Deportivo Morón y Almirante Brown
reeditaron un viejo clásico del Oeste del Conurbano, bien lejos de Casanova,
donde debió haberse disputado, de no intervenir la discrecionalidad de APreViDe,
tanto en la determinación del escenario escogido, como en la determinación de
desestimar el acuerdo de partes, alcanzado de manera usual entre clubes, en
materia de acreditaciones, logrando que el ingreso de medios partidarios y
hasta miembros de prensa oficial de ambos lados, se tornase caótico y
lamentable.
Ya en el partido, lejos de la
burocracia de seguridad que debiera protegernos y, sin embargo, impide el
normal desenvolvimiento de aquellos que solamente se acercan a un evento
deportivo para trabajar profesionalmente, el equipo de Walter Otta llegaba
hasta Campana, a la “casa” de Villa Dálmine, con la premisa de conservar el
liderazgo del torneo, obtenido una semana atrás, ante San Telmo, enfrentando
nada menos que a su eterno rival interdistrital, urgido de buenos resultados,
en presencia de un presente mediocre que lo aleja de toda pelea, incluida la
clasificación a la próxima Copa Argentina.
En un encuentro parejo y trabado,
donde el Gallo no podría repetir las buenas actuaciones de otras tardes o
noches, en virtud de no haber podido hacerse fuerte desde el dominio del balón,
comenzaría con un Almirante más activo en ataque, y un Morón al que le costaría
hacer pie, y en ese contexto, la incertidumbre de un dominador neto y la “permuta”
permanente de la pelota, favorecían a los de Alberto Pascutti, quienes
lograrían llevar a los de Otta, al terreno incómodo de la fricción, la lucha y
el balón dividido.
Sin embargo, cuando la primera
mitad parecía finalizar con el cero por bando, luego de un lateral desde la
izquierda y el posterior centro al “corazón” del área chica, generaría el yerro
del zaguero local y el posterior enorme gesto técnico del “Bicho” Javier Rossi,
para ensayar una chilena prodigiosa, que impulsaría el balón bien lejos de
Pablo Migliore, para la apertura del marcador en favor del Gallo, a los ’45.
El complemento, planteado entre
la necesidad imperiosa del empate, por parte de Almirante y la intención de
liquidar el pleito de contraataque, desde la mayor tranquilidad del Deportivo
Morón, se alteraría sobre los ’28 de la segunda etapa, con una “zapatazo” desde
afuera, propio de otro partido, a cargo de Marcelo Vega, que habría de hacer
estéril el esfuerzo del Milton Alvarez, para tras pegar en el travesaño,
ingresar en el ángulo superior derecho y determinar el empate en uno en el
clásico.
De allí y hasta el final del
cotejo, en los primeros minutos posteriores a la igualdad de la “Fragata”,
Almirante dominaría las acciones, aunque sin inquietar gravemente al arco del
Gallito, que retomaría el control del encuentro, en los minutos finales del
clásico en Campana, para generar casi sobre el epílogo, un par de buenas
chances de tiro libre, en las inmediaciones del área, no resueltas con la
suficiente justeza como para que los tres puntos viajaran definitivamente al
Oeste, de la margen distrital de Morón.
Con el pitazo final de Yamil
Possi, el punto le permitiría al Deportivo Morón conservar la punta en soledad,
a la vez de extender su actual invicto a catorce fechas, con ocho victorias y
seis empates, a falta de dos jornadas para el cierre de la primera rueda.
En un partido sin grandes
matices, Morón y Almirante quedarían a mano, bien lejos del Oeste, en un
clásico a puertas cerradas y con las restricciones de un Superclásico.
Ahora a esperar a Defensores de
Belgrano, el próximo lunes desde las 21.05, en el Nuevo Francisco Urbano, con
el arbitraje de Germán Bermúdez y el desafío renovado de conservar liderazgo y
ampliar ventajas.
En definitiva, un punto que suma,
para seguir observando a todos desde arriba, desde la cúspide de la tabla de
posiciones.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Prensa Deportivo Morón.
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