martes, 9 de octubre de 2012

Una ofensiva para reír y una defensa para llorar..., todo en '90

Tiempo atrás, tras la derrota en el clásico con Chacarita en Villa Maipú, y luego de asistir a una de las "palizas" futbolísticas más formidables que hayamos tenido que sufrir, no debidamente reflejada en el escueto 0-1 final, desde este mismo espacio y de manera retórica nos preguntábamos si este Morón, versión 2012/2013 se trataba de Dr. Jeckyl o su alter ego malvado, es decir Mr. Hyde.

Pues bien y luego de presenciar el empate en dos ante Deportivo Armenio,  en cotejo válido por la 11° fecha del torneo de la "B" Metro, ante un Francisco Urbano nuevamente colmado, seducido ante el trabajoso triunfo de una semana antes ante Colegiales en Munro y a la postre, una vez más abandonado en su ilusión, ante una nueva promesa no corrrespondida de coqueteo con el liderazgo del campeonato, podemos concluir sin temor al error que ambas personalidades conviven patológicamente en este Gallito bipolar, propietario de una ofensiva temible y letal (Mr. Hyde) y al mismo tiempo de una faceta defensiva de terror, sin importar la condición de local ni la mayor o menor complejidad que represente su rival (Dr. Jeckyl).

Es que este Morón que buscaba ante Deportivo Armenio, situarse a sólo dos unidades de los punteros, con la posibilidad matemática de abrazar la cima en soledad, de vencer a Barracas Central en el postergado de la 7° jornada, comenzó ganando con un golazo descomunal de ese monstruo sagrado del gol, llamado entre sus acólitos como Damián Emilio Akerman (el undécimo en diez partidos en la temporada y el 107 con la camiseta que pareciera llevar grabada en la piel), con dominio territorial, prepotencia en la categoría de sus jugadores y todo un marco a su favor, para manejar el balón y aumentar la ventaja cuando se lo propusiera, y sin embargo en sólo diez minutos se lo dieron vuelta y tras alcanzar el empate poco antes del cierre de la primera etapa, en el complemento pudo y hasta debió retirarse derrotado del campo de juego, de no mediar entre cuatro y cinco intervenciones magistrales de ese número uno en todo sentido que afortunadamente lleva el buzo de arquero del Gallo y se apellida Migliardi, aunque para el Pueblo del Deportivo Morón simplemente se trate del inoxidable gran "Capitán Chiche".

Y es que todo lo bueno y muy bueno que desarrolla el Gallito de tres cuartos de cancha en adelante, lo dilapida irremediablemente con una defensa que no para contrario alguno y cada partido juega peor, no importa que defienda con tres, con cuatro, con cinco o con el Cuartel de Bomberos Voluntarios de Morón en pleno.

Y la simbología utilizada no es azarosa, porque realmente la última línea del Gallo es un incendio, donde más allá de discusiones tácticas, sorprende y asusta por el magro rendimiento reiterado de sus protagoniatas individuales, a lo que debe sumársele un desorden táctico que no ayuda, y que lamentablemente se irradia e iguala, en mayor o menor medida, a todas las líneas del equipo.

Seguramente, desde el cuerpo técnico y por su puesto los jugadores, habrá que seguir trabajando para encontrar las respuestas a todos los interrogantes que genera fecha tras fecha, una errática defensa que ya permitió dieciseis goles en once encuentros y que partido a partido se encarga de agrandar y erigir en figura a cuanto delantero adversario los enfrente.

Y habrá que urgar profundo porque ya se probaron dos sistemas tácticos diferentes y hasta la totalidad de defensores con que se cuenta en el plantel (salvo los juveniles), y lejos de hallarse algún atizbo de solución, defensivamente el equipo se muestra cada fecha más permeable, inseguro, nervioso y lo dicho, desordenado tácticamente.

Y tal vez, y sólo tal vez, una de las razones de tanto desajuste y desbarajuste defensivos, deba buscarse tanto en la indefinición de un esquema táctico único y unívoco, como en la rotación por prueba y error de la totalidad de los protagonistas en materia defensiva, sin terminar de conformar ni un planteo base ni una última línea titular, previsible y con la suficiente confianza y ensamble que sólo otorga la continuidad.

