viernes, 12 de octubre de 2018

"Seguir viviendo sin Román..."

Luego del primer triunfo en el campeonato, laborioso, sufrido y necesario, ante Agropecuario en el Nuevo Francisco Urbano, con Villa Dálmine en el horizonte más cercano, este sábado desde las 15:30, en el postergado de la quinta fecha, la semana laboral que toca a su fin, parecía a priori la primera "tranquila", para el plantel y cuerpo técnico, tras el desahogo festejado del último viernes, y con la chance de planificar los próximos compromisos, también por vez primera en el actual torneo, con la cuota de calma necesaria que otorgan los tres puntos.

Sin embargo, lejos de constituir una semana de sosiego, con la mente puesta exclusivamente en prolongar el envión anímico de la victoria ante los de Carlos Casares, en la siempre riesgosa visita a Campana, el "patio trasero" de Walter Otta, el conflicto insospechado que "estallaría" entre Román Martínez y la dirigencia, habría de recordarnos, una vez más, que en Morón la "tranquilidad" es un bien tan escaso como efímero.

En efecto, desde la primera ausencia de Román Martínez, a una práctica, el martes pasado, habrían de multiplicarse las versiones y los trascendidos, tal y como suele suceder en estos casos, aunque lo cierto es que, al final de la presente semana, Román habría de ausentarse de martes a viernes, de manera consecutiva, más allá de un paso de "civil", para compartir un asado con sus compañeros y, de alguna manera, contarles de primera mano lo que estaba viviendo, en su regreso al club que lo viera nacer como profesional y en cierta manera, también en lo personal.

Por desgracia, en las últimas horas, el regreso tan esperado del "hijo pródigo", habría seguramente de convertirse en una "pesadilla" para algunos de los protagonistas, ante el asombro del que aún nos cuesta reaccionar, a prensa partidaria, socios e hinchas, ante un "idilio" que parecía imposible de afectar y que, sin embargo, hoy se halla resquebrajado y en medio de una encrucijada legal, difícil de encaminar y mucho menos de "digerir".

En estas cuestiones contractuales, tan privadas y sensibles, donde cada parte defiende sus legítimos derechos, con argumentos legales válidos de ambos lados, hoy los caminos de uno y otro, esto es, de Román Martínez y el Deportivo Morón, parecen tomar destinos divergentes y con cada minuto de "no diálogo" que se agrega, las partes tienden a "radicalizarse" y el diálogo asoma tan lejano como utópico cualquier entendimiento.

Sin entrar en demasiados detalles, no por mala voluntad periodística, sino por respeto a las partes involucradas y a la privacidad del acuerdo suscripto entre ambos, cuando el "amor" recíproco parecía indestructible, una diferencia tal vez no zanjada a tiempo, respecto de un contrato abonado en "castellano", pero cuyos valores referenciales remiten a una moneda extranjera, de aumento exponencial en los últimos tiempos, terminaría por crispar los ánimos entre un "empleado" que sin dudas ama al club, pero reclama un ajuste ante la "estampida" cambiaria (algo previsto en el propio vínculo contractual, que ya establecía una suerte de "banda de flotación" del dólar, con valores mínimos y máximos, estos últimos lejos del "techo" que tocara en bancos y "cuevas", no hace mucho) y por el otro, una institución imposibilitada de hacerse cargo de esa diferencia, por lógica que resulte, en el marco de un contrato que constituye, de por sí, un compromiso oneroso para las posibilidades de pago del club, y que más allá de las condiciones profesionales de excepción del jugador, tal vez el mayor error haya sido firmar algo complicado a imposible de cumplir.

Como sea, y luego de cuatro días de ausencia injustificada (desde lo formal y legal), a una de las responsabilidades contractuales del "agente" empleado, es decir, a su tarea habitual de entrenar, y con el telón de fondo de la intervención, en las últimas horas, de Futbolistas Argentinos Agremiados, a través de la figura de su propio secretario general, el siempre controvertido Sergio Marchi, con el tono conminatorio y casi de "apriete" que lo suele caracterizar, salvo a la hora de dar referencias concretar del destino de los fondos sindicales en la "Fundación El Futbolista", en la jornada de este viernes el "empleador" habría de intimar, vía carta documento, al jugador, conminándolo a responder en el plazo máximo de 24 horas, las razones que motivaran sus reiteradas ausencias y a reintegrarse en igual término a sus funciones, so pena de declarar "extinguido" el vínculo contractual vigente entre las partes, haciéndolo legalmente responsable de tal rescisión al "empleado", reservándose la institución la posibilidad de acciones judiciales ulteriores, por daños y perjuicios ante la inobservancia contractual y el virtual abandono unilateral de tareas.

Así las cosas, y mientras este sábado, desde las 15:30, el Gallo deberá afrontar un compromiso siempre exigente, ante Villa Dálmine en Campana, en cotejo postergado correspondiente a la quinta fecha del Torneo de la Primera "B" Nacional, temporada 2018/2019, sin televisación de aire y con Yamil Possi como árbitro principal, Maximiliano Castelli y Rubén Bustos como asistentes, y Jorge Sosa en rol de cuarto árbitro, en medio de una semana que podría haber sido de "calma" y que, por el contrario, tal como estamos (mal) acostumbrados en el Deportivo Morón, lejos terminaría de constituir el escenario ideal tras el primer triunfo en el campeonato., en definitiva, de aquí en adelante, el Gallo deberá comenzar a acostumbrarse...

... a "seguir viviendo sin Román".


@elgallogustavo.



2 comentarios:

  1. El amor a la camiseta quedò allà lejos en el olvido. Cualquier jugador del Nacional B y hasta muchos de Superliga saben que en Argentina un contrato en dolares es una utopìa.Solo sirve para asegurarse cobrar sin perder valor adquisitivo. No hay que olvidarse que todos los que trabajamos o vivimos de una jubilaciòn (mayorìa absoluta) cobra en pesos y siempre pierde. Creo en una culpa compartida entre jugador y dirigencia,uno por pedir lo imposible y el otro por otorgarlo.La vida del querido Gallo sigue y serà un error màs de creer que todavìa se juega por la camiseta.

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