Y este Morón de espíritu retemplado y con mayor fortaleza anímica, pudo reponerse del "golpe" propinado por Nueva Chicago, con el desnivel en el epílogo del primer tiempo, para en la última "bola" de la tarde, y luego de dominar durante todo el complemento, hallar su "premio", en el tercer minuto agregado, con un tiro libre estupendo ejecutado desde dentro del semicírculo del área local, por un "especialista" como Santiago Coronel, para poner en valor un punto merecido y trabajado con decisión y sacrificio, que enmudeciera a todo Mataderos e hiciera delirar al Oeste, a la distancia física, frente al televisor, la compu o la radio.
Y es que no hubiese sido justo que el Gallo se fuera del "República de Mataderos" con las "manos vacías", por culpa de una distracción en el cierre de la etapa de inicio, cuando las mejores chances habían sido de la visita, como la "medía chilena" de Mateo Levato (el mejor de Morón) o el "manotazo" in extremis del arquero, tras el centro del propio Mateo, para evitar que en el segundo palo, pudiese definir solo Leonardo Ramos, jugadas que comenzarían a perfilar a la figura del encuentro: César Taborda, el "1" de Chicago, principal responsable que el empate del Gallito no llegara antes, respondiendo con acierto en cada jugada de riesgo, como también en aquel remate con destino de red, de Gastón González (otro de gran partido), al comienzo del segundo tiempo.
Hasta que el "Topo", Santiago Coronel, tomase el tiro libre en la "medialuna", producto de una grosera e innecesaria infracción al borde del área, consecuencia de la desesperación por marcar, de un Chicago que hizo del desgaste físico y el sacrificio en todas sus líneas, la "receta" para "resistir" las búsquedas de la visita (con mucha más lucidez y peligrosidad, a partir del ingreso de Javier Bayk), ante un Morón que en gran parte de los 90', pero en especial durante la totalidad del complemento, fuese el protagonista exclusivo del clásico, frente a un "Torito" dispuesto a abroquelarse en su campo, sin demasiada vocación de ir por el segundo de contra, sostenido por la figura de su arquero, imbatible hasta los 48' del segundo tiempo.
Con el mismo once de inicio, de la goleada en el Oeste, frente a Almagro (es decir, con los regresos de los suspendidos y ausentes en Puerto Madryn, Santiago Ubeda, Alan Schönfeld y Gonzalo Salega, en lugar de Cristian Lillo, Mariano Bracamonte y el mencionado Bayk), Morón afrontaba su quinto partido en menos de 20 días (con dos viajes incluidos, a Mar del Plata y el Sur del país), y nada menos que en Mataderos, frente a su clásico rival de toda la vida, frente a su gente y con la urgencia de cortar una racha de once encuentros sin triunfos y sumar de a tres, dada su peligrosa cercanía con el descenso, algo con lo que "coquetea", en rigor de verdad, desde hace no menos de tres temporadas a esta parte.
En esa primera etapa, Chicago apostaría al derroche físico y el sacrificio de su juvenil equipo, intentando sorprender a Morón, a espaldas de sus laterales, algo que lograría en algunas ocasiones, por la velocidad de sus extremos, Brian Guerra y Franco Bustamante (el autor del tanto de cabeza) y el "desgaste" de su referencia de área, Paul Charpentier, bien acompañados por el "gestor" futbolístico, el más "experimentado", José Luis Fernández.
Como contrapartida, el Gallo se sostendría en la seguridad de su zaga (siempre con Ubeda como "rueda de auxilio"), con otro gran rendimiento de Lucas Abascia, nuevamente en el podio de los más destacados, y el primer pase ofensivo de un recuperado Gastón González, en esta oportunidad sin "descarga" por las bandas, porque Gonzalo Salega no repetiría el desequilibrio de partidos anteriores y Alan Schönfeld no lograría hacer pie en Mataderos, déficit compensado por la prodigalidad habitual de Mateo Levato, que se las arreglaría para bajar unos metros o ir a los costados, para "pivotear" o encarar él mismo, ganando a los defensores por velocidad y capacidad técnica, aunque no encontrara el eco esperado en Leonardo Ramos, otra vez impreciso con la pelota en los pies, pero importante para "llevarse la marca" o "peinar" balones en el área contraria y "fajarse" con los defensores rivales.
En ese contexto, sólo las intervenciones de César Taborda, para evitar el golazo de "medía chilena" de Levato o con un "manotazo", que por el segundo palo, Ramos adelantara a Morón, en la última acción del primer tiempo, el local hallaría un "hueco" para avanzar por la izquierda de su ataque, con una floja respuesta, primero de Schönfeld en el medio y más tarde de Damián Adín, lo que demandaría que Cristian Paz saliera a cubrir, fuera de la "cueva" y superado en el centro, sólo en el área chica, Franco Bustamante aprovechara la ausencia de Paz, en su posición, para cabecear con potencia y sin oposición al fondo del arco visitante, ante un Juan Martín Rojas que tal vez pudo salir a cortar el centro, pero no lo hizo.
Con la sorpresiva e injusta desventaja, en el mismo cierre del primer tiempo, Morón saldría al complemento con la necesidad lógica de asumir el protagonismo, en procura del empate, algo que Chicago le permitiría, cediéndole a la vista, terreno y balón, para refugiarse cada vez más en su propia mitad del campo, a medida que pasaban los minutos y el Gallo se venía (a veces sin mucha claridad y en otras con mayor fluidez, en especial con el ingreso de Javier Bayk) con más y más gente contra el arco de Taborda.
Y tras "ahogarle" el grito a González, al comienzo de la segunda etapa (uno de los mejores momentos de Morón) y responder con acierto en cada acción en que debiera intervenir, llegaría la infracción a metros del área local, en tiempo agregado que, nobleza obliga, Pablo Dóvalo podría haber omitido (de acuerdo a sus "antecedentes" dirigiendo al Gallo) y sin embargo sancionó, como correspondía a la jugada, para que unos minutos después, Santiago Coronel, que había ingresado en el complemento, sacara un derechazo potente y "de rastrón", aprovechando el salto de la barrera, para ponerla abajo, inalcanzable, junto al palo diestro del arquero y enmudecer a todo un barrio, que ya festejaba un triunfo injusto, pero necesario como el aire.
En otra prueba de carácter, Morón puso en valor un punto agónico en Mataderos, frente a su clásico rival, por el que hizo suficientes méritos a lo largo de los 90', en una nueva demostración de convicción y fortaleza anímica, pese a la adversidad, que en otro momento del actual campeonato, seguramente hubiese terminado en derrota.
Ahora, a dos puntos del Reducido y con ocho partidos por delante, todo depende de este retemplado Morón, que acumula diez cotejos sin derrotas, pero en especial, el temperamento y la confianza en las propias fuerzas, que la dupla técnica supiera inculcar desde el banco y los jugadores convencerse y llevarlo a cabo dentro de la cancha.
Enhorabuena.
@elgallogustavo.
📸: Deportivo Morón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario