La soleada y templada tarde de sábado, en Ezeiza, hacia donde arribara el Gallo en procura de consolidar aún más su buen momento, a partir de la obtención del quinto triunfo en fila y, al mismo tiempo, en procura de estirar su invicto a una decena de cotejos sin derrotas, comenzaría a poco del pitazo inicial, de Pablo Giménez, con una acción de juego tan desgraciada como involuntaria que, al parecer, hubiese "enfriado" y "adormecido" el trámite general del partido, fundamentalmente en los primeros '45.
En efecto, y cuando el reloj marcaba sólo el cuarto minuto de fútbol, luego de un centro pasado sobre el área visitante, habrían de chocar Carlos Morel y Juan Cruz Careaga, llevándose la peor parte el volante derecho del "Lechero", que debiera abandonar prematuramente el campo de juego, en ambulancia, rumbo al hospital más próximo al estadio, donde luego se comprobaría la gravedad de una lesión indisimulada en los gestos y los gritos de dolor: fractura de tibia y peroné.
Ya de regreso al encuentro, tras casi quince minutos de parate, en aquellos primeros momentos del cotejo frente a Tristán Suárez, en el "20 de Octubre", Morón empezaría el partido, de la misma forma en que lo hiciera una semana antes, en el triunfo ante Platense: errático con la pelota en los pies y trasladando el predominio territorial y del balón en favor de su rival, a partir de la falta de volumen de juego asociado, principalmente en el neurálgico sector del mediocampo.
Sin embargo, el local tampoco sabría qué hacer con la pelota, circunscribiendo sus intentos ofensivos, a la búsqueda repetida y, por lo tanto, paulatinamente previsible para una siempre atenta y sólida última línea del Gallo, a los envíos aéreos con destino a la cabeza "entrecana" de Facundo Diz, casi siempre procedentes de los pies de Abel Sandoval, a la postre el valor más desequilibrante del local.
Dentro de unos primeros '45 aburridos y mal jugados, de lo "peorcito" exhibido por el once de Blas Giunta, desde el inicio de la actual levantada, entre la falta alarmante de ideas del local y la opaca labor de Morón, de tres cuartos en adelante, sólo podrían contabilizarse un par de ocasiones de gol para ambos, alzándose el Gallito con la más clara de la etapa: sobre los '23 del primer tiempo y tras un centro desde la izquierda, a la altura del área grande, desde el botín zurdo de Adrián Peralta, y del "laboratorio" de pelota parada de Blas Giunta, surgiría una buena y sorpresiva habilitación corta hacia Emiliano Mayola, cuyo remate apenas resultaría contenido con los pies por Rodrigo Lugo, arquero "Lechero", y del rebote posterior, por muy poco estuviera Leonel Altobelli de marcar el primero, de pura "arremetida", en plena área chica.
Sin más acciones de importancia para destacar, se irían al descanso del entretiempo, en deuda ambos con el espectáculo, tras haber redondeado un primer tiempo flojísimo, mal jugado y con escasas ideas y situaciones de riesgo frente a los arcos.
En el complemento, la actitud del Gallo resultaría fundamentalmente otra, con una intención de búsqueda mucho más evidente y, para que ello ocurra, mejores respuestas individuales y de conjunto dentro de la cancha, a partir de una presión "alta" constante y sistemática, que obligaría al error del rival y redundaría en un dominio posicional y del balón, por primera vez en el partido.
Así las cosas y puesto definitivamente a jugar en campo local, Morón acentuaría con el correr de los minutos, una supremacía territorial que, por desgracia, no podría traducir en el resultado, dado que carecería de profundidad y claridad ofensivas, a pesar de contar con otro par de acciones muy nítidas para traerse tres nuevos puntos al Oeste, en otro partido prototípico de "hace gol, gana".
