En efecto, en la previa y conocidos los resultados con
empate, tanto de Defensores de Belgrano como Flandria (sumados a la fecha libre
de la UAI Urquiza),
presagiaban una fecha a pedir del Gallo, puesto que de ganarle al “Pincha” de
Caseros, aumentaría la diferencia con ambos en la tabla de los promedios, con
un margen tranquilizador y hasta casi indescontable, de cara a los próximos
compromisos de nuestros rivales directos, que incluyen enfrentamientos “mano a
mano” entre todos los involucrados, incluido el Deportivo Morón, de aquí y
hasta el cierre del campeonato, en una final de juego tan apasionante como
imprevisible.
De entrada nomás, y con el único cambio del reingreso de
Esteban Giambuzzi, en lugar de Luis Ferreyra, por un lateral derecho que
desvela al técnico del Gallo, en flagrante ausencia de intérpretes idóneos y
confiables, Morón comenzaría el encuentro con las mismas dudas que exhibiría
frente al “Gasolero” y que, a la postre, lo conducirían invariablemente a su
primera derrota desde el arribo del “Tano” Pasini.
Con un Juan Cruz Leguizamón nuevamente dubitativo e inseguro
en el arco del Gallito, aunque sin la gravitación trascendental de sus errores
o inseguridades, en la chapa final del partido, como por desgracia ocurriese
ante el “Celeste”, en los minutos iniciales del encuentro, la visita hallaría
grietas por dónde lastimar a Morón en su última línea, al contar con dos
ocasiones de gol muy claras, mezcla de méritos propios y deméritos ajenos.
Con la colaboración inestimable de una defensa una vez más
vulnerable, en particular por el carril derecho (verdadero talón de Aquiles de
este equipo), entre Cristian Yassogna y Sergio Sosa se las arreglarían para
preocupar a una permeable última línea del Gallo, con el punto más alto en
Ariel Otermín, abanderado de la resistencia y referente indiscutido de la
regularidad al servicio del “cero” en el propio arco, así como de un Matías
Orihuela muy recuperado, jugando quizá el mejor partido en esta segunda parte
del torneo, con mayor solidez en la marca y la conocida velocidad y criterio a
la hora de sumarse en ofensiva.
Sin embargo, en este Morón de rendimientos discontinuos y
actualidades disímiles, ni Emiliano Mayola, ni mucho menos Esteban Giambuzzi
habrían de acompañar los buenos momentos de sus referidos compañeros. En el
primero de los casos, resulta cada vez más evidente que la mejor versión del ex
Flandria, tuvo lugar durante el ciclo de Mario Grana, al desempeñarse en línea
de tres, como stopper por izquierda, mermando notablemente su performance con
cuatro en el fondo, sin la contención necesaria de Otermín a sus espaldas, cada
vez que le toca anticipar lejos del área, donde hoy se lo nota inseguro y a
destiempo. Distinto es el caso del Giambuzzi que, con el debido respeto, su
mejor momento lo debió haber vivido en la misma posición, aunque jugando para
el “Cartero”.
Luego de aquellos primeros minutos de zozobra, donde una
visita “incentivada” por los deseos de vencer a Morón en su propia casa y
comprometerlo con el descenso, el once de un Pasini que no gana para disfonías
e hipertensiones varias, comenzaría a equilibrar el trámite del encuentro, sin
brillantez pero con muchísimo esfuerzo, para intentar destejer la madeja de
volantes que dispondría Fabián Anselmo, técnico del rival, con el objeto de obstaculizar
las habituales usinas de generación de fútbol en el local, así como entorpecer
las también usuales escaldas por las bandas, de sus “ligeritos” mediocampistas
externos.
Así las cosas, con un Dante Zúñiga maniatado y errático,
generoso en prodigalidad aunque nuevamente lejos de sus mejores épocas, el
mayor acierto táctico de Estudiantes consistiría en propiciar que el manejo del
balón en el Deportivo Morón pasara por los pies de Martín Granero, quien si
bien redondearía su mejor partido desde su lesión de pretemporada, resulta bien
sabido que su fuerte es el quite y la cobertura defensiva, pero jamás la
administración del juego y el primer pase ofensivo.
