de quiebre y desequilibrio.
Y en rigor de verdad, durante esa primera etapa, el referido cambio posicional del "todo terreno" Yassogna, daría los frutos esperados por Giunta, sumados a una mejor versión de Federico Domínguez, como cada vez que se desenvuelve como "doble cinco", y hasta un mayor acompañamiento de Leonel Altobelli (por lo menos, desde las intenciones y presunciones apriorísticas), a partir de la inclusión de un Diego Barrios Suárez, que hoy se halla tan lejos de aquel delantero letal de 2010, como el césped del Nuevo Francisco Urbano, respecto del Camp Nou.
Cierto es también que, con este esquema en cancha, el Gallo se convertiría en "Deportivo pelotazo", en la búsqueda de alguna peinada del propio punta paraguayo, con destino a las embestidas incontrolables de Altobelli o los adelantamientos de Yassogna, cada vez que Mancinelli y la rigidez táctica de Giunta se lo permitieran.
Y Morón contaría con sus opciones para abrir el marcador y hasta acopiaría los merecimientos necesarios para ponerse en ventaja, pero por desgracia o falta de puntería, primero Yassogna y más tarde Altobelli, habrían de dejar pasar sus chances, destacándose el remate de emboquillada de este último, desde 35 metros, que a punto estuviese de convertirse en un golazo, tras dejar inmóvil al arquero Rodrigo Barucco y reventar el travesaño, para negarle al local una diferencia parcial justificada en el desarrollo del partido.
Sin embargo, y tal cual nos tiene (mal) acostumbrados, sobre los '28 del primer tiempo, la defensa del Gallo pondría nuevamente en práctica, ese compendio costoso de errores y desatenciones, primero para perder una pelota sencilla y "suelta" con Juan Galeano, luego no poder defenderla entre tres frente a Hugo Silva y, finalmente, tras el centro de éste último, encontrar el cabezazo goleador de Emiliano Bonfigli, bochornosa e inauditamente solo en el medio del área chica.
Con el "baldazo de agua cloacal", y el uno a cero en contra, Morón perdería todo lo bueno realizado hasta ese momento, tanto es así que la visita podría haber aumentado la cuenta, a través de Lucas Mancinelli, generando una gran respuesta de Sebastián Peratta, para evitar el "pleno" de Atlanta, con dos goles en igual cantidad de llegadas. A la postre, es justo y oportuno reconocerlo, las únicas dos ocasiones del "Bohemio" al cabo de 94 minutos globales.
En el complemento, con escasas ideas, menos fútbol, pero con mucho de decisión, el Gallo avisaría desde temprano sus intenciones y necesidades de igualar el encuentro, siempre por la vía de los centros, hasta que promediando la etapa, Blas Giunta habría de ponerle punto final al "Deportivo pelotazo", ingresando a Gerardo Martínez, quien se mostraría mucho más activo y lúcido que frente a Comunicaciones.
De los '20 en adelante, Morón dilapidaría una buena cantidad de ocasiones manifiestas y clarísimas de gol (en un número no generado, desde hace mucho tiempo), pero con diferencia de dos minutos, primero Ariel Otermín, rematando solo en el área chica, con el arquero vencido (para "alcanzársela" a un dirigente "Bohemio", sentado en la tribuna visitante) y más tarde el propio Gerardo, ingresando en soledad por la derecha y desviando increíblemente su implacable pegada diestra, privarían al local de un empate merecido, cuanto menos, en la búsqueda.
De allí y hasta el final del cotejo, el Deportivo Morón contaría con varias aproximaciones más y dos chances muy claras, a partir de un tiro libre de Gerardo Martínez, de frente al arco y en el borde del área y, fundamentalmente, a través del incansable Leonel Altobelli que, en tiempo de descuento y con pelota dominada, solo y a tiro de empate, habría de entrarle pifiado para fortuna de un Barucco, que se hizo de una "masita", cuando la jugada tenía destino natural de "bombazo" y "a cobrar".
Y es que el destino suele tener esas cosas..., por eso Morón, frente a su "bestia negra" histórica, habría de caer nuevamente derrotado, en el partido en el cual acumulara mayores niveles de merecimientos, como para justificar, al menos, quedarse con un empate.
Quizá como "expiación" de "favores" concedidos y dilapidados con antelación y mucho de "pecados" y errores repetidos, Morón volvería a perder también fuera de la cancha, con la bochornosa postal final de dirigentes impedidos de ingresar al vestuario local (en su intento de acceder a abrir el portón del estacionamiento vehicular, ubicado debajo de la popular visitante), represión policial (y del propio personal de seguridad del club) desde adentro y desde afuera del mismo vestuario, gases lacrimógenos, bastonazos a "diestra y siniestra", la presencia de la "vedette" del momento, es decir, el gas pimienta (que afectara a varios directivos y socios presentes, principalmente a Gabriel Mansilla), y un directivo como Mauro Lavallo que, de su intento por apaciguar los ánimos, terminaría con una balazo de goma en la rodilla.
En este punto, y en presencia de un club decidida y fatalmente coptado por la política partidaria y, en consecuencia, rehén absoluto de sus internas y hasta de sus "operaciones" cruzadas, nos preguntamos quién es el encargado de impartir las órdenes en el Deportivo Morón, por estos días, cuando un vestuario "clausurado" desde adentro (¿por decisión del cuerpo técnico?), origina una represión insensata de la "maldita" policía bonaerense, en complicidad con la inepta seguridad propia, en momentos que debería "dar la cara" el presidente Diego Spina, y el mismo "brilla" absoluta e intolerablemente por su ausencia.
Sin dudas que una derrota dolorosa, más afuera que adentro de la cancha. Porque, en definitiva, a la suerte hay que "ayudarla", y al destino, forjarlo con aciertos y presencias.
Pero, verdad de Perogrullo, cuando el "piloto" se ausenta, invariablemente el "avión" se estrella.
Y en este Morón (adentro y afuera)..., ¿dónde está el "piloto"?.
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
Fotos: gentileza, Osvaldo Abades (h).
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