En la noche del viernes, en uno de los tres cotejos de apertura de la fecha 15 de la "B" Nacional, en el "Estadio Bautista Gargantini", el Deportivo Morón se aprovechó del mal momento de Independiente Rivadavia, sin triunfos en 2018 y "hundido" en la tabla de los promedios, entre los seis equipos que hoy estarían perdiendo la categoría, para traerse un triunfazo de Mendoza, y tres puntos trascendentales en su lucha por la permanencia, ante un rival directo como "La Lepra" mendocina, con el golazo de un Nicolás Ramírez que volvió a ser el de antes, el desequilibrante y "revulsivo" en ofensiva, que supiera arrancarnos los mejores aplausos en la segunda mitad del último campeonato en la "B" Metro, el de la máxima alegría en casi 30 años.
Corría el minuto 19 del segundo tiempo, e ingresado 120 segundos antes por Rodrigo Díaz, luego de una gran habilitación de Emmanuel Giménez por izquierda, de esos pases gol que sólo los que tienen la "cancha en la cabeza" y "ojos en la nuca" pueden ofrecer, le permitiría a "Nico" Ramírez encarar sólo por la banda, en diagonal hacia el medio, para ante la salida de Cristian Aracena, definir con calidad hacia el palo zurdo del arquero, a media altura, abriendo el botín derecho para alejar la pelota de sus guantes e instalarla definitivamente en el fondo de la red local.
Golazo y delirio en el puñado de jugadores apretados en un abrazo interminable y el banco de los suplentes, permitiéndose además una exhalación profunda de alivio, en presencia de un desarrollo que hasta ese momento, el Gallo lo estaba realmente padeciendo, con especial hincapié en el primer tiempo y el primer cuarto de hora del complemento.
En efecto, la igualdad en cero con que ambos conjuntos se retiraran al entretiempo, y permaneciera inalterable hasta el "mágico" minuto 19 del segundo tiempo, podía sostenerse argumentalmente en las "manos" siempre seguras de Milton Alvarez, de enorme partido, en particular en los primeros '45, y también en la falta de efectividad de los delanteros rivales, puesto que Independiente Rivadavia, a caballo de su necesidad numérica y la exigencia de su público, había sido francamente superior al Gallo y le había generado unas cuantas situaciones de gol, constituyendo aquél empate parcial, un "premio" en sí mismo para un Morón, que no pudo controlar en ese lapso el desarrollo del partido y se vio desbordado en más de una ocasión, en especial por los laterales, donde el fútbol del local se haría fuerte, pero más fuerte resultaría la figura gigantesca del "1" de la visita.
Resueltos a ganar un partido determinante para la lucha por la permanencia, al igual que para el Deportivo Morón, pero con más exigencia por tratarse de su "casa" y de la magra cosecha en 2018, con el empate uno a uno, en el mismo escenario ante All Boys, y la derrota 3 a 1 ante Mitre en Santiago del Estero, desde el pitazo inicial de Luis Alvarez, Independiente Rivadavia saldría a imponer condiciones y a apretar al Gallito en todos los sectores del campo de juego, para monopolizar la tenencia del balón y recuperarla rápidamente, cuando la misma pasara del lado de Morón, cortándole los habituales circuitos futbolísticos, de un Deportivo Morón que dispuesto en principio a jugarle de igual a igual a "La Lepra", con el correr de los minutos debió resignar esa sana intención de protagonismo para sostener el cero bien cerca de Milton.
Pasando momentos de mucho zozobra, en especial por los laterales, donde el local buscaría abrir la cancha, para luego complicar con sus centros al "corazón" del área visitante, recién sobre los '35 de la primera etapa, mitad por el cansancio lógico del desgaste ejercido en un pressing asfixiante en todo el terreno, por parte del local, y por cierto ajuste en el sistema de juego de "emergencia", puesto en práctica por el visitante, ante la imposibilidad de manejar la pelota e imponer condiciones, la primera etapa habría de agotarse con un cero que resultaba poco para el local, y que le daba una "vida" extra al Gallito, en un segundo tiempo donde debería revisar varios rendimientos, habiéndola sacado realmente "barata" en el resultado parcial.
