Era sabido que Quilmes frente al Deportivo Morón se jugaba buena parte de su "suerte" de permanencia en la categoría, puesto que un triunfo del Gallo lo colocaba a un paso de su segundo descenso consecutivo.
Era sabido que para el mismo "Cervecero" era una auténtica final, que no podía darse el lujo de perder, como ocurriera en el mismo "Estadio Centenario", jornadas atrás, frente a Ferro, All Boys ó Independiente Rivadavia de Mendoza.
Era sabido que el equipo de Mario Sciacqua debía ganar a cualquier precio, teniendo en cuenta que todavía debe quedar libre (nada menos que la 25° y última fecha) y más aún a partir del episodio de violencia acaecido en los días previos al cotejo con el Gallo, cuando un grupo de barras irrumpieran en el entrenamiento "quilmeño" y "apretaran" al primer equipo, en especial a Miguel Caneo, un histórico y verdadero "emblema" de Quilmes, durante los distintos procesos que el "Cervecero" viviese en los años precedentes, en la "bonanza" económica y deportiva de un plantel en Primera y de estrechos lazos con el poder político de turno (dentro y fuera del ámbito de la AFA) y en la actualidad de una crisis económica pavorosa, casi terminal, consecuencia del "saqueo" y despilfarro financiero que esos mismos "contactos" de alto rango gubernamental (alguno hasta habría de presidir, en los hechos, la institución del Sur), dejaran a su paso como el "reguero del pólvora" de la improvisación, la impunidad y la soberbia del poder político (y económico, por lógica) puesto a "conducir" los destinos de una institución deportiva centenaria (algo que, los propios hinchas de Morón conocimos y sufrimos en "carne propia" y "en primera persona", en el pasado reciente, y de cuyos desatinos imperdonables aún pagamos cuantiosas deudas económicas e institucionales).
En definitiva, insistimos y por todo lo expuesto, era sabido que Quilmes debía ganar como fuera.
Lo que no era sabido, aunque sí imaginable, que en algún punto, aquellas "influencias" del pasado podrían "intervenir" para garantizar un triunfo tan necesario, y vivido con tanto dramatismo, como pocas veces antes en la historia reciente del "Cervecero", a partir de la participación decisiva de alguno de los "actores" determinantes en el campo de juego del "Estadio Centenario, Ciudad de Quilmes".
Y es allí donde aparecería en escena Héctor Paletta, árbitro del encuentro y a la postre, factor fundamental del "triunfo" polémico, cuestionable y con "sabor a despojo" del local, para torcer el destino de un desarrollo que absolutamente desfavorable al Gallo, hasta los '30 del primer tiempo, un "guiño" de la suerte le permitiese al equipo de Walter Otta abrir el marcador, por intermedio de Javier Rossi, a los '38 de la etapa inicial, lo que hubiese potenciado el estado de nerviosismo generalizado, cercano al paroxismo, de no mediar el primer fallo insólito y vergonzoso en beneficio de las necesidades y urgencias de aquél centenario "Cervecero", "amigo" histórico del poder, hoy en franco, paulatino e inexorable estado de irremediable "descomposición" institucional y estrepitosa debacle deportiva.
Es que un par de minutos más tarde, desde que el "Bicho" Rossi capturara en el área el rebote de un rechazo defensivo de Federico Alvarez, en el botín derecho de Matías Pardo, para que el máximo goleador del Gallo en la temporada, con ocho tantos, definiera con un toque suave a la derecha de Emanuel Trípodi, Héctor Paletta convalidaría un penal absurdo, como pocas veces haya sido visto, de un desaprensivo Valentín Perales, de mal partido, que en lugar de intentar despejar el centro sin consecuencias al "corazón" del área de Morón, prefirió forcejear con Felipe Cadenazzi, el "9" local, para darle al árbitro del encuentro las razones aparentes para comenzar a revertir rápidamente una historia, que comenzaba a complicársele gravemente al elenco "quilmeño", claramente incapaz de convivir y asimilar el estado de desesperación de sus simpatizantes. al borde de un "ataque de nervios" colectivo.
Primer penal de la noche, que Jonatan Torres "cambiaría" por el empate, a los '42 del primer tiempo, a pesar de la intuición de Milton Alvarez quien habría de "adivinar" el palo, pero la eficaz ejecución del delantero local, convertiría en estéril el esfuerzo del "uno" del Gallo, que ya había impedido el gol de Quilmes, en un puñado de oportunidades, antes de la apertura del marcador de la visita.
