En las últimas horas, el enojo replicado en las redes y plasmado en una nota a la comisión directiva, en virtud de la pérdida de casi toda una semana de prácticas de las "Magníficas" de Gimnasia Artística, como consecuencia de la utilización del SUM (Salón de Usos Múltiples), lindante con la secretaría y el nuevo restaurante, a fin de acondicionar dicho espacio para la presentación del plantel y la indumentaria oficial 2018/2019, el sábado 14 del corriente por la noche, constituiría "un ladrillo más en la pared", de un "muro" de concreto, entre las decisiones dirigenciales y la totalidad de las actividades, que lejos de representar un contrapunto de reciente aparición, encierra una problemática de larga data, muy relacionada con el "modelo" institucional que se persigue y sostiene, de uno y otro lado del escritorio de "presidencia".
En efecto, la expansión anárquica, espasmódica y sin planificación de las actividades, habría de comenzar en 2013, a partir de la mudanza del estadio al nuevo emplazamiento, en la ex "Textil Castelar", hoy el Nuevo Francisco Urbano, cuya generosidad en materia de espacios físicos disponibles, muchos de ellos comprometidos a futuro y en obra, representaban la oportunidad justa para una dirigencia como la "spinista", que necesitaba de mostrar un "club de puertas abiertas", con multiplicidad de niños corriendo entre "escombros" y en sectores a medio terminar, puesto que esos niños implicaban padres y, a su vez, esos papás posibles votos, en la lógica imperante de una institución coptada por los intereses políticos del ejecutivo distrital, en el marco de un proyecto partidario mucho más amplio y ambicioso (luego trunco), que entendía al Deportivo Morón como "búnker" y "unidad de gestión" no reconocida para el oficialismo comunal de entonces.
Con el paso de los primeros años en nuestra nueva "casa", y al amparo de aquella necesidad de demostrar un club social, que contribuyera a los intereses sectoriales de la presidencia de Diego Spina, el club comenzaría a disfrutar de una "primavera" de actividades ficticia, ya que esa "explosión" de disciplinas, algunas ignotas como el "Roller Derby", comenzaría a erigirse en una "bomba de tiempo" para la realidad física de un nuevo estadio, cuya infraestructura existente habría de resultar paulatinamente insuficiente para las demandas de cientos y cientos de chicos, de distintas disciplinas, sin el acompañamiento de una idea social de club, presupuestada, sostenida y sostenible en el tiempo.
Así las cosas y desde entonces, el "Rafael Grosso" debería empezar a dividirse casi en porciones de "pizza", para que las actividades federadas pudieran entrenar y hasta disputar encuentros oficiales, mucha veces, malla divisoria de por medio, generando la superposición de silbatos de los árbitros o las indicaciones verbales de técnicos y asistentes.
Con las chicas de patín sufriendo las inclemencias del tiempo, tanto en verano como en invierno, en los playones contiguos al estadio, boxeo, karate, fútbol femenino y otras disciplinas que habrían de cansarse y abandonar la institución, emprenderían un peregrinaje diario para hallar espacios físicos disponibles, también sujetos a fríos intensos y calores agobiantes, "cruzando los dedos" ante la irrupción de nubes de tormenta, para que la lluvia no invalide la práctica diaria y ponga en riesgo la integridad de los elementos de uso habitual adquiridos sin ayuda institucional y con tanto esfuerzo.
En este marco, las actividades hasta terminarían rehenes en "guerras" ajenas, como aquella que pretendería techar el "bajo Platea Capelli", para entregar dicho espacio en concesión a una empresa del rubro "espectáculos nocturnos", de muy dudosa reputación y antecedentes, la dirigencia de entonces se valdría de la necesidad real de las disciplinas del club, no resueltas por las propias autoridades institucionales, con tal de ganar "voces a favor" en la intención solapada y luego, por fuerza mayor, hecha pública, de permitir la instalación de una "bailanta", los fines de semana por la noche.
En conjunto con la retirada de los intereses político-partidarios del club, las demoras inadmisibles de la empresa constructora "Bautec" y el silencio de sus "socios" y garantes municipales, terminaría por agravar una situación de por sí insostenible, de no ser por la buena voluntad, la "creatividad" y la paciencia, así como el sentido de pertenencia y el amor "por la camiseta" de cada una de las actividades que nos representan con orgullo y pasión, amoldándose a compartir espacios físicos cada vez más abarrotados y en peores condiciones, puesto que la ausencia de mantenimiento edilicio habría de provocar una temprana y llamativa depreciación de los materiales de construcción (como el piso flotante del "Grosso", hoy sujeto al agua de las goteras en su techo).
Sin apoyo económico institucional y con un sistema de subsistencia "a pulmón", muchas de las nuevas actividades saltarían al plano federado, obteniendo importantes resultados, como la irrupción del Vóley masculino, con un esquema de gerenciamiento casi privado, hasta de "llave en mano", que lograría ascenso tras ascenso en tiempo récord, ubicando por un breve lapso al Deportivo Morón Vóley en la élite de la Liga Argentina.
Cierto es, que este modelo "privatizado", sin su "gerenciador" y sponsor principal, corría el riesgo de desaparecer abruptamente, cosa que habría de ocurrir un tiempo después, lacerando la actualidad de una Superior a la cual le ha costado horrores recuperarse, pero sin embargo y por sobre toda la cosas, no debemos dejar de reconocer que ese modelo de expansión casi "ejecutivo", sentaría las bases de unas inferiores que hoy constituyen un ejemplo de gestión y resultados, entre los chicos y chicas de 13 a 21 años.