Con Emmanuel Giménez por Cristian Lillo, en el medio, procurando un poco más de compañía creativa para el "Rengo" Díaz, y el debut desde el inicio de Facundo Pumpido, por un Javier Rossi que debió quedarse en Morón, para no forzar una rodilla ya maltrecha, en aquella primera etapa de desborde rival y Milton Alvarez, el Gallo carecería de fútbol, porque jamás pudo adueñarse de la pelota y menos darle un destino cierto, y consecuentemente, tampoco habría de generarle preocupación ofensiva alguna a la última línea local, a pesar que el propio Pumpido (de interesante presentación) ganaría absolutamente todo de arriba, aunque sin receptores próximos para la descarga, debatiéndose solo contra toda la defensa local, más allá del acompañamiento de Mauricio Alonso, nuevamente de buen rendimiento, pese a que en reiteradas ocasiones debiera resignar su rol ofensivo, para colaborar con un mediocampo y una defensa de Morón que la estaban pasando realmente mal.
En el complemento, el asedio del local se replicaría durante los primeros '15, con el mismo método del desborde por los laterales, en especial el derecho del ataque "Leproso", aunque sin la intensidad ni la peligrosidad del primer tiempo, más allá de un par de rechazos "in extremis" de Sebastián Martínez Aguirre y la solvencia de Milton Alvarez cada vez que fuera requerido.
Al igual que ocurriese en la etapa inicial, la seguridad del arquero del Gallo y la falta de efectividad en la supremacía local, harían lentamente que la visita comenzara a emparejar las acciones, o por lo menos a no sufrir tanto el desarrollo del encuentro, hasta que a los '17 del complemento, Nicolás Ramírez reemplazara a Rodrigo Díaz, y sólo un minuto más tarde, la visita generara la única de peligro hasta ese momento, con un ingreso del propio Ramírez por izquierda, cuyo centro con destino al botín derecho de Facundo Pumpido, resultaría desviado con lo justo al tiro del esquina.
"Deja vú" o "liga", un minuto más tarde de aquella primera aproximación con peligro de Morón, en todo el partido, habría de repetirse de forma casi idéntica, para que otro buen y veloz ingreso de Nicolás Ramírez por el carril zurdo, terminara con el balón dentro del arco y la boca llena de gol en todo Morón, dentro y fuera del rectángulo, en Mendoza o a la distancia.
A partir de ese momento, Independiente Rivadavia acusaría recibo del "mazazo" en propio casa, y presionado por la impaciencia de su público, harían que perdiera paulatinamente el buen andar del primer tiempo y, más allá de algún "susto", bien cubierto por Milton, permitirle al Gallo por primera vez en el partido, disputarle el control de las acciones y hasta generarle alguna nueva situación de riesgo ante el arco de Cristian Aracena.
El pitazo final de Luis Alvarez, quien alternaría buenas y no tan buenas, desataría el festejo de la visita, más allá de una pequeña escaramuza en el cierre, más propia de la impotencia local que de una acción violenta o desleal de juego.
"Primero hay que saber sufrir"..., reza el inolvidable "Naranjo en flor", de los geniales Homero y Virgilio Expósito, y Morón lo supo sufrir, para luego controlarlo y con algo de fortuna, y otro poco de acierto táctico y del oportunismo siempre necesario, llevarse un triunfo trascendental de Mendoza, para sumar 22 unidades y quedar a diez del objetivo máximo, mientras comienza a soñar "despacito y por las piedras" con ese séptimo lugar en la tabla de posiciones, que hoy por hoy lo depositan en zona de Reducido, por la ilusión adicional de Superliga.
Ganó el Gallo un partido "chivísimo", ante un rival directo por la permanencia, en el interior del país, por primera vez en el presente campeonato, y luego de muchísimos años.
De merecimientos futbolísticos, hablamos otro día. Hoy es tiempo de festejo.
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