Con el final del primer tiempo, quedaba la sensación amarga de un empate apresurado e inexistente, por el trámite que el gol de Rossi pudo haberle impreso al desarrollo futuro del partido, y Paletta no lo permitiera, lo que no obsta que Quilmes había sido mucho más en el juego que el Deportivo Morón, especialmente durante la primera media hora de juego, donde el Gallo sufriría el desarrollo y jamás podría hacer pie, convirtiendo en figura una vez más a Milton Alvarez, con escaso volumen de juego, nula presencia ofensiva (más allá del "debate" siempre solitario de Javier Rossi) y múltiples problemas en una defensa nuevamente "improvisada", con el regreso de Maximiliano Paredes y el ingreso de Damián Toledo (de correcto partido) como primer marcador central, en lugar de un lesionado Emiliano Mayola, convocado para el encuentro y luego convertido en nueva baja, en las horas previas al cotejo en el Sur.
En el complemento, "sobrevolaba" la duda si, Quilmes soportaría el paso de los minutos, con la presión asfixiante del "Centenario" ante la urgencia de un triunfo necesario y demorado, o si, como contrapartida, Morón sería capaz de usufructuar los espacios que comenzaría a dejar la desesperación local, animándose para ello a ser más ambicioso y adelantarse unos metros en el terreno de juego rival.
Una vez más, Hector Paletta dirimía el "entuerto" y disiparía las dudas de unos y otros, sancionando el segundo penal de la noche "quilmeña", ante un sutil agarrón de 20 segundos, de Emiliano Méndez, en perjuicio de Felipe Cadenazzi, quien a los '12 del segundo tiempo daría vuelta el resultado con una certera definición desde los doce pasos, al palo derecho de un Alvarez, quien esta vez habría de inclinarse por su poste zurdo.
En este segundo penal, que el "agarrón" existió, seguramente que sí, lo que desde lo reglamentario lo convierte automáticamente en infracción dentro del área, es decir, penal, Ahora, la polémica posterior a esta nueva sentencia de un Paletta de máximo rigor dentro del área visitante, se circunscribe a una pregunta sencilla: ¿cuántas de estas mismas infracciones se generan por partido, en todos los cotejos de cualquier categoría, y cuántas de ellas resultan sancionadas con penal?.
En el mismo sentido del presente razonamiento, a titulo personal de quien suscribe y como tal, susceptible de ser rebatido, puesto que un penal se trata de materia opinable, como el mismo fútbol en general, y todas las posturas resultan igualmente atendibles y válidas, aguardo con ansias renovadas y desde lo más profundo de mi corazón, poder "toparnos" alguna vez con un árbitro tan reglamentariamente "puntilloso" y riguroso como Paletta, y por lo tanto, capaz de sancionar dos penales idénticos y en un mismo partido, trascendental o no, en favor del Deportivo Morón, en el Nuevo Francisco Urbano.
Es que, en lo personal, y con 38 años de cancha, jamás logré "disfrutar" de algo similar a favor, en tantísimos encuentros, desde el '80 en adelante, lapso por que el "desfilaran" cientos de árbitros en las diferentes categorías que transitara el Gallo, desde entonces y hasta nuestros días, debiendo todos y cada uno de ellos, poner en práctica el mismo reglamento y criterio "rigorista" que evidenciara Héctor Paletta en la noche del martes, en el "Estadio Centenario".
Y si bien es cierto que Morón fue incapaz de lograr el empate, en los '33 restantes desde el desnivel de Quilmes y hasta el final del encuentro, a pesar de los ingresos de Facundo Pumpido, Gerardo Martínez y Damián Akerman, para terminar "partido" tácticamente, en su búsqueda del empate, sin mediocampo y con su línea de fondo jugando casi en mitad de cancha, en la noche rara de las polémicas y los fallos insólitos e inauditos de Paletta, nadie garantizaba que, ante otro eventual empate del Gallo, el árbitro del encuentro no detectara otra "infracción" en el área visitante, pasible de la sanción de un tercer y decisivo penal.
En definitiva, perdió Morón, luego de once cotejos sin conocer la derrota, y de racha invicta en condición de visitante en lo que va de 2018, aunque el objetivo sigue siendo el mismo y aún se halla a sólo tres unidades de distancia, a diferencia del "centenario" Quilmes, el "histórico amigo" del poder político de turno, hoy lejos del esplendor de otras épocas y en progresivo proceso de debacle deportiva y descomposición institucional, quien dependerá de la "ayuda" de varios "Palett"a, de acá y hasta el final del torneo, en los dos partidos que le restan. Y aún así su permanencia no depende exclusivamente de sí mismo y sus eventuales "colaboraciones" arbitrales.
Ahora, a ganarle a Sarmiento de Junín, el lunes 16 del corriente, desde las 20, en el Nuevo Francisco Urbano y cosechar los tres puntos que restan para quitarnos definitivamente la "mochila" de la propia salvación.
29 de 32.
@elgallogustavo.
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