El Deportivo Morón no tuvo el regreso soñado a la "B" Nacional, en condición de local, ni mucho menos el "estreno" imaginado para su presentación en dicha divisional, en su nueva casa, el Nuevo Francisco Urbano, puesto que en la noche del último viernes y ante el también debutante Deportivo Riestra (pero en este caso absoluto, ya que nunca antes había militado en la categoría más importante del Ascenso de nuestro medio, y hasta había quedado libre en la jornada inaugural de la presente temporada), el Gallo cayó por tres a uno, en un encuentro mediatizado por los nervios, un pésimo arbitraje y una visita que de tan acostumbrado a los escándalos en un campo de juego, ya parece utilizarlos como recurso para desnaturalizar los partidos, cuando desde lo futbolístico le sobran argumentos para triunfar sin bochornos recurrentes.
Que Morón no fue el acostumbrado, es parte de la verdad y de las razones que llevaran a una derrota impensada, aunque probable, frente a un equipo que con el descuento de 20 puntos por sus desbordes de la final del Reducido de la "B" Metro ante Comunicaciones, precisa de una campaña de campeón para mantener la categoría, lo que le quita presión ante una faena que adquiere características de auténtico "milagro".
Que Morón ofreció una imagen muy parecida la equipo dubitativo y permeable de los primeros '20 de la fecha inicial ante Los Andes, también es cierto, aunque al igual que frente al "Milrayitas", hace exactamente una semana, en Lomas de Zamora, haya luego cambiado su imagen de inicio y mejorado sustancialmente su producción futbolística, hasta justificar el empate transitorio con Riestra y luego también el triunfo, pese al 1-3 más que engañoso de la "chapa" final del encuentro.
Del mismo modo, no resulta menos certero que Riestra pareció apelar por decisión propia y de conjunto, una vez más al recurso antideportivo de desnaturalizar el cotejo en los últimos minutos, valiéndose de la ansiedad y el nerviosismo de los jugadores del Gallo, para invadir nuevamente un campo de juego, con actitudes reprobables de nombres propios infaltables a la hora de los escándalos, como el de Gastón Montero (el mismo del papelón de la pelea entre compañeros, con Jonathan Páez, en cancha de Barracas Central, con la inevitable expulsión de ambos) y el de su propio técnico, un desconocido de apellido Benítez, que en lugar de ingresar para separar y llevar calma a sus dirigidos, habría de hacerlo de manera violenta, para enfrentarse con los jugadores de Morón.
Asimismo, la actuación paupérrima de un Pablo Dóvalo que permitió que el partido se desnaturalizara, en especial en esos minutos minutos finales, y que lejos de aportar tranquilidad y controlar las ansiedades lógicas ajenas, casi resulta responsable de un bochorno aún mayor, si el público de Morón no hubiese demostrado una vez más, su madurez y el amor por su club, por encima de cualquier "calentura" y hasta sensación de despojo.
En ese contexto, el penal grosero no cobrado a Morón, en el primer tiempo, con el cotejo 0-1, cuando Jeison Murillo rechazara una pelota de gol con el brazo, o la expulsión de Rodrigo Díaz, por un simple empujón a Montero, en momentos que el partido se le había escapado definitivamente de las manos dentro y fuera de la linea de cal, o en el descuento, en el tercer tanto de la visita, al permitir que Nicolás Varela ejecutara al gol su disparo de tiro libre, cuando aún ni la barrera del Gallo ni Milton Alvarez se habían acomodado, resultan sólo "grageas" de los desatinos de un árbitro que preferimos pensar que se equivocó mucho y mal, con tal de no dudar de su honestidad personal y profesional.
En el medio hubo un partido en el cual Morón comenzaría controlando las acciones, aunque sin demasiada profundidad, apelando al recurso del centro al corazón del área o los tiros de esquina para apretar a su rival contra Carlos Morel, hasta que a los '27 de la etapa inicial, un rechazo hacia adentro de Maximiliano Paredes terminaría con una falta innecesaria de Franco Racca dentro del área, para que Jonathan Herrera dejara sin chances a Milton Alvarez, con una ejecución fortísima, alta y al medio del arco.
