jueves, 19 de mayo de 2016

"Plata o mierda"..., "Dr. Jekyll" o "Mr. Hyde".

Y en este campeonato raro, irregular y hasta, por momentos, descabellado, una derrota te saca de competencia y sólo setenta y dos horas más tarde, un triunfo reanima la flama de la ilusión matemática y te mantiene probabilísticamente en carrera.

En efecto, y luego de la derrota postrera, frente a Defensores de Belgrano, en el "Juan Pasquale", el último domingo, el Gallo volvió a sumar de a tres, en el postergado de la fecha 11, ante Español en el Nuevo Francisco Urbano, para quedar a seis de Colegiales, co-líder del certamen, junto a Flandria, con doce puntos por disputar, y con el aliciente extra de recibir al "Tricolor" de Munro, en el Oeste, el próximo martes a partir de las 15.35.

Con las ausencias obligadas del "Rengo" Rodrigo Díaz, lesionado ante el "Dragón" y de Matías Pardo, expulsado ante "Defe", sumada a la variante táctica de Juan Ferreira por Emmanuel Francés, Walter Otta apostaba a los regresos desde el inicio, tanto de Cristian Yassogna como de Gerardo Martínez, y precisamente este último, duramente criticado días atrás, por la jugada del balón perdido, que determinara el tanto de la derrota de Lucas Buono, en la tarde del miércoles y unos metros más adelante, en decidida posición de enganche, Gerardo se reivindicaría con propios y extraños, jugando un gran partido y erigiéndose en la figura del encuentro.

De entrada, el Gallo asumiría el rol de protagonista que le gusta adoptar y tácticamente mejor le calza, intentando presionar bien alto a la defensa rival, en búsqueda del error, que rápidamente y a los cinco minutos de juego, a punto estaría de redituarle la primera ventaja, cuando Emmanuel Giménez quedara mano a mano con Xavi Pascual, arquero "Gallego", y el talentoso volante central de Morón, devenido en extremo zurdo, se sorprendería tanto de su soledad en ofensiva, casi en el punto del penal, que remataría "mordido" sobre el travesaño.

Con el correr de aquellos primeros minutos, quedaría expuesta con meridiana claridad y crudeza, cómo durante la totalidad del presente torneo, este Morón de Walter Otta ha sido demasiadas veces, salvo honrosas excepciones, una suerte de versión futbolera de "Dr. Jekyll y Mr. Hyde": a todo lo bueno que genera en ofensiva, con el gran campeonato de Rossi, el desequilibrio atado a lesiones de Mendieta y la calidad indiscutible del doble enganche, Díaz-Martínez, más Giménez, como contrapartida y cerca de su arco, hubo siempre de otorgar demasiadas ventajas, muchas de ellas determinantes en los numerosos goles en contra soportados, errores y desacoples aumentados y potenciados por la tendencia recurrente del uso del "achique", de indudable ineficacia por lo visto a lo largo del actual campeonato.

En ese contexto ya habitual de desequilibrio colectivo entre sus líneas, el partido con Español registraría una de las versiones defensivas más flojas del certamen, en especial, durante el primer tiempo, donde a cada ataque de Morón, de peligro real e inminente para los dirigidos por Salvador Antonio Aurelio Pasini, del medio hacia atrás, cada contra del "Gallego" generaría zozobra permanente a una endeble última línea del Gallo, con muchísimos problemas para tomar las marcas y peores síntomas en el retroceso.

Sin ir más lejos, a los '10 de aquella primera etapa, una corrida sencilla de la visita, luego de cortar un buen avance de Morón, terminaría con Cristian Amarilla, el diez de Español, ganándole a toda la defensa, para encarar solo y de cara al gol, apenas superado el círculo central, intento que resultaría abortado por Milton Alvarez, obligado a salir bien lejos de su arco, para frenar la jugada con una mano grosera, fuera del área y como inocultable último recurso, que indudable roja directa, Julio Barraza decidiría "perdonarle la vida" al "uno" del Gallo, para sancionarlo con apenas una amarilla, "oferta" impensada por "fin de temporada".

