sábado, 6 de octubre de 2018

Al Gallo le sienta bien la "Soja"

Es un hecho: al Gallo le sienta bien la "Soja".

Lejos de tratarse de un Morón "macrobiótico", "vegano" o "naturista", en sus dos temporadas en la Primera "B" Nacional, luego de su demorado regreso a la categoría, tras 17 interminables años de ausencia no deseada, cada vez que el Gallo debió sumar de a tres, en el marco de una racha negativa, sus laboriosas y festejadas victorias ante Agropecuario, en el Nuevo Francisco Urbano, le permitirían recuperar la confianza y el fútbol extraviados, para mejorar a partir de los resultados, su imagen general en el campeonato.

Por lo menos, eso habría de ocurrir en la temporada 2017/2018, cuando el 2 a 1 en el Oeste, con los goles de Cristian Lillo y Maximiliano Brito (a la postre, el único tanto que convertiría con la camiseta de Morón, en sus seis meses en el club), le renovaran a un Gallo exitoso en "Copa Argentina", pero errático en aquél torneo regular de impiadosos seis descensos, el "crédito" suficiente para encarar el resto del certamen de la mejor manera, algo que intuimos y deseamos, vuelva a ocurrir desde este viernes 5 del corriente en adelante, en la actual campaña 2018/2019.

En efecto, el Gallo llegaba al compromiso con el equipo de Sebastián Saja, con la premisa impostergable de una victoria imprescindible, para recuperar la confianza en un plantel que, a priori, había ilusionado con objetivos trascendentes, pero que al cabo de cuatro jornadas y tan sólo dos puntos, sobre doce posibles, con un único tanto a favor, y tres consecutivos sin "gritos", había confundido a propios y extraños, e inquietado hacia dentro y fuera del campo de juego, en medio de una "usina" de rumores sobre el futuro inmediato del cuerpo técnico más exitoso en los últimos treinta años, así como el malestar de los jugadores, por las críticas recibidas y hasta con algún allegado al presidente, ante el trascendido hecho público, nada casual por cierto, del pedido de premios y otras cuestiones de habitual negociación interna y, como tales, de saludable mantenimiento entre "cuatro paredes".

Ya en el plano futbolístico y con el regreso del público al Nuevo Francisco Urbano, a pesar de la prolongación de una "sanción" velada y no declarada, al imponer un partido en viernes, a las 16.30, el equipo de Walter Otta, con la vuelta de Gastón González como único volante de contención, y la inclusión de Gerardo Martínez, para acompañar a Román Martínez, en la generación de juego, de un Gallo carente del mismo, hasta el momento, las necesidades del local lo llevarían lógicamente a asumir un protagonismo necesario, que iría consolidando y profundizando con el correr de aquellos primeros minutos.

Así las cosas, con una defensa más compacta y sólida, a partir de la recuperación de Sebastián Martínez, más cercano al nivel que acostumbrara en el torneo pasado, y con el cambio táctico de Juan Celaya (de buen partido en su primera experiencia oficial con la casaca del Gallito), en lugar de Nicolás Martínez, a fin de ganar mayor presencia en el juego aéreo, Morón iría mostrando su mejor versión en lo que va de la actual temporada (a excepción, quizás, de los primeros '30 del debut, en Santiago del Estero), merced a un buen partido del referido Gastón González y, fundamentalmente, a la eficiente labor de Gerardo Martínez, quien con la "cinco" en su dorsal, habría de "cargarse al hombro" las necesidades futbolísticas del Deportivo Morón, hasta erigirse en el factor de desequilibrio ofensivo del local.

De esta manera, y a partir de los envíos aéreos de Gerardo, el Gallo comenzaría a "desnudar" las vulnerabilidades defensivas de Agropecuario, generándole tres o cuatro situaciones claras de gol, como aquella media vuelta de Sebastián Martínez, en el área grande, que sólo una respuesta providencial y una reacción magnífica, de un arquero de primera, como Emanuel Trípodi, habrían de negarle a Morón, un desnivel que mereciera largamente en aquella primera etapa.