Del empate en dos con Armenio, quizá puedan extraerse algunas conclusiones valederas.  A saber:

1) Que Ariel Otermín, por ejemplo, comenzó siendo uno de los puntos más altos de la defensa y hoy quizá sea el más bajo, y tal vez ello obedezca a que ha sido a la fecha, el único jugador que sin resignar continuidad, ha tenido que deambular por la totalidad de las posiciones defensivas, cualquiera que fuese el esquema, desde su inicial ubicación como lateral por izquierda, hasta su actual desempeño por la franja opuesta, sin olvidarnos de su paso como líbero en algunos cotejos. Quizá sea hora de despojarlo de su uniforme de "comodín" o "paria" defensivo para que recupere perfil y nivel en su habitual puesto de marcador de punta zurdo;

2) Con este pequeño movimiento se abriría un pequeño abanico de posibilidades, máxime manteniendo la línea de cuatro en el fondo y teniendo dos alternativas aguardando en el banco de los suplentes: desde un lateral derecho bien definido y poco utilizado, como Osvaldo Héctor Vila, hasta un lateral-volante más versátil y de demostrado rendimiento, aún con el perfil cambiado, como Alejandro David Espinoza.

3) Ya en la mitad del campo, Claudio Martín Cabrera constituye claramente un jugador de otra categoría y que marca diferencias, cuando tiene la espalda bien cubierta, en la faz ofensiva y fundamentalmente, hasta que el físico le aguanta. En cualquier otro caso, el riocuartense va a estar desaprovechado y el equipo ofrece demasiadas ventajas y huecos por su banda.

4) La necesaria inclusión de Lionel Coudannes ha de generar en el cuerpo técnico de esos problemas "agradables", porque frente a Armenio y luego de una primera etapa en la que se lo notó perdido, repuntó en el complemento y fue de lo mejorcito dentro del desorden que también caracterizó al mediocampo;

5) Dante Martín Zúñiga no desentonó en su vuelta, oficiando de carrilero por izquierda, aunque quedaría en evidencia que el oriundo de Cutral Có es volante central y rinde positivamente más en el centro del campo,

6) Tranquilos que no todas son pálidas, ya que el Gallo encontró el enganche que desde "Quique" Seccafien viene buscando sin suerte, finalmente hallado en el "Pipi" Armando René Lezcano, que llegó como suplente de Mariano Messera y hoy se adueñó de la diez titular, tanto de las gambetas, los pases en profundidad y los tiempos del equipo;

7) Y lo mejor, sin dudas, en la ofensiva, con un Damián Akerman cada día más vigente e intratable, que incluso puede elegir compañero de lujo, entre su ocasional dupla de ataque y las grandes alternativas que aguardan en el banco. De hecho y en este punto, un Mariano Matías Martínez, pronta e injustamente criticado, es sólo tres partidos ha justificado la confianza que le depositara el "Gato" Daniele, a partir de un buen entendimiento con Damián, una bonita definición en el segundo gol y una chance clarísima en un tiro libre en el primer tiempo, que Marcos Jara, el arquero de Armenio, no tuvo más alternativa que verla pasar y rezar para que saliera el balón desviado. Y lamentablemente para Morón, los ángeles de la fortuna estuvieron de su lado.

En definitiva y luego de aquella pregunta retórica tras la derrota categórica frente a Chacarita, únicamente no traducida en los números, hoy finalmente nos animamos a una respuesta: Dr. Jeckyl y Mr. Hide conviven patológicamente en este Morón bipolar, que mata despiadadamente en ofensiva, pero que al mismo tiempo se suicida irremediablemente en la faz defensiva. De quién finalmente triunfe en esta fraticida lucha interna, dependerá en gran medida la suerte final de este Deportivo Morón, capaz de hacernos vivir el cielo y el infierno en apenas '90 de juego.

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