Ya en el complemento, la visita prácticamente no cruzaría la mitad del campo, empujado por un Morón que habría de acumular méritos para igualar mucho antes de los '30, cuando de un centro de Rodrigo Díaz, Javier Rossi la impulsara al gol en el área chica, y procurara ganarlo de arremetida al encuentro, con el propio "Bicho", Matías Pardo, el "Rengo" Díaz, Maximiliano Brito, Gerardo Martínez, Nicolás Ramírez y Damián Akerman, todos juntos en cancha en búsqueda de la primera alegría en el regreso a la "B" Nacional, tras 17 años de ausencia.
Claro que ese envión ofensivo naturalmente podía desencadenar algún desacople defensivo, de una última línea ya sin laterales, cosa que "Murphy" mediante ocurriría sobre los '36 del segundo tiempo, a partir de una buena corrida de Roberto Bochi que, con todo Morón jugado en ataque, terminaría con la solitaria definición al gol de Nicolás Varela.
De allí y hasta el final del encuentro, entre un Morón que intentó recuperar la vertical en los minutos finales para buscar el empate, y una visita que casi sin proponérselo se estaba llevando un premio excesivo del Oeste, con los méritos de refugiarse con orden y acierto en su propio campo y exhibir un ciento por ciento de eficacia en el área contraria (dos llegadas, dos goles), en lo '5 de descuento que adicionaría Dóvalo, sobrevendría el escandaloso cierre de partido, a partir de una lesión de Emmanuel Giménez que originaría el pique y la no devolución de la pelota por parte de Gerardo Martínez y luego Matías Pardo, quien terminaría rematando a las manos de Morel.
Y la virtual "cacería" posterior de medio Riestra en procura de "Pichin" Pardo, aduciendo una falta al siempre mal entendido "fair play" (en rigor de verdad, y ante la lesión de Giménez, sería Dóvalo quien detendría las acciones, no los jugadores de la visita), como si una eventual falta al referido "juego limpio" se compusiera agrediendo al responsable, en una llamativa y hasta paradójica interpretación de esa loable convención futbolística, con reglas no escritas ni explicitadas en ninguna parte.
Y la cobarde agresión a Pardo, y el empujón de Díaz a Montero, y la invasión (sí, como frente a "Comu", pero esta vez generalizada) del campo de juego de suplentes, cuerpo técnico y auxiliares visitantes, hasta generar un bochorno de corridas y golpes, dentro y fuera de la cancha, que por fortuna no se irradiaría a la platea oficial del Nuevo Francisco Urbano.
Y las expulsiones de Gustavo Benítez de Riestra y de Rodrigo Díaz en el Gallo, para justificar que algo hubiese visto el árbitro del cotejo, mientras Montero y el DT visitantes, Jorge Benítez, seguirían en cancha como si nada.
Y la falta al borde del área de Milton Alvarez para evitar la contra y el tercero de Riestra, y el tiro libro que Dóvalo permitiría ejecutar a Nicolás Varela, mientras que barrera y arquero aún se hallaban acomodándose, convalidando el 3 a 1 definitivo del visitante, en el décimo minuto agregado al tiempo reglamentario.
Y el final del partido, bochornoso y lamentable.
Morón perdió y por momentos jugó mal, es cierto, pero en términos de merecimientos mereció el empate y hasta más.
Riestra se aprovechó de los errores del Gallo, se abroqueló con orden en su área y resistió los embates del Deportivo Morón y sin merecer ni el punto se llevó un triunfo, producto directo de su extrema eficacia ofensiva.
Y en el adicional, como en la final del Reducido frente al "Cartero", invadió el campo de juego... Seguramente casualidad.
@elgallogustavo.