Con otra gran tarea de la defensa visitante, en particular de Nicolás Gásperi, quien debiera salir promediando el segundo tiempo, por una molesta tendinitis que lo había mantenido en duda hasta último momento, el Gallo crecería futbolísticamente en ese complemento, a partir de un mejor trabajo de su línea de volantes, en especial cada vez que hubo de "activarse" Federico Domínguez, en la búsqueda de "pequeñas sociedades" con Cristian Yassogna y el "Kily" Peralta, ambos externos de buen partido, tanto en la contención como en la faz ofensiva.
Sin embargo, los mayores inconvenientes del once de Giunta volverían a pasar por sus hombres de ataque, con un Leonel Altobelli voluntarioso como siempre, pero "peleado" con el balón y por momentos demasiado individualista, y un Diego Barrios Suárez otra vez de correcto encuentro, aunque errático en las que tuvo para definir el pleito, como aquella que malograra de derecha, tras una enorme habilitación de primera de Peralta (mérito inicial de Morel, que propiciara una rápida contra, desde su arco), y que para "fortuna" del punta guaraní, el árbitro asistente atenuara el impacto de su remate débil e imperfecto, desde inmejorable posición, marcándole una posición adelantada inexistente.
En este punto, es indudable subrayar lo indispensable que resulta en este equipo, la gambeta "chueca" y vertical de Junior Mendieta, el único capaz de generar el desequilibrio imprescindible en los últimos metros, que luego pueda ser capitalizado por sus compañeros, ya sea en acción de juego o a través de la infinidad de pelotas paradas que generan sus intentos. Por desgracia, el joven procedente de la liga chajariense, deberá aprender a controlar sus impulsos y, tras "hacer calentar" a todas las defensas rivales, con sus enganches y lujos, no caer en su propio "juego" y terminar reaccionando, como frente a Defensores y Platense.
Porque se trata de un valor en alza, irreemplazable en este plantel del Gallo. Pero, al mismo tiempo, también es evidente que proceden de "pecados" de juventud, subsanables con el paso del tiempo, la experiencia y el consejo de los referentes de vestuario y el cuerpo técnico.
Sin ningún tipo de sobresaltos en su propia área, merced a la falta de ideas rival, pero fundamentalmente a la solvencia "monolítica" de los cuatro del fondo, Morón intentaría una y otra vez, sobre el arco de Rodrigo Lugo, sin demasiada claridad, pero con una constancia en la búsqueda que hubiese merecido un poco más, en especial por el dominio ejercido durante todo el segundo tiempo.
Y a poco estuvo de ganarlo en "el tiro del final", a falta de seis para el cierre del encuentro, cuando un buen centro de Carlos Ramos (reemplazo del lesionado Gásperi), hallaría la cabeza de Ariel Otermín, quien a poco estuviera de marcar su tercer tanto consecutivo, lo cual le hubiese otorgado un poco más de justicia al marcador, de un cero a cero definitivo, por el que Tristán no hizo nada y Morón acumuló los méritos suficientes para una victoria "por puntos, en fallo mayoritario".
Párrafo aparte para el coraje y el compromiso grupal demostrado por Carlos David Morel, quien luego del involuntario choque con Juan Cruz Careaga, se "bancara" los '90, con un condicionamiento físico visible y evidente, provocado por un traumatismo y un corte en su pierna, también consecuencia directa de aquella desgraciada acción del cuarto minuto de juego.
En definitiva, un punto de visitante que suma, y que prolonga un importante invicto de diez fechas, aunque desde lo futbolístico, deberán analizarse las razones de un primer tiempo muy pobre y, al mismo tiempo, intentar hallar soluciones y variantes ofensivas, que compensen y contrarresten la actual falta de profundidad en ataque, que en la tarde soleada y templada de Ezeiza, privaron al Gallo de otro triunfo más que posible.
Ahora, a visitar Maschwitz, con la fe intacta.
Y a renovar la "pólvora" y el "poder de fuego", de cara a las últimas diez "batallas", que nos separan del SUEÑO.
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Osvaldo Abades (h).
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