Aún así, con todos los posibles caminos cerrados y sin
demasiadas ideas a la vista, el Gallo se las arreglaría para acercar algo de
peligro, durante aquella primera etapa, a partir de las escapadas de Gastón
Sánchez por derecha y de Mariano Barbieri por la banda opuesta. En el caso del
“Polaco”, volvería a demostrar su fenomenal velocidad, aunque muchas veces
carente del mejor final en los metros finales. Por el contrario, el “petiso”
Barbieri se erigiría en una de las figuras del encuentro (junto a Orihuela y
Otermín, por el lado de Morón), siendo el hacedor y mentor de los mejores
pasajes ofensivos del Gallito, sin descuidar su habitual generosidad a la hora
de la cobertura defensiva, donde el desfasaje defensivo requiera de su
solidaridad y compromiso con el equipo (en este punto, queremos creer que los
dirigentes del Gallo, entre tanta ocupación preeleccionaria, habrán sondeado ya
las pretensiones económicas de sus pares de Flandria, dueño del pase del
oriundo de Chivilcoy, para hacerse de la ficha definitiva del jugador, una vez
finalizado el presente torneo de la “B” Metro).
Con un Damián Akerman muy activo en ofensiva, aunque sin el
acompañamiento necesario en los últimos metros de la cancha, a partir de un
Mariano Martínez solidario de manera habitual para los encuentros en tres
cuartos, pero demasiado lejos del ámbito donde su calidad hace más diferencia,
las ocasiones más claras del Gallito provendrían de pelotas paradas, tras
sendos cabezazos de Ariel Otermín y el propio Akerman, a la salida de dos
córners cerrados, ejecutados por Barbieri y Dante Zúñiga.
Ya en el complemento, la visita volvería a hacerse fuerte en
el medio y a dominar las acciones de un encuentro, tan parejo como ordinario y
mal jugado. Sin embargo y merced nuevamente a las dudas de Leguizamón y las
ventajas otorgadas en defensa, el “Pincha” a poco estuvo de dar el mayor
disgusto en el Oeste, cuando una entrada de Diego Torres por izquierda,
derivaría en un centro apenas desviado por las uñas del arquero del Gallo, para
evitar que llegara a la posición de Cristian Yassogna, quien ya se relamía con
la apertura del marcador y el jugoso premio especial, puesto a repartir en caso
de ganar en la brumosa noche del martes.
Por si no fuera suficiente para el agitado ritmo cardíaco de
los hinchas de Morón, sólo unos minutos más tarde, entre las manos de
Leguizamón y el azar a su favor, impedirían que los de Caseros marcasen en el
resultado, una ventaja cada vez más notoria en el desarrollo del encuentro,
ante la entrada franca de Luciano Nieto, cuyo remate con destino de red,
finalmente se estrellaría en el ángulo comprendido por el travesaño y el caño
derecho del arco de Morón.
Al igual que frente a Témperley, si el primer tiempo del
Gallito había resultado flojo, en el complemento la actuación del equipo de
Pasini resultaría aún peor, destino que ni siquiera el ingreso de Gerardo
Martínez podría torcer, sin preponderancia ni desequilibrio alguno en el
desagregado de sus minutos en cancha.
Sin situaciones francas de gol, ante un Martín Ríos que
sobrellevaría un segundo tiempo demasiado tranquilo, Gastón Meineri marcaría el
final del partido, con sabor a poco desde el a priori, pero con cierto dejo de
conformismo, ante los sofocones sufridos en la etapa complementaria y lo mal que
se jugara en esos ’45 del epílogo.
Párrafo aparte para la vergonzosa tarea del árbitro del
cotejo, que entre otras muchas atrocidades reglamentarias, pasaría por alto un
claro penal a favor del Gallo, en el primer tiempo, ante una mano grosera del
ex Atlas y Morón, Sebastián Lamacchia. En contraste, la grata presentación en
sociedad de Marcos Vallejos, un juvenil volante central que, sustituyendo a
Dante Zúñiga y desempeñándose por el carril derecho, habría de demostrar con un
par de “pincelazos”, que estamos en presencia de un jugador interesante y para
tener en cuenta, con mayor rodaje y minutos de juego.
En definitiva, y como expresáramos al comienzo, en esta
“dinámica de lo impensado” que es el fútbol, el Morón de Salvador Pasini, en el
peor partido desde su advenimiento, rescataría un empate ante el “Pincha”, para
mantener diferencias en la tabla de los promedios, en la antesala de los
enfrentamientos “mano a mano” entre los protagonistas principales y
directamente involucrados que, en el caso el Gallo, comenzarán este próximo
sábado, desde las 13, cuando deba visitar el “Monumental de Villa Lynch”, para
enfrentar al modesto aunque complicado, UAI Urquiza.
A controlarse la presión y a tomar la “coramina”… Restan aún
cuatro puntos y todavía estamos en trabajo de parto.
“San Salvador” Pasini…, líbranos ya de este dolor.
HAGAN LIO.
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