Y un día la espera llegó a su
fin.
Luego de la pretemporada “más
larga del mundo”, atípica situación propia de un cuento jamás imaginado por
Osvaldo Soriano, el Deportivo Morón pudo volver a disputar un partido oficial,
tras 66 “eternos” días de entrenamientos y encuentros amistosos de puesta a
punto, para reiniciar el torneo de la Primera “B”, que lo tiene como líder del
certamen, nada menos que visitando a uno de los dos equipos capaces de
derrotarlo en la primera rueda, tal el caso del Tristán Suárez de Daniel Bazán
Vera, un “conocido” del Gallo por sus goles padecidos con diferentes camisetas
y su pasado e identificación declarada por Almirante Brown, nuestro “vecino”
interdistrital y antagonista histórico.
Con la base del plantel que
llegara al receso de verano en la punta de la competencia, a excepción de la
salida de Nicolás Gásperi, quien rescindiera su vínculo para incorporarse a
Brown de Adrogué, en la “B” Nacional y, como contrapartida, el único arribo de
Nicolás Francisco Ramírez, volante procedente de Los Andes, y que Walter Otta
dirigiera en su paso por Unión de Mar del Plata, el Gallo llegaba al “20 de
Octubre” con la premisa de sumar (si fuera posible de a tres), para recuperar
el liderazgo en soledad, compartido momentáneamente con Defensores de Belgrano,
luego del triunfo por la mínima del “Dragón”, ante Deportivo Español, con el
cabezazo de Luciano Goux.
De arranque, el once de Walter
Nicolás Otta volvería a evidenciar las razones que lo llevaran a erigirse clara
y merecidamente, en el mejor y más regular equipo de la rueda inicial: dominio
del balón, búsqueda de los espacios libres de la cancha, utilización de las
bandas para el desequilibrio ofensivo, juego atildado a uno o dos toques y
presión alta, para recuperar rápidamente la tenencia de la pelota, provocando el
error del rival, para desde el minuto inicial tener como “norte” el arco de
Nicolás Tauber, arquero “Lechero”, quien desde bien temprano comenzaría a
justificar su “sueldo”.
En efecto, en una primera etapa
de gran nivel individual y colectivo, con Gerardo Daniel Martínez dirigiendo la
“orquesta”, en virtuosa asociación con Emmanuel Giménez por el centro, Leandro
Guzmán por el sector derecho y, fundamentalmente, el debutante Nicolás Ramírez
por el carril zurdo, el puntero del campeonato comenzaría a justificar con
creces la diferencia inicial, que recién habría de concretarse sobre los ’19 de
la primera etapa, luego de un desborde y posterior centro del habilidoso ex “Milrayitas”,
para que Javier Rossi se llevara toda la marca de los defensores de Tristán
Suárez, y permitiera que el “Chaco” Guzmán la empujara al gol, capturando el
envío rasante de Ramírez.
No conforme con la diferencia
mínima, el Deportivo Morón profundizaría su dominio sobre los locales,
generando por momentos un verdadero monólogo del Gallito, con pasajes de juego
asociado lúcido y de gran calidad y fluidez, aunque sin la suficiente
contundencia en los metros finales del arco de Suárez.
De esta forma, y pese a jugar uno
de los mejores primeros tiempos del actual torneo, sino el mejor de todos a la
fecha, el dominio por momentos abrumador de pelota y territorio no podría
traducirse en un dos o tres a cero, más acorde al desarrollo de la etapa, hasta
que en tiempo de descuento y en la primera llegada clara del “Lechero”, un
centro desde la derecha hallaría demasiado solo al “once” local, Claudio
Galeano, para cerrar la primera parte con un empate en uno tan injusto, como de
excesivo castigo a la falta de contundencia ofensiva de la visita.
Ya el complemento otorgaría una
panorámica absolutamente disímil al del primer tiempo, con un juego más trabado
y reñido en mitad del campo, a partir de un Tristán Suárez situado a jugar unos
metros más arriba y un Morón que pareció no recuperarse jamás de aquél empate
tan ajeno a la verdadera naturaleza del partido.
Con algunas situaciones en ambos
arcos, como un remate desde afuera de Matías Pardo, que generara una gran
reacción de Nicolás Tauber y, como contrapartida, un remate en el palo de Lucas
Farías, el partido habría de tomar la forma de un empate ajustado a los
merecimientos de ambos en la etapa, y que, en definitiva, al Deportivo Morón le
permitiría mantener una luz de ventaja sobre Defensores, para conservar el
liderazgo del torneo en soledad.
Con un gran primer tiempo y un
complemento más parejo y deslucido, Paulo Vigliano, árbitro del encuentro,
marcaría el centro del campo y con dicho gesto, el final del partido, en un
balance de los ’90 donde Morón mereció mejor suerte y debió conformarse con un
empate con sabor a poco.
Ahora le aguardan dos cotejos tan
exigentes como trascendentes, para las aspiraciones de punta del Gallo, primero
cuando reciba a Estudiantes de Buenos Aires, en el Nuevo Francisco Urbano, el
viernes 13 desde las 20 y, tan sólo cuatro días más tarde, deba emprender un
viaje de riesgo hasta el “León Kolbowski”, para visitar al siempre complicado y
esquivo Atlanta, nada menos que en Villa Crespo, desde las 21.
Y un día volvió el fútbol, y
retornó también el líder del campeonato de la Primera “B”, con una actuación
más que auspiciosa, para continuar cimentando sus justificadas aspiraciones de
hacer historia.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Prensa Deportivo Morón.
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