Ante la existencia de cualquier acto que revista interés público y, por ende, periodístico, resulta indudable y necesaria la concurrencia de dos tipos diferentes de enfoques, a la hora del análisis: por un lado, tendremos el hecho objetivo de la realidad, o el acto de interés público-periodístico en sí mismo, y por el otro, el "desagregado" analítico de las posibles razones, alcances y consecuencias del mismo, siempre desde la subjetividad humana inevitable de quien lo realiza.
De esta manera y sin ánimo de "clase magistral" alguna (aclaración ociosa y sin embargo válida, en presencia siempre de algunos "espíritus" susceptibles, más allá de los amigos lectores), el hecho objetivo de la realidad, dirá escuetamente que, este lunes por la tarde, en el Nuevo Francisco Urbano, el Deportivo Morón volvió a fallar en su intento de asegurarse su clasificación al torneo Reducido y, al mismo tiempo, hubo de defraudar una vez más las expectativas de su gente, tras empatar uno a uno con Flandria.
A pesar de haber tenido todo a su merced, en cierto momento del encuentro, para asegurarse los tres puntos en juego, como la ventaja a su favor (incluso sin merecerla, hasta ese momento, en el trámite del partido), y hasta contar con un jugador de más en el terreno, como para manejar los tiempos y especular con el nerviosismo rival, de no mediar otra vez (como la última vez en el Oeste, frente a Comunicaciones) una distracción colectiva inadmisible y terminar cediendo nuevamente dos puntos imprescindibles ante el "Canario", que lo hubiesen "metido de lleno" en la lucha por el segundo ascenso, a falta de dos fechas, y a pesar de haber jugado un muy pobre cotejo, ante un rival que hace ya largo tiempo que no pelea nada en el campeonato, a diferencia de Colegiales (descenso) y Brown de Adrogué (ascenso directo), nuestros dos próximos rivales antes del cierre.
Al mismo tiempo, la misma crónica superficial del empate con sabor a derrota, frente a los de Jáuregui, tampoco debería obviar la preocupación ante la repetición de otra actuación para un rápido y piadoso olvido, con rendimientos decepcionantes en todas sus líneas, en lo individual y colectivo, al punto de propiciar el dominio territorial y en el juego, de un equipo francamente limitado como el "Canario", y que sin embargo, habría de dominar al Gallo y generar los mejores "encuentros" y mejores desequilibrios, en especial durante el primer tiempo, y más aún, con un hombre menos, siempre se "sentiría" capaz (y lo transmitiría con claridad al "afuera") y con mejores armas para intentar ganar el partido.
Claro que, ese "rápido y piadoso olvido" del que hablábamos líneas arribas, hoy resulta imposible de aplicar en la práctica, para retemplar momentáneamente el ánimo del atribulado hincha del Gallito, que por estos días se plantea con amarga insistencia, si será por injusto designio divino u obra de algún karma antipático y repetido, que ante todo final de campeonato el rendimiento del equipo habrá de volver a "deshilacharse" inexorablemente, fecha tras fecha, hasta llegar a una eventual clasificación con posibilidades reales de ascenso, franca y decididamente "reducidas" al mínimo.
Y es allí, puntualmente, donde el relevo del hecho objetivo de la realidad, debe dar necesario paso a un tipo de análisis más pormenorizado, capaz de "bucear" un poco más allá de las "apariencias", e indagar en las posibles razones de un bajón notoriamente pronunciado, a falta de tan poco para alcanzar el ansiado primer objetivo de conjunto.
En este punto, resulta imposible de soslayar, la prevalencia y persistencia a lo largo del tiempo, de un elemento sustancial a la hora de un análisis "completo": y es aquél que, devenido del más elemental sentido común, advierte que resultará siempre complicado, por no decir imposible, pretender de manera sensata, que un grupo de "trabajadores" del gremio del futbolista, puedan acceder a logros trascendentes en su trabajo, mientras se le adeuden cuatro meses completos de sueldo.
Y no precisamente, por las razones que más de uno intuirá, en su enojo o desconfianza del momento, propia de poner en "tela de juicio" la honorabilidad y hombría de bien de un grupo de jugadores profesionales, que de haber querido "ir a menos" por la falta alarmante y repetida de pago, podrían haberlo hecho en cualquier otro momento, e incluso durante la totalidad del actual torneo, considerando que jamás, en toda la actual temporada, ese mismo conjunto de trabajadores del fútbol, hubieron de cobrar tan sólo un mes de sueldo, en su totalidad y en efectivo.
Por el contrario, en todo este proceso traumático de "empleo", poco feliz y por momentos hasta "tortuoso" para los involucrados y sus familias, en medio de una relación de confianza mutua desgastada y virtualmente fracturada por un incumplimiento reiterado hasta el hartazgo, este plantel ha visto pasar un auténtico "festival" de valores monetarios aplazados a futuro (llámese, cheques con fecha de pago diferida, algunos a varios meses mediante), así como la reiteración sistémica de promesas de pago, tan inciertas como el futuro global de la actual deuda.
Y sin embargo, en ese mismo lapso, y mientras muchos integrantes de este plantel, en absoluto silencio y apostando siempre al diálogo de partes (más allá de una única jornada de "huelga", en todo un año), han soportado infinidad de complicaciones domésticas, y han tenido que recurrir a familiares o amigos para cancelar obligaciones económicas elementales (e incluso a "usureros" particulares, con tal de "hacerse de efectivo fresco", mediante la entrega de cheques posdatados, a cambio de una "comisión" igualmente usuraria), han sido los responsables dentro de la cancha, de sostener un invicto de once partidos, como hacía una década no se registraba en el club, además de ganar clásicos y justificar muchos triunfos, más allá de sus limitaciones, dejando al equipo a las puertas de un quinto puesto, en claras muestras de profesionalismo, respeto por la institución y genuina nobleza.
Como sea, y más allá de exigencias futbolísticas puntuales, potenciadas por más de veinticinco años de frustraciones compartidas, entre las decepciones lógicas y repetidas del hincha, se "filtran" razones humanas de innegable influencia negativa, pero por obra del desgaste acumulado y la desmotivación deportiva y jamás por "malas artes".
Es decir, la sutil y trascendente diferencia, entre un simple empate con sabor a derrota con Flandria, y la relación de confianza mutua quebrada, dentro de un vínculo laboral lamentable, que por muchos momentos, tuvo más de "engaño" repetido que de "compromiso" asumido.
Y así es muy difícil.
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Osvaldo Abades (h).
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