lunes, 16 de mayo de 2016

"Por el bulevar de los sueños rotos", capitulo 26.

El Deportivo Morón llegaba al encuentro siempre complicado y "caliente", frente a Defensores de Belgrano en el "Juan Pasquale", con la ambivalente sensación, de una renovada ilusión por el campeonato (posible desde las matemáticas, aunque improbable en lo futbolístico), máxime ante el bajón evidenciado por Colegiales, pese a todo líder del torneo, y al mismo tiempo, el sinsabor de un plantel signado por el desdén y el desgobierno de una dirigencia que más allá del insostenible atraso en los sueldos, tampoco resulta capaz de solucionar "necesidades básicas" futboleras, como lugares de entrenamiento, utilería de invierno u agua caliente.

En ese contexto, el Morón de Walter Otta arribaba al Bajo Belgrano con el "verano" futbolístico de la clasificación en "Copa Argentina" y el trabajoso triunfo frente a San Telmo, pero con el cese de actividades del último miércoles, disimulado de "epidemia de gripe" y un comunicado de prensa oficial que, además de injuriar a todo el periodismo partidario, simplemente por dar a conocer una verdad tan incómoda e inconveniente como evidente, no hiciera más que subestimar a todos los socios e hinchas del Deportivo Morón, e irritar la paciencia puesta a prueba de jugadores, cuerpo técnico, familiares y amigos de los protagonistas más directos.

Ya en partido, el recurso recurrente de aplicar el "achique", de discutible conveniencia, más en el ascenso, en presencia de árbitros tan malos como José Carreras y sus asistentes, finalizaría con Andrés Soriano cabeceando la pelota al gol, con absoluta soledad en el área chica visitante, para que el "Dragón" se pusiera en rápida e impensada ventaja, a tres minutos de comenzado el cotejo, en una jugada tan dudosa como la necesidad de repetir un recurso defensivo, que generara varios tantos en contra, en los últimos tiempos.

Con la desventaja inicial y la necesidad de ir en procura del triunfo, antes que del empate, Morón comenzaría lentamente a apropiarse del trámite del encuentro, en base a un buen trabajo de Rodrigo Díaz, Emmanuel Giménez y Junior Mendieta, que antes de los '30 y luego de un lindo encuentro entre el "Rengo" y Junior, terminaría con Mendieta de cara a Anconetani, para el merecido empate del Gallo, en un partido que amenazaba con volverse favorable a la visita.

Sin embargo, cuando el desarrollo era todo de Morón y el segundo gol parecía cuestión de tiempo, paciencia, puntería y decantación, Matías Pardo volvería a cometer un "pecado de juventud", al hacerse expulsar de manera infantil, por tercera vez en apenas una decena de encuentros, acción propia de un juvenil con promisorio futuro, cuando logre controlar su ímpetu y le baje algunas revoluciones a sus buenas intenciones y aptitudes, apenas esbozadas.

Por si fuera poco, a dos minutos del cierre de la primera etapa, la "usina" de fútbol del Gallito, Rodrigo Díaz, debería ser reemplazado prematuramente, consecuencia de una lesión que prevee un posible desgarro, para determinar el ingreso de Gerardo Martínez, disminuido físicamente, luego de una semana de estado gripal y febril recurrente.

En el complemento, el local apostaría al desgaste de una defensa del Gallo, que en inferioridad numérica, ahora también debería "bancar" a Lucas Buono, y su "peso" en todo sentido, en el área chica de Morón. Del otro lado, Otta optaría por Cristian Yassogna, en lugar de Damián Toledo, en procura de una contra que le redituara a la visita, un triunfo que significase la prolongación del sueño por otra semana.

En un segundo tiempo mal jugado, pero con la sensación de desnivel inminente en ambos lados, primero resultaría el Gallito, quien aún con diez merodearía con peligro el arco de Anconetani, hasta que las reservas físicas de los nuestros comenzaran a flaquear y allí fuera el local, el que asumiría el control de las acciones y el protagonismo en los minutos finales.

Con un notable segundo tiempo de Emiliano Mayola, valiente para decir su verdad en la semana, al igual que para tomar la "lanza" en el complemento, y llegar varias veces hasta el área rival, desbordar como un "punta" y tirar el centro o probar al arco, asimismo resultaría igual de destacable la solidaridad del "Bicho" Rossi, para bajar a "dar una mano" permanentemente en ese tiempo, como lo hiciera en días previos, para "bancar" a sus compañeros en este difícil momento, ante la requisitoria periodística de los amigos de "Pacífico TV".

Ya en el descuento, y cuando el partido parecía extinguirse en un empate que no le servía a nadie, de una de esas "pisadas" lujosas o inconvenientes, según el momento del partido y el sector del campo de juego, un Gerardo Martínez disminuido físicamente y falto de reacción, habría de perder el balón demasiado cerca de su área y con una defensa desacomodada, para que Lucas Buono le ganara con el cuerpo a Nicolás Gásperi y definiera por encima de la humanidad de un Milton Alvarez que, minutos antes y en un par de ocasiones, ya había evitado el segundo de "Defe", ahora imposible de eludir ante la buena jugada individual del "pelado", para el definitivo dos a uno del "Dragón".

Sin tiempo para lágrimas, ni para reproches, el pitazo final de un impresentable José Carreras, daría por tierra con las últimas expectativas matemáticas de un campeonato que, en rigor de verdad, ya había quedado lejos hace bastante tiempo.

Vaya desde aquí nuestro reconocimiento y respeto, a un plantel y cuerpo técnico que, más allá de sus limitaciones, errores, deméritos, virtudes y aciertos, pudo sobreponerse a la adversidad y a la informalidad de una dirigencia que no supo estar a la altura de los desafíos y los acontecimientos.

Pese a todo, y en presencia de una nueva desilución futbolística, el maltratado corazón del verdadero hincha sabrá deslindar y diferenciar responsabilidades, así como aplicar la necesaria regla de los "premios y castigos", según corresponda.

Fin del sueño futbolero, dentro de una "pesadilla" institucional que continúa. 

 "Por el bulevar de los sueños rotos", capítulo 26. 


Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.



                                   Foto: exclusiva, Osvaldo Abades (h).

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