Nuevo campeonato, nuevos
desafíos, sobre todo, el desafío de saber (y ser consciente), del duro
campeonato que se nos viene. A pesar de todo, un nuevo comienzo implica que la
esperanza y la fe se renueven. Ilusión fue la primera palabra que se me vino a
la mente. Ilusión de empezar con el pie derecho. Ilusión de ganar los primeros
3 puntos en un reducto complicado. Ilusión de hacer un buen partido.
Todas esas ilusiones se
diluyeron pronto. Cayeron tan rápido, como un castillo de naipes derribado por
el viento. Eso fue lo que sentí (me animo a decir que muchos habrán pensado lo
mismo) antes, y durante el transcurso del encuentro.
Todos sabíamos que iba a ser
un partido difícil. Nadie ponía en duda tal compromiso. Mucho más si a eso, le
sumamos, que el conjunto local fue el que mejor se reforzó en cuanto a
nombres. Pero a su vez, este beneficio, podía jugarle en contra, ya que al ser
un equipo en formación, que no se conocía mucho, implicaría un punto a favor
del "Gallo".... Lamentablemente no fue así.
A los pocos minutos de
comenzar el encuentro frente al equipo de Lomas de Zamora, el conjunto local se
puso en ventaja. Una falta infantil por parte de Ariel Otermín (perdió en
velocidad frente a Blanco), provocó un tiro libre, muy cerca del área defendida
por "Chiche" Migliardi. Producto de ese error, sumado a una
desatención defensiva (un tema demasiado conocido, sufrido y padecido por el
equipo y por todos nosotros, los hinchas) llegó el gol de Los Andes a través de
Segovia, a los 8 minutos del primer tiempo.
Morón se mostraba nervioso e
impreciso. El encargado de armar fútbol, (Esteban González) se mostraba impreciso
a la hora de pasar la pelota, por ende era incapaz de generar juego y abrir la
cancha. A eso le sumamos el flojo desempeño de Giambuzzi, (siempre superado
cada vez que el rival se decidía a atacar), debido a que nunca supo levantar la
cabeza para cruzar el mediocampo, y las pocas veces que lo hacía, se equivocaba
constantemente. Villavicencio nunca se adueñó de la defensa y no hizo “pesar”
su experiencia, en tanto que Ariel Otermín, alternaba más malas que
buenas. Gastón Sánchez intentaba (de a ratos) quebrar la resistencia
rival, pero en cada intento chocaba con una dura pared, llamada defensa. Por su
parte Martín "Vikingo" Granero, aportaba su cuota de sacrificio (fue
el mejor del equipo), metiendo su conocida garra, e incluso distribuyendo la
pelota (tarea que no le correspondía) a falta de un González cada vez más
impreciso. Mariano Martínez, aportaba su cuota de entrega. Entrega que no
bastaba para lastimar al rival. En tanto que Damián Akerman trataba de
mostrarse siempre, esperando (en vano) que le llegue de manera clara la
pelota.
Así transcurrió gran parte del
primer tiempo, hasta que llegó la expulsión del zaguero de Los Andes (Franco),
tras una dura falta contra Barbieri (de flojo desempeño al igual que la mayoría
de sus compañeros). A partir de ahí, la esperanza comenzó a renacer, esperando
una pronta recuperación anímica y futbolística de Morón. Lamentablemente nunca
sucedió.
La etapa complementaria mostró
a un Morón necesitado de lograr la igualdad, tratando de acercar un poco de
peligro al arco defendido por Gagliardo. A pesar de tal necesidad, nunca
encontró la vuelta para poder hacerlo, ya que el equipo se mostraba dubitativo
e impreciso, con muy pocas ideas a la hora de atacar. Los Andes con un jugador
menos, por momentos fue mucho más que Morón. Tampoco el conjunto de Lomas, era
Barcelona, pero a diferencia del “Gallo”, era un equipo solidario, más
sólido, que a la hora de meter, lo hacía sin dudar, y que se sacrificaba en
cada pelota. Morón por su parte se mostraba tibio y sin ideas. Por momentos,
parecía que era el mismo equipo desganado, frío y sin compromiso, del torneo
pasado. Ni aún los ingresos de Cérica, Víctor López y Messera, aportaron para
cambiar la pálida imagen del conjunto dirigido por Mario Grana.
El tiempo trascurría y la
ilusión del empate se iba diluyendo de a poco. A los 24 minutos de la etapa complementaria,
la poca esperanza vertida en el equipo, se desvanecería por completo, ya que
tras una pérdida del impreciso y cancino Esteban González, vino el segundo gol,
a través de los pies de Soriano. Para no ser tan duro con González y salir un
poco en su defensa (si así lo podemos decir), no fue sólo su responsabilidad,
ya que tras el disparo del delantero rival (que en primera instancia impactaría
en el travesaño), ningún defensor del "Gallo" se animó o tuvo la
lucidez, de parar la carrera hacia el gol de Andrés Soriano, transformándose en
meros espectadores de lujo.
Morón ni con un jugador de
más, pudo quebrar la resistencia rival. Lejos quedó la buena imagen ganada en
la pretemporada. El rendimiento del equipo realmente fue muy flojo y por
momentos sin actitud para cambiar la situación.
Faltando pocos minutos para el
final del encuentro, el paupérrimo árbitro Gutiérrez (vale la pena aclarar que
no incidió en el resultado), no cobró un claro penal a favor de Morón,
tras una evidente mano del defensor "milrayitas".
En fin, un debut que preocupa.
Un debut que decepcionó. Un debut para el olvido. Por suerte esto recién
comienza. Falta mucho camino por recorrer. Estamos a tiempo de corregir errores
u horrores (como lo quiera llamar). Un mal debut, no implica que ya estemos
descendido ni mucho menos. Lo que sí hay que hacer, es corregir temprano esos
errores, con el fin de evitar futuros lamentos. Esperamos que Grana, sepa
"engranar" las piezas que andan sueltas por ahí, para poder cambiar
la pálida imagen que dejó el equipo. Esto fue un llamado de atención, nada más.
Deseamos y anhelamos que este mal trago quede acá, y que la recuperación
anímica y futbolística llegue cuanto antes. Acassuso será la posibilidad y
oportunidad que tendremos para revertir esta situación. Que el primer partido
oficial en el Nuevo Francisco Urbano, sea el puntapie inicial hacia el camino
del éxito y de la victoria. Todavía nada está perdido. Todavía el crédito en
este equipo sigue en pie. Ojalá que no nos defrauden....
Por: Marcos Ruiz Carrizo.
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