Sin embargo, y en uno de esos espóradicos guiños cómplices del destino, más que elusivos en los últimos 26 años, tras una fenomenal corrida por la banda izquierda de Emiliano Mayola, de desconocida velocidad en faz ofensiva, descubierta recién en el complemente del partido ante Defensores, finalizaría con el desborde y preciso centro al "corazón" del área chica, del gran capitán de Morón, para que Leandro Lugarzo, segundo zaguero central de Español, en su desesperado intento por anticipar al "Bicho" Rossi, quien llegaba de cara al gol, no haría más que "puntearla" al fondo de su propio arco, para el primero del Gallo y el festejo de la concurrencia.

De allí y hasta el final de la etapa, el Deportivo Morón gozaría de tantas chances para ampliar el marcador, con el remate al palo de Junior Mendieta, sobre los '38, y de cuyo rebote no podría sacar provecho, por dos veces, Nicolás Gásperi, como de sobresaltos en su propio arco, dado que Gregorio Abregú se "comería" un gol increíble, a los '33, rematando fuerte, cruzado y desviado, solo en el vértice derecho del área chica, y cinco minutos más tarde, esta vez sería Milton Alvarez, el protagonista y responsable de mantener la ventaja, luego de sacarle un remate fortísimo a Agustín Laviano, que tenía claro destino de empate.

En el complemento, entre el cansancio y la falta de ideas de la visita, y un paulatino mejoramiento de la última línea del Gallito, el partido dejaría de convertirse en un ida y vuelta constante, para anclarse dentro de un desarrollo más chato y previsible, a pedir de un Morón que podría comenzar a administrar su pequeña y fortuita (aunque merecida  y justificada) ventaja, gracias al buen trabajo de Emmanuel Giménez en la contención y el primer pase ofensivo, y fundamentalmente de Gerardo Martínez, para manejar el balón y con ella, el monopolio de las acciones y el desarrollo del cotejo.

Y precisamente de la rapidez mental y picardía de "potrero" de Gerardo, nacería el segundo tanto del Deportivo Morón, cuando a los '23 del segundo tiempo y tras apurar los tiempos de un tiro libre en tres cuartos de cancha, la pelota sorprendería a todos en el área, incluso a Javier Rossi, quien debería dar un rodeo por la misma para dominarla y, cuando parecía que la jugada se extinguía en un centro sin consecuencias, el nueve del Gallo ensayaría un remate formidable, aprovechando el adelantamiento apenas esbozado de Xavi Pascual, para colocarla con un "guante" por encima del cuerpo del golero, con una "vaselina" admirable, y "colgarla" de un ángulo para sentenciar la suerte final del encuentro, con un dos a cero ya inmodificable.

Antes del final del partido, a dos del tiempo reglamentario, el "Bicho" Javier Rossi, uno de los goleadores del torneo con ocho tantos, junto a Luciano Pons de Atlanta (hoy lesionado), tendría la chance de anotar el tercero del Gallo y el segundo de su cuenta personal, pero su remate en soledad, en el punto del penal, luego de una pelota "peinada" por Federico Turienzo, se iría demasiado ancho por sobre el horizontal de Pascual.

Es que en este torneo raro, irregular y hasta descabellado de la "B" Metro, una derrota te deja fuera de carrera y, sólo setenta y dos horas más tarde, un nuevo triunfo te retempla el ánimo y te reposiciona en la lucha por el campeonato, a falta de cuatro fechas para el final.

Entre la dicotomía fatal de "Dr. Jekyll" y "Mr. Hyde", el Gallo intenta dar pelea hasta el final, y para ello, el martes por la tarde, frente a Colegiales, se juega su última carta de éxito.

"Plata o mierda"..., dentro y fuera de la cancha.


Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.




                                       Foto: exclusiva, Osvaldo Abades (h).


4 comentarios:

  1. Excelente relato, Gustavo!

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  2. Como de costumbre excelente artículo saludos el martes todos a alentar

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    1. Muchas gracias, Lucas!!. Como bien decís, el martes todos presentes y alentando por el sueño. Abrazo grande!!.

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