Con el regreso de Alberto Meyer a la presidencia, se aguardaba un cambio en la lógica de actividades abandonadas a su suerte, sin embargo y por desgracia, la historia más reciente indicaría que lejos de aportar a la mejoría de las disciplinas del club, siempre a excepción del fútbol profesional masculino, claro está, la tónica volvería a ser la misma, con el sólo y pronunciado interés de manejar las "cajas" particulares de las actividades, a fin de controlar ingresos y egresos, pero también decisiones y políticas.
Al mismo tiempo, y lejos de buscar "tender puentes" de acuerdo con los encargados de las disciplinas y conocer sus demandas lógicas, para procurar darles cause institucional y soluciones integrales, se tomaría la errónea decisión de crear la figura de un "comisario deportivo", que a la cabeza de una comisión de directivos, con buenas intenciones, pero escasa experiencia en el tema, terminaría por enfrentarse con todas y cada una de las actividades del club, puesto como "cara visible", un miembro de comisión directiva, con la "diplomacia" y el "tacto" de un auténtico "elefante en un bazar".
Tiempo más tarde, el rumor corrido "como reguero de pólvora", pero luego confirmado públicamente por el propio Meyer, que otro integrante de esa misma comisión interna, más precisamente el entonces tesorero de la misma, hubiese sido capaz de hurtar una cantidad de dinero propia de la "caja" de las disciplinas, hecho repudiable e inaudito aún no debidamente aclarado ni resuelto de manera oficial, terminaría por hacer derrumbar la credibilidad de un comisión de actividades que lejos de contribuir, cuanto menos, a establecer un canal de diálogo entre directiva y disciplinas, sólo profundizaría las diferencias entre unos y otras.
En este contexto, y con las actividades virtualmente abandonadas a su suerte, sin apoyo económico ni de logística, no resulta casual que la mayoría de las disciplinas federadas no estén cosechando buenos resultados, puestas a confrontar la dinámica de sus subsistencia voluntaria y "artesanal", con instituciones que apoyan fuertemente a sus actividades, con sostenes de tipo económico o financiero, pero también de infraestructura, y no sólo nos estamos refiriendo a los cinco grandes históricos del fútbol argentino (más Lanús y Banfield, y los "gigantes" rosarinos), en sus otras disciplinas, sino a entidades que bien podrían ser un "espejo" en el cual mirarse, sinó reflejarse a futuro, como Platense, Ferro, Témperley o Los Andes, por citar sólo un puñado de casos, sin discriminación por rama de actividad.
Es que, en definitiva, la actual orfandad de nuestras actividades, representa la "punta del iceberg" de un problema de ausencia de convicción y planeamiento, que diera inicio con Diego Spina, pero que luego no fuera subsanado y en tiempos actuales de Alberto Meyer, se profundizara y agravara por un concepto erróneo que hemos escuchado del actual presidente, en más de una ocasión: "las actividades dan pérdidas".
Y tal vez allí, se centre el craso error conceptual de inicio, que paradójicamente, pudiera convertirse en el puntapié inicial para la solución de la problemática de nuestras disciplinas, en el futuro inmediato: las actividades no deben ser superavitarias (dar ganancias), esa no es su función. Es más, si no dieran pérdidas y se autogestionaran adecuadamente en lo económico, como la mayoría lo viene haciendo desde hace mucho tiempo, con diferentes planes y estrategias, como club y no sólo como dirigencia, deberíamos exclamar de felicidad, más que satisfechos.
En la mayoría de aquellas instituciones, que destacábamos y deberíamos tomar nota de sus experiencias, ninguna de sus actividades da "ganancias", salvo el fútbol profesional (y no en todos los casos, aunque este es un tema aparte y mucho más complejo), y en el mejor de los casos, una de sus actividades principales, siempre con el sostén financiero y de infraestructura del club, puede llegar a dejar un pequeño superávit, que vaya a cubrir el déficit de una o más disciplinas.
Porque, en definitiva, las actividades no están para hacerle ganar "plata" al club, sino para propiciar la inclusión social, a partir de una "oferta" deportiva amplia y variada, siempre que cuente con las condiciones mínimas indispensables para que ese desarrollado sea digno en el hoy y sustentable en el mañana, más allá de los resultados ocasionales.
El día que como institución entendamos eso, seremos capaces de incluir a todos dentro de los límites de nuestro club, aprovechando cada logro deportivo particular, para aumentar el prestigio institucional, la masa de socios y el sentido de pertenencia e identificación de nuestros chicos, porque en 2017, y por citar un ejemplo final, no sólo no supimos usufructuar el campeonato del fútbol profesional masculino, sino que tampoco fuimos capaces de sacar rédito como club del histórico ascenso a primera del fútbol femenino, unas "Gallitas" que durante su primera temporada en la élite del fútbol para damas de AFA, jamás pudo entrenar ni una sola vez en el "Carlos Castellón" del Nuevo Francisco Urbano.
"Para muestra, sólo basta un botón". Y en Morón, en materia de actividades, perdimos los "botones" hace tanto tiempo, que hoy andamos con la "ropa" hecha "jirones", "remiendo sobre remiendo"..., como la "localía" del Handball masculino en Laferrere (nada menos) o Regatas de Bella Vista, por ausencia de espacio físico.
@elgallogustavo.
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