A pesar de adolecer de precisión en la "puntada final", como le ocurriese en los encuentros precedentes, y más allá del gol bien anulado a Román Martínez, por una posición adelantada muy, pero muy "fina", aunque off side al fin, el Gallo se encaminaba a un injusto 0 a 0 parcial, puesto que había sido mucho más que su rival, hasta que a falta de un minuto para el cierre de la etapa, y para este Gallo de "mano cambiada" en el presente torneo, el destino y una mala decisión personal, habrían de agregarle nuevos contratiempos a las "pruebas de carácter" por vencer: en una contra encabezada por Cristian Barinaga, el factor de mayor desequilibrio ofensivo visitante, Julio Salvá habría de salir apresurada e imprudentemente fuera de su área, para cortar con una infracción grosera una acción de peligro, pero no necesariamente manifiesta de gol, que determinaría su acertada expulsión y el ingreso del debutante Bruno Galván (por Gerardo Martínez, el mejor de los primeros '45).

Ya en el complemento, Agropecuario intentaría sacar rápido provecho del "golpe anímico" local, más allá de la ventaja numérica del hombre de más, pasando a asumir el protagonismo y el contralor del balón en mitad de cancha, e insistiendo sobre el área de Morón, con centros bien resueltos por Sebastián Martínez y Emiliano Mayola, así como la cuota de seguridad creciente de un Galván, de muy buena "presentación en sociedad" con el "buzo" de arquero del Gallo.

En la visita, Sebastián Saja apostaría a llevarse "todo" del Oeste, con los ingresos de Juan Manuel Martínez y Gonzalo Klusener, con un "Burrito" que lograría desnivelar a la defensa del Gallito en un par de ocasiones, una de ellas, "repelida" de manera magistral por Bruno Galván, en un "mano a mano" dentro del área, que bien podría haber sentenciado la historia para la visita, a pesar de la injusticia que hubiese significado en el desarrollo global de los '90.

La inoperancia ofensiva de los de Carlos Casares, sumado al ingreso de Cristian Lillo, en lugar de Gastón González, volverían a inclinar la "balanza" para el lado del local, que renovaría sus ambiciones con el primer pase ofensivo de Román Martínez (de buen segundo tiempo) y las corridas de Junior Mendieta y Facundo Pumpido, éste último, llevándose la peor parte, "fajándose" sin tregua con Ezequiel Parnisari y Federico Rosso, ásperos zagueros del "Sojero".

Sobre los '30 del segundo tiempo, y cuando el partido parecía encaminarse nuevamente a un empate en cero, como en el último antecedente en el Oeste, frente a Gimnasia de Mendoza, un pelotazo largo de Maximiliano Paredes encontraría la cabeza de Junior Mendieta, sobre la izquierda del ataque del Gallo, "testazo" preciso que habilitaría la corrida por derecha de Facundo Pumpido, quien al ingresar al área y antes del cierre desesperado del defensor, lograría vulnerar la (hasta allí) infranqueable figura de Trípodi, y con un derechazo rasante, potente y bajo, impulsarla bien pegada al palo zurdo visitante, para desatar el delirio dentro de la cancha y el desahogo tan esperado, de la "línea de cal" hacia afuera.  

No sin sufrimiento, como resulta ya habitual, tratándose del Deportivo Morón, el equipo de Walter Otta resistía los quince finales, más el descuento, con Nicolás Martínez en cancha, en lugar de un extenuado Nicolás Ramírez, contado con un par de ocasiones más para ampliar el marcador, la primera en los pies de Mendieta y la segunda, en el agregado, nuevamente en un Pumpido agotado y virtualmente acalambrado, por el esfuerzo de '45 con un hombre de menos.

En definitiva, y con el pitazo final de Pablo Díaz, de correcto arbitraje, el Morón de Walter Otta recuperaría la sonrisa, con su primer y festejado triunfo en el campeonato.

Merecido, trabajado y sufrido..., al Gallo, sin dudas, le sienta muy bien la "Soja" de Carlos Casares.



@elgallogustavo.



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