domingo, 8 de noviembre de 2015

Ganó Morón y canceló su "deuda interna", dentro de la cancha. Ahora le toca a la dirigencia...

Ya desde el análisis previo, podía intuírse la importancia preponderante de la visita de Morón a Munro, no sólo desde lo formal y elemental, es decir, para intentar "abrochar" (de una buena vez), esa clasificación definitiva al Reducido, que parecía tan esquiva y que se había negado por errores propios, en dos oportunidades inmejorables, ante Comunicaciones, primero, y Flandria, más tarde, ambos en el Oeste y con trámites de partido casi "calcados", a pedir de las necesidades del Gallo.

Del mismo modo, también asomaba como una "prueba de carácter" tal vez decisiva, por múltiples razones futbolísticas y del "afuera", teniendo en cuenta, por una parte, el bajón pronunciado que evidenció el equipo de Blas Giunta, desde el final de aquella serie invicta de once encuentros consecutivos, dudas reflotadas en los últimos siete partidos (de los cuales, había ganado sólo uno y en tiempo cumplido, frente a Almagro) y que habrían de ponerse a prueba, nada menos que en un reducto históricamente incómodo, potenciado además por las urgencias matemáticas de un Colegiales, "trabado" en lucha centésima a centésima, en procura de mantener la categoría.

Por otra parte, y hacia ambos lados de la línea de cal, seguramente este plantel necesitaba reivindicarse y demostrar una vez más, como tantas veces a lo largo del presente año, que los eventuales triunfos, empates y derrotas, así como los vaivenes de rendimiento durante el campeonato, nada tuvieron que ver con el estado de crisis económico-financiera que atraviesa la institución y que, por estos últimos tiempos, hubo de agravarse de manera injustificable, con demasiadas "falsas promesas" y muy pocas evidencias "contantes y sonantes", del pago de cuatro meses y medio de sueldos atrasados.

Y sin embargo, en el cotejo más "chivo" de los últimos cuatro o cinco disputados, y en presencia del estado de orfandad dirigencial más grande, en materia de soluciones "efectivas", el equipo de Blas Armando Giunta sacó a relucir un "orgullo" de conjunto, con mucho de dignidad compartida y nobleza profesional y deportiva, para doblegar con justicia a un rival complicadísimo y en una situación futbolística límite, para sellar su clasificación al venidero Reducido y mantenerse "aferrado" a ese quinto puesto que, en cuartos de final del petit torneo por el segundo ascenso, implica la ventaja deportiva de jugar frente a su público (y NO así la de acceder también a semifinales, con sólo un empate, de acuerdo a una modificación al reglamento del torneo, emitida 22 días más tarde de su publicación oficial, y que pasara inadvertida para todos los protagonistas e involucrados, incluidos los propios periodistas... Mea culpa mediante).

Porque Morón fue elaborando de a poco, un triunfo tan importante como merecido, ante un Colegiales que por imperio de sus necesidades extremas y las facilidades conocidas de un terreno de juego diminuto, sólo pudo "arrinconar" al Gallito por escasos minutos, al comienzo de ambas etapas, para luego verse dominado en territorio y juego, por una visita ordenada, compacta y sólida desde su defensa.

En efecto, y contrariamente a lo ocurrido en partidos anteriores, el Gallo volvería a exhibir una última línea prácticamente infranqueable, con un gran rendimiento de los cuatro "del fondo", pero en particular de sus laterales, destacándose la saludable vuelta de Carlos Ramos por derecha, y fundamentalmente, otra actuación sobresaliente de Cristian Broggi, que aún con el perfil cambiado, se ha convertido en un valor insustituible y versátil, para el esquema defensivo de Giunta.

Mientras tanto, en el mediocampo, el regreso de Damián Toledo (expulsado en el descuento, por doble amonestación) a su posición original, como "patrón" del círculo central, le devolvería a Deportivo Morón ese control y predominio del sector, que había perdido notoriamente desde el encuentro con Fénix, en adelante, bien secundado por Mauro Montenegro, de importante despliegue y relevancia en los relevos, sumados al sacrificio y prodigalidad de siempre, de Cristian Yassogna, autor del gol del triunfo, a los '37 del primer tiempo, ingresando por sorpresa, por el segundo palo de una defensa "Tricolor", "entretenida y encandilada" por la jugada previa al centro, gestada por Leonel Altobelli, sobre el lateral izquierdo.

Con un Carlos Morel inseguro en los primeros envíos aéreos, y más tarde consolidado para "repeler" cualquier "fuego" adversario (salvo en una, en el segundo tiempo, que contaría con la "ayuda" inestimable del poste izquierdo), en ofensiva, con una mínima recuperación de Leonel Altobelli alcanzaría para mantener "ocupados y preocupados" a los defensores locales, con la buena noticia extra del regreso de Junior Leandro Mendieta, durante algunos minutos del complemento, aunque visiblemente disminuido, tras su lesión ligamentaria de rodilla.

En definitiva, y con el pitazo final de un correcto Martín Gonaldi, y la victoria final de Morón por uno a cero, frente a Colegiales en Munro, el Gallo dentro de la cancha "sacaría pecho", haciéndose cargo de su "deuda interna", en su "prueba de fuego" futbolística.

Ahora resta que, en la semana venidera, la dirigencia "recoja el guante" y se haga cargo efectivamente de la suya (de su "prueba de fuego" dirigencial), para cancelar también su "deuda institucional" con el plantel y cuerpo técnico.

Mezcla de obligación laboral, sin dudas..., pero también de justo reconocimiento.

Y no más excusas.


Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.



                         Foto: gentileza, Osvaldo Abades (h).

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