sábado, 26 de marzo de 2016

Intoxicados con "Calamar".

No hay dudas que las convicciones son necesarias e importantes en la vida, hasta que comienzan a condicionar nuestras decisiones y cualquier buena idea se trastoca en dogmática, por "obra y gracia" de la obstinación humana.

Y decimos esto, porque realmente saludamos la sana intención de Walter Otta, de ir a "buscar" en todas las canchas y resaltamos el concepto general de procurar el protagonismo siempre, con el horizonte puesto en el arco de enfrente.

Sin embargo, no resulta menos cierto, y un análisis no invalida al otro, que esa idea de juego, por demás saludable, debe necesariamente ser acompañada de las modificaciones en los planteos, que requiere cada nuevo desafío y rival de turno, para lo cual consideramos imprescindible dotar a la misma de la "flexibilidad" táctica y conceptual suficiente, a fin de poder "adaptarla" a cada necesidad, oportunidad y circunstancia.

Y es en ese sentido, luego del 1-3 frente a Platense, en Vicente López, donde creemos empezar a divisar, señales de alerta provenientes del banco de los suplentes del Gallo, en tanto y en cuanto, y más allá de eventuales magros rendimientos individuales, se insiste en "volver sobre lo andado" en partidos precedentes y, fundamentalmente, en modificar aquellas "soluciones" tácticas que tan buenos resultados habían dado hace sólo una semana, en el 4 a 0 ante Talleres de Remedios de Escalada, en el Nuevo Francisco Urbano.

Porque Morón volvió a sufrir por las bandas, esta vez, por el sector izquierdo, donde Emiliano Mayola jamás se sintió cómodo ni pudo hacer pie, en el "mano a mano" con Nicolás Morgantini y Agustín Palavecino, por deméritos propios, claro está, pero también por la renovada ausencia de volantes por el carril zurdo, déficit repetido en varios pasajes de cotejos anteriores, hasta que con buen tino, en la jornada pasada, el mismo Otta hallara mayor equilibrio con Cristian Lillo recostado sobre la margen izquierda del mediocampo, y que a pesar de su muy buen partido, este sábado en Saavedra, regresara al banco de los suplentes, sin resultar siquiera opción de cambio durante los '90.

Precisamente por ese flanco, a los '12 de iniciado el "pleito" con Platense, el lateral zurdo "Calamar", Nicolás Morgantini (más tarde expulsado, de manera infantil), habría de usufructuar la soledad terrenal y un mal cierre de Mayola, para llegar al fondo y enviar un centro, apenas desviado por Patricio Rodríguez, para que la pelota le llegara franca a Agustín Palavecino, quien solo entre los centrales, habría de empujarla abajo, contra un palo, lejos de la resistencia de Milton Alvarez.

Y es que, si bien Morón había comenzado mejor el encuentro, con una presión "alta" asfixiante (al igual que frente a Talleres), que a su vez le permitiera generar dos jugadas claras de gol, en apenas seis minutos de juego, precisamente ése sería el tiempo en que el Gallo dominaría los "hilos" del desarrollo, hasta que los hábiles medios de "Tense" comenzaran a juntarse y de esa "asociación", comenzaran a aparecer los desequilibrios defensivos en la visita, con origen en la escasa contención de sus medios.

Para colmo, Emmanuel Francés repitiría otra actuación individual para el olvido (como ante Atlanta), perdiendo sostenida y ampliamente su "duelo" personal con Daniel Vega, justamente el autor del segundo tanto local, a falta de cinco para el cierre de la primera etapa, luego de un centro desde la izquierda, otra vez de Palavecino, que hallaría el cabezazo goleador del inoxidable "Trapito", ingresando con una soledad y facilidad llamativas dentro del área, producto de otro fallido intento de "achique" de la última línea del Gallo (había quedado "enganchado" Cristian Broggi, sobre el lateral derecho).

Con el 0-2 del entretiempo, y las escasas respuestas futbolísticas dentro del campo, la "cuesta arriba" resultaría evidente, obligándolo a Walter Otta a procurar la "heroica", resignando defensores y volantes de contención, con tal de superpoblar la ofensiva visitante, pero sin tender a solucionar los problemas tácticos de "origen", que determinaran (una vez más), los costosos desequilibrios defensivos.

Tanto es así, que Morón terminaría jugando el partido con tres en el fondo, Broggi-Gásperi (el mejor del equipo)-Mayola, dos en el medio (Giménez y Gerardo Martínez) y cinco delanteros, con Yassogna ya decididamente en ataque, más Rossi-Pardo-Turienzo y Mendieta.

Y pese a ello, Morón no habría de generarle opciones de gol netas, al arco de Andrés Desábato, salvo en los minutos finales del encuentro, cuando el relajamiento de Platense por la sensación de partido "resuelto", luego del tercero de "Tense" (remate letal de Luis Quiroga, la figura del partido, a los '6 del complemento) y el descuento de Emnanuel Giménez, desde afuera del área y con "complicidad" del propio Desábato, a falta de tres para el final, le dieran a Morón la falsa presunción de hallarse "en partido", con tiempo suficiente para acercarse a un nuevo descuento, con un cabezazo de Federico Turienzo, sobre los '48, que "reventara" el travesaño.

Con el final del partido en Vicente López y el 1-3 consumado ante Platense, Morón volvería a "intoxicarse" con "Calamar", justo en Semana Santa, como constituye ya una repetida historia, a lo largo de los años.

Como sea, las convicciones humanas siempre resultarán buenas, en tanto no condicionen nuestras decisiones.

Y a veces "cambiar" no es "claudicar" en una idea, sino sencillamente..., "profundizarla" para bien.

A trabajar y esperar al "Canario".



Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario