En el "fin de semana de los clásicos", en Primera división, al Gallo le tocaba enfrentar a un rival "clásico"..., de la categoría, como el Deportivo Armenio, en un reducto también "clásico" de la divisional, como el siempre "chivo", "Estadio Armenia".
Con el precedente del empate en cero, pero con altibajos en el juego, frente a Tristán Suárez, el último fin de semana, el Deportivo Morón llegaba a Ingeniero Maschwitz con la premisa de prolongar su invicto de diez partidos sin derrotas, aunque con la obligación de volver a sumar de a tres, para consolidar su ubicación en puestos de Reducido y "alimentar" su sueño de "algo más", mientras las matemáticas del torneo le sigan dando la diestra.
De entrada, en la soleada mañana "escobarense", el equipo de Pulciano Aquino, que arribaba de dos triunfos al hilo (Tristán Suárez y Deportivo Merlo), sorprendería en el inicio al once de Giunta, poblándole el mediocampo y presionando bien arriba a la defensa de Morón, procurando por una parte, cortar los circuitos futbolísticos ya conocidos del Gallo (el tándem, Fede Domínguez-Adrián Peralta, fundamentalmente) y por el otro, generar el apuro que desemboque en el error de una mala entrega, de una última línea visitante caracterizada en las recientes fechas, por una concentración absoluta y una solidez prácticamente pétrea (de hecho, ante Tristán, el "cuarteto" del fondo, más el arquero Morel, hubieron de cosechar su séptimo cotejo con el arco propio en cero, en lo que va de la segunda rueda).
Superados aquellos primeros minutos de "presión" asfixiante y de sorpresa, que sin embargo no generarían zozobra efectiva alguna para el arco del Gallito, los medios de Morón habrían de acomodarse paulatinamente, en un terreno de juego francamente deplorable, emparejando las acciones a partir de una mayor tenencia del balón.
De esos encuentros iniciales, entre Domínguez y Peralta por izquierda, y los adelantamientos ofensivos, del incansable Cristian Yassogna, sobre la banda opuesta, comenzarían a propiciarse las primeras aproximaciones en ataque del Gallo, no siempre bien resueltas por Leonel Altobelli y Diego Barrios Suárez, hasta allí muy imprecisos, en especial en el caso del ex Tigre, por estos días demasiado lejos de aquél punta implacable de la primera rueda, de "embestida" incontenible, por potencia y velocidad en el "mano a mano" con los defensores rivales.
Por entonces, todo muy tranquilo en el trámite y el desarrollo de un partido de tono menor, con demasiada lucha en el medio y prácticamente sin emociones frente a los arqueros..., hasta que, a los '22 de esa primera etapa, una acción de juego evitable y alejada por completo del más elemental concepto (abstracto, cada vez más) del "fair play", determinaría un par de expulsiones infantiles, pero correctamente sancionadas, y la desnaturalización de un encuentro normal, que a partir de allí y hasta el final de la etapa, transitaría peligrosamente por el delgado límite entre la "fricción" y la "mala intención" y el "desmadre" futbolístico.
En efecto, tras un "pique" en el centro del "pelado" y duro campo del "Estadio Armenia", que un jugador local se rehusara absurdamente a devolver la "gentileza" a los futbolistas del Gallo, derivaría en un tumulto, con agresión mutua incluida entre Leonel Altobelli y Luciano Nebot, acción infantil e irresponsable de ambos, que terminaría con la prematura doble "roja" directa de un Américo Monsalvo, árbitro del encuentro, de muy buena actuación, en especial para "sofocar" la acción de referencia, que "calentara" innecesariamente los ánimos y amenazara con generalizar un estado de "beligerancia", acertadamente contenida y abortada por el propio Monsalvo.
Ya en el segundo tiempo, y con la determinación táctica de jugar con línea de tres en el fondo, para permitir el adelantamiento de Cristian Broggi, en rol de volante diestro, para propiciar, a su vez, que Cristian Yassogna pudiese acompañar en ofensiva a Barrios Suárez, Morón saldría con otra actitud en todas sus líneas, en la búsqueda de los tres puntos que necesitaba y había venido a buscar a Maschwitz, hasta que la acción de las expulsiones lo desordenara y le hiciera incurrir en un estado de nerviosismo colectivo, para "ganancia" del oponente más limitado, en este caso, el dueño de casa.
Al igual que ocurriese una semana antes, frente a Tristán Suárez, en Ezeiza, el Gallito saldría retemplado al complemento, erigiéndose en dueño absoluto de las acciones, y generando continuos desbordes por las bandas, en particular la derecha, a partir de otro gran partido de Cristian Broggi, la figura determinante del encuentro (tanto en defensa, como volante externo), de cuyo centro, a los '20 del segundo tiempo, llegaría el cabezazo demoledor y goleador de Diego Barrios Suárez, quien progresivamente parece querer reencontrarse con aquél punta letal de la temporada 2010/11, en especial en la "cancha de arriba".
Con la ventaja parcial en el "bolsillo", el conjunto de Blas Armando Giunta terminaría de justificar el triunfo, pudiéndolo ampliar con la misma fórmula del centro, pero en este caso, del ingresado Kevin López, con destino a Cristian Yassogna, cuyo remate exigido y con la marca encima, se iría desviado por sobre el travesaño.
De allí y hasta el final, el Gallo reforzaría el medio, con Jonatan Páez y Mauro Montenegro, y sostendría la diferencia en la solidez de su última línea, en otro gran partido de los cuatro del fondo, con especial hincapié en la solvencia monolítica de Nicolás Gásperi, el "vecino" de la zona.
Con el pitazo final de Américo Monsalvo, el Gallo se alzaría con una victoria importantísima, en un reducto tradicionalmente "chivo", para consolidar su posición en la tabla, y fundamentalmente, una identidad de juego que ya logra plasmar en todo escenario, y que sin dudas, lo ha convertido en un oponente incómodo para cualquier adversario, y al que hoy por hoy, nadie parece querer enfrentar.
Así las cosas, en el "fin de semana de los clásicos", el Deportivo Morón se desembarazó de un rival "clásico"..., de la categoría, para "hacer pata ancha" en otra cancha "clásica" de la divisional.
Una "final" menos y quedan nueve, Gallito..., y cualquier sueño es posible.
"Pasito a pasito"..., que se venga Fénix.
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Osvaldo Abades (h).
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