Y en ese sentido, el vertiginoso final de torneo de la Primera "B", fuera de la ausencia del necesario descanso, otorgaba la chance cierta e ideal de quitarse la "mufa" en lo inmediato, de visita a un Sportivo Italiano prácticamente condenado al descenso, salvo por la concurrencia de "milagros" futboleros propios y ajenos.
Sin embargo, la tarde de "miér..coles" de Ciudad Evita, habría de trasladar el gris destemplado del tiempo, hacia el propio campo de juego del "Azzurro", quien con la virtud de "golpear" en los momentos justos del partido y luego usufructuar y "administrar" la desesperación del Gallo, supo terminar justificando un dos a cero merecido, por pasajes desmedido, y en otros hecho "precio" de "oferta", dadas las ventajas que ofrecería un Morón jugado por completo en ataque, y que por lógica consecuencia, regalaría varias contras "cara a cara" con Morel, en especial durante el segundo tiempo.
En el contexto general de los '90, deberíamos concluir que Morón volvió a perder, por segundo cotejo consecutivo, porque reiteró errores en todas sus líneas y volvió a jugar mal. Sin embargo, y en rigor de verdad, hasta la afortunada apertura del marcador, a cargo de Antonio Rojano, sobre los '11 de la etapa inicial, el Gallo no lo había hecho mal y hasta acreditaba los méritos mínimos suficientes para haberse puesto en ventaja.
Pero dentro de esta "taba", que en los últimos dos encuentros viene cayendo del lado del "culo", el "Tano" casi sin proponérselo y en una de sus primeras incursiones "serias" sobre el área de la visita, habría de festejar la apertura del marcador, luego de un remate con algo de fortuna, porque del rebote y posterior "carambola" en su compañero, Gustavo Mbombaj, hubo de descolocar a Carlos Morel, para asegurar el inmerecido desnivel.
Y sabido es que, dentro de esta categoría tan dura y pareja entre todos sus participantes, aquél que cuenta con la lucidez o la cuota de azar como para abrir el resultado, se hace invariablemente acreedor a la "llave maestra" de la administración del desarrollo y sus tiempos, y en definitiva, se asegura un porcentaje alto de chances ciertas, de quedarse con los tres puntos, en la probada casuística de este difícil y "apretado" torneo, acostumbrado a definir sus cotejos por "detalles".
Porque a partir de allí, el equipo de Blas Giunta habría de "deshilacharse" progresivamente, tal como ocurriera hace poco más de setenta y dos horas, en el Nuevo Francisco Urbano, frente a Fénix, ingresando paulatinamente en una pendiente futbolística, mezcla de nervios, apuros lógicos y necesidades evidentes, para terminar resignando dos de sus principales virtudes colectivas, que lo llevaran a cimentar un invicto de once partidos: su orden táctico y seguridad defensiva.
Por si fuera poco, y como lo venimos manifestando en los últimos tiempos, toda virtud de búsqueda y actitud ofensiva de ir al "frente" y de "buscar" el partido, ha de chocarse invariablemente con las carencias en ataque que, fecha tras fecha y cada vez más notorias y preocupantes, terminan por privar al equipo de una mejor suerte, o por lo menos, de acceder al mérito ganado en el terreno, por imperio del esfuerzo, en razón de una falta de profundidad y contundencia que comienzan a alarmar, de cara al último suspiro del torneo.
Para colmo, Italiano comenzaría a cerrar el postigo del partido, demasiado pronto en el complemento, cuando en un descuido de la última línea, Diego Coria se filtraría entre los centrales, para vencer por segunda vez en la tarde, a Carlos Morel, con un remate bajo, rasante y esquinado, favorecido por el viento y un campo mojado por tanta lluvia de primavera. Iban tan solo seis minutos del segundo tiempo.
Y, si con la desventaja mínima, el encuentro resultaba "cuesta arriba", con el dos a cero y a pesar de las evidentes debilidades rivales, la faena comenzaba a transformarse en utopía. Aún así el Gallo contaría con unas cuantas chances para descontar, algunas de ellas mal resueltas, otras evitadas por el arquero del "Accia" y en las restantes, de regreso al "culo de la taba"; que haría, por ejemplo, que el tiro libre con destino de gol, de Adrián Peralta, en el complemento, pegara en el palo, o que el remate a "quemarropa" de Nicolás Gásperi, del cierre del primero, fuese salvado providencialmente sobre la línea. Si hasta Morel, anduvo cerca de anotar su segundo tanto en primera, luego que Gonzalo Acevedo, el golero local, despejara sobre el travesaño, un envio desde mitad de cancha, de su colega del Gallo, que por el viento y un pique incómodo, a punto estuvo de metérsele y señalar el descuento.
Por desgracia, eso jamás ocurriría y, como contrapartida, hubo de soportar varias contras peligrosas, también mal definidas por los puntas locales, algunas de ellas nacidas en las facilidades que a poco del cierre, otorgaba una defensa de Morón "regalada", con tres y hasta dos hombres en el fondo, sin mencionar un par de jugadas desafortunadas, propias del estado de apuro y nerviosismo reinante, que de haberse concretado, seguramente hubiesen recorrido los noticieros deportivos del país, como auténticos bloopers. Algo que, claro está, no ocurría con la sólida defensa del Gallo, desde hace un buen tiempo a esta parte.
Como "frutilla del postre", de una tarde de "miér...coles", tan gris y destemplada como el tiempo, quedará la jugada de la segunda expulsión consecutiva de Leonel Altobelli, a los '36 de la etapa complementaria, cuando de un posible penal a favor, por infracción del arquero local al propio Altobelli, terminaría con una doble amarilla para el "nueve" del Gallo, por "simulación" y la posterior "roja" al goleador de Morón, que justamente provenía de otra suspensión.
Más allá de la decisión, cuanto menos polémica de José Carreras (a primera vista, pareció infracción y penal), nuevamente resulta inadmisible y reprobable la reacción de inusitada violencia, protagonizada por Altobelli, quien de no mediar la intervención de sus compañeros, quizá hubiese agredido físicamente al árbitro del encuentro, como luego y antes de finalmente retirarse del terreno, habría de ponerse "cara a cara" con uno de los jueces asistentes.
En los minutos finales, un Morón impotente y desesperado caminaría por la "cornisa" de alguna otra expulsión, cargándose de media docena de amarillas que, en el caso particular de Federico Domínguez (nada menos), lo mantendrán al margen del equipo, durante las próximas dos fechas.
En definitiva, y más allá de otro insospechado "cachetazo", el Gallo se mantiene quinto, pero con menor margen respecto del último clasificado al Reducido (hoy, Platense, distante cuatro puntos).
Por eso, a levantar el "copete". Urgente.
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Osvaldo Abades (h).
No hay comentarios:
Publicar un comentario