Con dos modificaciones entre los once que saltaron al campo de juego,
respecto de aquellos que iniciaran el cotejo con el "Camionero", en el epílogo
de un Día de la Madre tan desapacible, que pareció más una festividad en honor a
la suegra que a la mujer que nos diera la vida, con el regreso de Cristian
Leandro González (tras purgar la fecha de suspensión por su expulsión frente a
Témperley) en reemplazo de Alejandro David Espinoza, quien finalmente hallaría
de todas formas la manera de no abandonar el elenco titular, en virtud de la
ausencia de último momento del riocuartense Claudio Martín Cabrera, a raíz de la
buena nueva de su paternidad en la misma noche del domingo, horas antes del
comienzo del juego con "La Villa", el Gallo comenzaría el partido con una
saludable vocación ofensiva y postura de protagonista, con una presión
insistente y exitosa, en especial durante la primera media hora, sobre una
visita que habría de ceder tenencia de balón y terreno ocupado, sostenido en
base a dos líneas de cuatro muy sólidas y la llave de triunfo depositada en la
elevada estatura de sus movedizos delanteros.
En ese primer tiempo y mientras aguantaron el trajín, tanto el campo de
juego como las resistencia aeróbica de los locales, habría de apreciarse lo
mejor del Gallo, dominador absoluto de las acciones, aunque sin poder generar
situaciones netas de desequilibrio para el arco defendido por Matías Coloca,
aquél mismo que defendiera casi en soledad un sufrido empate en uno entre los de
Berisso y Sportivo Italiano, durante las últimas fechas del torneo pasado, a la
sazón el punto que determinara en gran medida la salvación definitiva de Morón,
y como contrapartida, la caída en Promoción y posterior pérdida de la categoría
del "Accia", a favor del regreso a la Metro del " Charrúa" rosarino.
Así las cosas y siempre en esos primeros '45, Deportivo Morón dominaría las
acciones en un partido trabado y friccionado, a partir de una buena tarea de
Lionel Coudannes en el centro del campo y de Dante Martín Zúñiga en la
recuperación y como alternativa de salida constante por la izquierda, con una
buena cobertura del Juan Martín Cadelago por el mismo lateral zurdo, sobrio e
impasable en defensa, aunque sin justeza en los envios aéreos a la hora de pasar
al ataque. Todo ello, con una dupla ofensiva ideal para terreno mojado, como la
que conformaron Damián Emilio Akerman y Gustavo Britos, peligro y promesa de gol
constante en el arco rival, con una noche más acertada del cordobés de Morteros,
quien a pesar de no haber convertido estuvo mucho más cerca del grito que un
voluntarioso aunque impreciso "Melli" Britos.
Ya en el segundo tiempo y tras asistir a la salvada providencial de cada
fecha, del gran capitán Alejandro Esteban "Chiche" Migliardi, sobre el cierre de
la primera etapa, todo lo bueno que había evidenciado el equipo se habría de
desdibujar progresivamente, aunque sin renunciar a la vocación ofensiva, en
coincidencia con un terreno cada minuto más pesado, el cansancio y la falta de
ideas y claridad en la toma de decisiones.
Con un Armando René Lezcano en cancha, incomprensiblemente suplente de un
Mariano Messera ausente, Morón intentaría fomentar asociaciones ofensivas
virtuosas, a partir de la sumatoria del "Pipi" al circuito futbolístico de los
puntos altos ya descriptos, situados del medio y hacia la izquierda. Del otro
lado, Villa San Carlos habría de pararse mejor y hasta unos metros más adelante
en la mitad del campo, resignando bastante menos tenencia de balón y terreno, en
comparación con la primera parte, fundamentalmente a partir de un gran segundo
tiempo de ese jugador tiempista y diferente que tiene el conjunto de Ricardo
Rezza, con la número cinco, llamado Ignacio Oroná.
Lástima que todo lo positivo que intentaba el Gallo por el circuito del
carril zurdo, se transformaba en un cortocircuito por la banda opuesta, con un
Alejandro David Espinoza sin timming en la marca ni claridad en la proyección
ofensiva y, fundamentalmente, un tándem defensivo entre Ariel Otermín y Gonzalo
Nicolás Juárez que, lejos de complementarse, parecieron "confabularse" en
beneficio de los incisivos aunque erráticos puntas visitantes que, esta vez y
para fortuna del Gallito, habrían de insinuar mucho más de lo concretado.
Promediando el complemento y con un San Carlos que comenzaría por pelearle
el mediocampo al Gallo, para luego ganárselo, volvería a proyectarse la película
de terror más espeluznante y conocida protagonizada por esta desparejo y
desequilibrado conjunto, con "Chiche" Migliardi volviendo a quedar mano a mano y
a seguir acumulando razones para el bronce en el futuro estadio, merced a una
línea defensiva que, salvo Juan Martín Cadelago (hasta que estuvo en cancha,
luego reemplazado por un indolente Lucas Omar Rodríguez Pagano), hizo agua -y no
de lluvia- por todos lados, perdiendo en los anticipos tanto como en los mano a
mano, y generando una repetida sensación de inseguridad, ante cada contra rival,
con defensores que en lugar de estar haciendo pie con dificultad en un terreno
pesado, parecían debatirse en una ciénaga de arenas movedizas.
En definitiva y ante la evidencia de un partido que debió ganarse y que sin
embargo no se perdió por ese coloso que protege el arco del Gallo como un
tesoro, surgen algunas reflexiones finales en ausencia de goles y hasta de ideas
para generarlas:
1) Ariel Otermín NO puede jugar como lateral diestro, porque da muchísimas
ventajas, mientras su rendimiento se eleva considerablemente corriéndolo a la
izquierda o incluso al centro de la defensa;
2) Teniendo en cuenta que Gonzalo Nicolás Juárez llegó a la quinta
amarilla, no será tiempo de probar con un lateral derecho definido como Osvaldo
Héctor Vila, a la fecha el "eterno" jugador "número 19" de este
conjunto?;
3) Armando "Pipi" Lezcano NO puede observar los encuentros desde el banco,
porque con un Messera intrascendente, no hacemos otra cosa que "obsequiarle" a
los rivales de turno, nada menos que un tiempo;
4) Mismo razonamiento para una ofensiva titular que debería tener a esta
altura nombres y apellidos indiscutidos: Akerman y Ramón Darío Abila. Porque más
allá de la voluntad y las condiciones de Britos, "Wanchope" obliga, preocupa y
es un jugador de otra categoría.
Aportes, en definitiva, para un Morón que hoy se halla equidistante de la
punta como del descenso: a seis de la cima y a siete del "infierno"...
Pero que a pesar de las urgencias y la tiranía numérica no es lo que más
preocupa, cuando van 13 fechas y el equipo no aparece. Crucemos los dedos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario