El Deportivo Morón llegaba a su siempre complicada "parada" en Campana, con la tranquilidad de haber asegurado la permanencia en la categoría, con su triunfo de la semana anterior frente a Sarmiento de Junín, y con las ganas renovadas de ir en procura de nuevos y más ambiciosos objetivos, como la clasificación al torneo Reducido de la "B" Nacional, para luego jugar a "suerte y verdad", en cualquier mano a mano que le tocare disputar, la posibilidad enorme de "pelear" por el segundo ascenso a la Superliga.
También arribaba al "Coliseo de Mitre y Puccini", como se lo conoce al modesto aunque coqueto estadio de Villa Dálmine, con el "mal (o deberíamos decir "mar") de ausencias" que lo persigue desde hace un buen rato, con el insustituible Sebastián Martínez Aguirre "entre algodones", el capitán Emiliano Mayola desgarrado y, desde el calentamiento previo al cotejo con el "Violeta", la baja inesperada de Facundo Pumpido, que de titular desde el arranque pasaría a ver el partido desde la platea, con la inclusión a último momento de Damián Akerman entre los once, y de Lautaro Formica en el banco.
Con todos estos contratiempos repetidos y a los cuales el temperamento único de este plantel, fuera capaz no sólo de sobreponerse para convivir con el infortunio físico "nuestro de cada fecha", sino hasta "acostumbrarse" y disimular faltantes y falencias lógicas, a base de generosa entrega, humildad de conjunto, solidaridad grupal y actitud innegociable dentro de la cancha, cualquiera que fuese la suerte final del resultado ocasional.
Sin embargo, hace también bastante tiempo que este equipo de Walter Otta no viene jugando bien, carente de generación de juego y de profundidad en el arco de enfrente, sumados a los graves desacoples que evidencia en su última línea, potenciados por los "remiendos" que, jornada tras jornada, debiera soportar de manera obligada, lo que también ha sabido sustituir gracias a todas aquellas virtudes referidas anteriormente.
Y la tarde de Campana no resultaría la excepción, a este "cóctel" de falencias e infortunios conocidos, agravados, por un lado, por la fortuna de un local que comenzaría a "destrabar" el desarrollo desde el mismo "amanecer" del juego, cuando a los '9 de iniciado el partido, el "9" de Villa Dálmine, Jorge Córdoba, aprovechara las ventajas de una defensa vulnerable para quedar cara a cara con Milton Alvarez y "fusilarlo" con tiempo, espacio y sin atenuantes ni contemplaciones.
Y es precisamente allí, donde aparecería una vez más, el último factor a tener en cuenta para explicar el 0-3 de la fallida "excursión" por el norte de la provincia de Buenos Aires, cuando dos minutos más tarde, y luego de un tiro de esquina en favor del "Violeta" y un remate posterior en el poste derecho de Milton, la pelota le quedara a Marcos Rivadero, uno de los mejores del partido, para definir en soledad y con absoluta facilidad, para decretar antes del primer cuarto de hora de partido, el 2 a 0 casi lapidario para las aspiraciones del Gallo... Eso sí, el gol de Rivadero debió ser anulado por una flagrante y evidente posición adelantada del autor del tanto, que sólo un paupérrimo árbitro como Pablo Diaz y su asistente número uno, Mauro Ramos Errasti, resultarían incapaces de percibir o quizá peor, de invalidar a pesar de haber visto la posición adelantada del volante local, vaya uno a saber por qué "extrañas" razones, pero siempre para estas alturas decisorias de los torneos de AFA.
Si Morón había hecho poco y nada antes del 0-2, de los '11 del primer tiempo en adelante intentaría simplemente recuperar la "vertical" futbolística, aunque siendo superado en todos los sectores del campo de juego, por un once de Felipe De La Riva que resultaría francamente superior a la visita, en especial durante los primeros '45, donde podría haber estirado aún más la ventaja, por las virtudes y confianza de sus hombres de punta y, al mismo tiempo, las dudas defensivas del Gallo, profundizadas a partir de la salida anticipada, sobre la media hora de partido, de un lesionado Sebastián Martínez Aguirre.
El complemento casi que estaría de más, con un Dálmine cómodo con la ventaja y sin pasar mayores sobresaltos en su última línea, más allá de un par de tiros libres desviados y dos ocasiones más, uno en un anticipo de Matías Pardo (en la primera que tocara, tras su ingreso en lugar de Damián Akerman) y más tarde en una buena entrada de Nicolás Ramírez, quien ensayaría un remate potente y apenas alto, para el arco de un más que tranquilo Martín Perafán, arquero del "Viola".
Cuando el partido se extinguía, con un 2 a 0 acorde al trámite de un partido dominado casi a voluntad por el local, a excepción de un breve lapso del segundo tiempo, donde Morón obligaría a retroceder sobre su propio campo al local, en buena medida, por impulso del buen ingreso de Gerardo Martínez, quien volvería a dejar una imagen favorable y a modificarle, aunque sea de manera momentánea, la cara a un equipo de semblante "pálido" en la tarde de Campana, nuevamente haría su aparición un Pablo Díaz que durante todo el complemento se dedicaría a "muñequear" el partido desde la mitad de cancha y a permitir el juego brusco de ambos lados, tanto que en algún momento, su incapacidad y permisividad a poco estarían de desnaturalizar un cotejo de trámite tranquilo.
Y para terminar su "obra" personal, o su "unipersonal" dentro del juego de conjunto, en el segundo minuto de descuento habría de sancionar un penal inexistente y hasta ridículo en favor de un Villa Dálmine, que al contrario de lo que ocurriese un par de fechas atrás, con Quilmes y Héctor Paletta, no necesitaba de "colaboración" arbitral alguna para imponerse con absoluta justicia sobre un opaco Gallo.
Un par de minutos más tarde, Federico Jourdan cambiaría el "regalito" por gol, para establecer el 3 a 0 definitivo, con el que concluiría la siempre compleja visita del Deportivo Morón al "Coliseo de Mitre y Puccini".
Sin lugar para las excusas, Morón jugó mal y perdió bien, aunque otra vez las sanciones discrecionales y erráticas de las ternas arbitrales, resultarían determinantes para el desarrollo del encuentro, con un gol convalidado en clara posición adelantada, a los '11 del primer tiempo y hallándose la visita aún "en partido" (0-1) y el penal insólito e inexistente en tiempo adicionado al reglamentario, nada menos que el tercero sancionado en contra, en igual cantidad de partidos.
Puesto que, "si las brujas no existen, pero que las hay, las hay"..., menos mal que el Deportivo Morón aseguró su permanencia en la categoría, una semana atrás, con el triunfo en el Oeste ante Sarmiento de Junín.
Ahora, espera Gimnasia y Esgrima de Jujuy, en el Nuevo Francisco Urbano, por la jornada de cierre de la actual temporada 2017/2018 de la Primera "B" Nacional, donde el Gallo no dependerá sólo de un triunfo propio para clasificarse al torneo Reducido por el segundo ascenso a la Superliga.
En definitiva, con independencia del resultado ante los jujeños, la suerte final respecto de la clasificación o no al Reducido, y a pesar de la "sugestiva" y determinante injerencia negativa de los fallos arbitrales en los últimos dos cotejos de visitante, desde este espacio no nos quedan más que palabras de reconocimiento y gratitud para este maravilloso ciclo futbolístico y para un grupo de jugadores y cuerpo técnico que nos devolvieran la ilusión, la alegría y las lágrimas de emoción, después de 27 años de sinsabores, decepciones y "sueños rotos".
GRACIAS. ETERNAS. POR SIEMPRE.
@elgallogustavo.
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