domingo, 18 de octubre de 2015

"DesMoronados".

Del "laboratorio" de Blas Giunta, en la corta semana previa a la visita a Villa Crespo, el cuerpo técnico del Gallo ensayaría algunas variantes tácticas, que finalmente trasladaría al césped del "León Kolbowski", el último domingo por la mañana: por un lado, en la última línea, la inversión de los laterales, con Ariel Otermín corriéndose a la derecha y, en contrapartida, Cristian Broggi desempeñándose por la izquierda, en procura de "reforzar" la marca de un sector diestro del ataque "Bohemio", donde suelen alternanse con soltura y eficacia, tanto Lucas Mancinelli (volante externo diestro) como Fabrizio Pedrozo (delantero por la misma banda).

Al mismo tiempo, y en previsión de un mediocampo rival, compacto y solvente, con jugadores de quite, pero también de buen pie, Giunta devolvería a la titularidad a Jonatan Páez (en lugar de Adrián Peralta, con algunas molestias musculares, pero fundamentalmente bajo en su rendimiento reciente y en definitiva, al banco de los suplentes), para "robustecer" el "doble cinco" de su equipo, en presencia de los Martín Palisi, los Juan Galeano y los Leandro Guzmán, en procura de "velar las armas" para la "batalla de los medios", lugar en donde suelen comenzar a definirse los encuentros y sector del campo donde, en los últimos cuatro o cinco cotejos, al Gallo no le ha ido nada bien, ni ha podido "hacer pie".

Claro que, para que esto último suceda, el entrenador de Morón debería resignar (una vez más) al único intérprete de este equipo, capaz de generar la escasa cuota de fútbol que ha sostenido a lo largo de todo el presente campeonato (en el triunfo, la derrota o el empate), "encajonándolo" nuevamente sobre el carril izquierdo del medio, y encima con mayores previsiones defensivas que ofensivas. Y si Federico Domínguez, pues de él se trata, contaba con el "mandato" táctico de andar más preocupado en marcar su sector, que ocupado en generar algo de juego, Morón comenzaba las acciones en la mañana de Villa Crespo, aceptando su rol de "partenaire" o de "convidado de piedra" en "fiesta" ajena.

Y si bien acertado en sus previsiones de "laboratorio", en clara muestra de un técnico conocedor de la categoría y sus rivales, entre tanta preocupación en la previa, ante las fortalezas ajenas, tal vez y sólo tal vez, el cuerpo técnico del Gallo haya "descuidado" la potenciación de las propias virtudes (sean estas, muchas, relativas o escasas), facilitando en definitiva, la idea de "partido" de Aníbal Biggeri, neutralizando las posibles razones de "preocupación" para su colega "Bohemio", en la aceptación tácita de su rol "secundario", dentro de la "película" de los '90, desde su concepción previa.

Máxime, cuando Atlanta comenzara a abrir el cotejo a los '12 de juego, consecuencia directa de la supremacía marcada y justificada en apenas unos pocos minutos, apertura del marcador que "prendería fuego" las previsiones y precauciones preliminares, para "desnudar" al mismo tiempo, la ausencia de un plan alternativo, derrumbado el "laboratorio" antes del primer cuarto de hora de partido.

Porque, en los hechos, las prevenciones de la semana, responderían fielmente a los "diagnósticos" apriorísticos, pero jamás encontrarían una correspondencia dentro del campo de juego, ya que entre Mancinelli y Pedrozo desbordarían a Cristian Broggi, y Federico Domínguez, "maniatado" sobre la banda izquierda y preocupado en cumplir una función que no siente, quedaría a mitad de camino entre el "deber" y la disciplina tácticas de la marca, y la propensión "interna" a cerrarse por el medio, para intentar entrar más en contacto con la pelota, en especial, a partir de la pronta desventaja.

Para colmo, ni Cristian Lillo, ni el retornado Jonatan Páez, resultarían capaces de "ganarle la pulseada" a una zona de volantes de Atlanta, que habrían de manejar las acciones y los tiempos del partido, "deambulando" en procura de "segundas jugadas", sin timming para el quite ni mucho menos, para el primer pase ofensivo, perdiendo demasiado con un mediocampo "Bohemio", que habría de utilizar todo el ancho del campo, para generar el desborde por las bandas, como consecuencia última de una sana intención de circulación del balón, bien resuelta en la práctica.

En rigor de verdad, desde Fénix a esta parte (precisamente, cuando se "quebrara" el invicto de once partidos), hace rato que el mediocampo de Morón no logra hacerse fuerte en dicho sector y, consecuentemente, manejar el trámite de los últimos cotejos, salvo por momentos, frente a Almagro, en el Nuevo Francisco Urbano, "casualmente" la última vez que sumara de a tres, luego de la notable racha de siete triunfos y cuatro empates en fila. Cuando, previamente, en cada uno de aquellos once encuentros, la "ecuación" había resultado exactamente la inversa, con un Morón que supo justificar cada resultado a su favor, a partir de la tenencia del balón en el medio, el manejo del trámite y la preponderancia en el desarrollo, pese a sus limitaciones evidentes.

Para colmo, por delante de la línea de medios, en ofensiva, Atlanta contaría con un Emiliano Bonfigli (autor también del gol del triunfo, en el Oeste) intratable e imparable para toda la última línea del Gallo, autor además de dos goles, el primero de ellos, luego de una gran jugada colectiva y un centro largo y preciso de Pedrozo, para que el "9" "Bohemio" la "mate" de pecho y deje sin chances a Carlos Morel, con un gran gesto técnico, a un minuto del final del primer tiempo.

Como contrapartida, del lado visitante, la única clara que tendría el Gallo, sobre la media hora de juego, habría de resultar dilapidada de manera inverosímil por Leonel Altobelli (que regresaba luego de su suspensión, en lugar del lesionado Júnior Mendieta), solo en el área chica, a un par de metros del arco, enviándola lejos, por sobre el travesaño, tras uno de los pocos desbordes ofensivos, desde los pies de Domínguez, aún en el primer tiempo y con el resultado adverso por la mínima.

Del desarrollo del partido, el cuatro a uno final eximen de mayores extensiones en el comentario, dentro de un encuentro donde el local resultaría muy superior al Gallito, que tan sólo habría de "sentirse" en partido (y nótese que hablamos de "sensaciones", porque en la realidad, nunca lo estuvo), por unos escasos segundos posteriores, al azaroso descuento de Diego Barrios Suárez.

Fueron cuatro y pudieron ser más, en un segundo tiempo con dos penales a favor del local y una superioridad manifiesta y contundente, al que un Morón muy desdibujado, sólo le opondría las ganas y la vergüenza deportiva de Cristian Yassogna, para ir a todas y no renunciar jamás a la búsqueda, aún con el partido sentenciado en el trámite y en el resultado.

A tres fechas para el cierre del campeonato, sólo queda conservar el actual quinto puesto e intentar mejorar todo lo posible, en todas las líneas, en las semanas que restan para el comienzo del Reducido.

"DesMoronados".


Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.



                         Foto: gentileza, Osvaldo Abades (h).

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