Así como en el ámbito del fútbol, suele decirse a menudo que, el "humor" del hincha o la valoración de una gestión directiva, depende de "si la pelotita entra o no en el arco" (en la mayoría de los casos, utilizada como "frase de cabecera", a la hora de las justificaciones y excusas de compromiso), desde el resonante triunfo y campeonato incluido del Voley del Gallo (a quienes saludamos desde estas líneas, por el logro sin precedentes obtenido en las últimas horas), debería incorporarse el concepto antagónico de "si la pelotita pica en el campo contrario, es el resultado de un proyecto serio y bien diseñado".
En efecto, el ascenso y vuelta olímpica de los "Gigantes del Gallo", al acceder a la máxima instancia competitiva del Voley nacional, no hace otra cosa que dejar en cruel evidencia, cual auténtica "mosca blanca con plumas", las siderales diferencias que lo alejan "para bien", de su "pariente" fundacional, el fútbol profesional, en términos de génesis de proyecto, administración de recursos y proyección de metas deportivas a corto y mediano plazo.
Dentro de un club en continua convivencia con la crisis, sin logros deportivos para exhibir (fuera del Voley, claro está) y sin acciones institucionales para subrayar, más allá del pago parcial de $ 3.000 a los empleados del club, a cuenta de un mes de febrero abonado por la mitad, al que se le suma la totalidad de marzo, entre trabajadores cuyos sueldos oscilan los $ 10.000 mensuales, el Voley del Deportivo Morón aflora como el máximo motivo de orgullo "patrimonial", entre la desazón de una nueva ilusión futbolística trunca, la certidumbre de otro plantel que no conocerá lo que es cobrar un mes de haberes a tiempo y en un solo pago, y la incertidumbre de un futuro institucional atado a un año electoral, cargado de "chicanas" y agresiones gratuitas, mientras se especula con un cronograma de tiempos "estirado" hasta lo inconveniente, como quien "bicicletea" el vencimiento de la factura de luz o el resumen de la tarjeta de crédito.
Y es que el Voley del Gallo fue concebido de otra manera, con criterios de razonabilidad y previsibilidad ausentes en el fútbol profesional del Deportivo Morón, en casi tres décadas, tanto es así, que en dicha actividad los presupuestos se han hecho para cumplirse a rajatabla, y no por eso depreciar la calidad y cantidad del logro deportivo resultante, como quedara evidenciado en menos de un lustro de actividad voleybolística en la institución.
En este sentido, dista tanto la concepción estratégica dirigencial en uno y otro, que mientras en el Voley se contrata de acuerdo y con sujeción estricta a dicho presupuesto, y toda vez determinada la fuente de ingresos real necesaria para solventar su erogación mes a mes, en el fútbol profesional, por el contrario, primero se contrata al refuerzo en cuestión, y más tarde se intenta conseguir el sponsor que lo "pague", no siempre con el suficiente tiempo o paciencia en la búsqueda.
Asimismo, y mientras en el Voley de Morón se proyectan costos y metas competitivas a corto y mediano plazo, dándole la suficiente contención y continuidad a los procesos deportivos en marcha, en el fútbol profesional el concepto de "proyecto" no ha existido nunca, respondiendo siempre espamódica y erráticamente a aquella referida frase de "la pelotita en el arco" contrario, para justificar contratos irracionales e impagables, presupuestos altísimos e inicios y finales de "ciclos", sujetos siempre a malas elecciones iniciales y por consiguiente, a peores resultados futbolísticos.
En definitiva, y dentro de un club con pocas razones objetivas (competitivas e institucionales) para ufanarse y alegrarse, por fuera de los discursos de campaña (desembozados o encubiertos), más allá del orgullo que implica siempre, para cada uno de nosotros y ante cualquier circunstancia de la vida, el simple y maravilloso hecho de ser hinchas del Deportivo Morón, el Voley del Gallo constituye esa "mosca blanca emplumada" o ese espejo incómodo que nos devuelve la imagen de aquello que pudimos y debimos ser, y sin embargo jamás fuimos, en términos de gestión y administración institucionales y, por consiguiente, de éxito deportivo, en el marco de un club sin rumbo fijo ni "proyecto" alguno.
Ojalá, algún día, aprendamos de nuestros escasos procesos virtuosos, o de lo contrario, deberemos continuar en el "purgatorio" conocido y previsible, de los errores repetidos y los fracasos "in limine" (o "mal paridos" desde el comienzo).
Salud al Voley del Gallo... En el más amplio sentido del término "salud".
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Osvaldo Abades (h).
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